CAPÍTULO 13

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Un verdadero tostón que el día más aburrido de la semana fuese aquel viernes.

Tuve que pasar cálculo, física, biología, química, filosofía y una hora de dar carreras por el patio hasta poder llegar a mi casa.

Tal vez resultó aburrido porque me esperaba que ese día pasará algo más... interesante o porque los profesores parecían haberse puesto de acuerdo para hablar a cámara lenta, quien sabe.

Entré por la puerta de casa, me aseguré de que la mirilla estaba cerrada y avancé por el pasillo tras darle al botón de mensajes del contestador del teléfono, la voz de mi madre envolvió la casa.

"Buenas cielo, ayer estuve muy ocupada y no pude llamarte pero recuerda que tú también puedes hacerlo de ceez en cuando eh. Luego te llamo y hablamos, un beso."

Abrí la nevera y tras un buen rato pensando qué podía hacerme de comer para no tener que cocinar cerré la puerta. El congelador era sinónimo de no tengo ganas de cocinar y aquí siempre hay algo que te apañe por lo que dicho y hecho eso es lo que hice.

Almorcé viendo CSI sobre el sofá hasta que el sonido del teléfono me sacó de la serie. Me levanté y tras ver el nombre de Gaby en la pantalla lo descolgué.

—¡Hola!

—Buenas, ¿pasa algo?

No solíamos hablar mucho por teléfono por lo que se me hacía algo extraño.

—No, nada, era solo que estoy aburrido y me preguntaba si haces algo para quedar y eso.

—¿A dar una vuelta?

—A cenar mejor.

Miré el reloj y volví a mirar al suelo.

—Eh, lo siento pero no puedo. Lo cierto es que me encuentro un poco mal —hice una pausa —, ¿podemos salir otro día?

—Hm, claro. Que te mejores y cualquier cosa ya sabes.

Y tras darle las gracias colgó. Lo cierto era que no quería quedar por la sencilla razón de que sabía que se acercaban una de mis rachas por lo que prefería gastar las mínimas fuerzas posibles y evitar estar fuera.

Me sentía culpable y mala amiga pero me intenté consolar pensando que de algún modo era cierto que me sentía mal (aunque no fuese por salud), y él no sabía el porqué.

Por lo que me tomé una tarde para mí. Cogí el libro que me estaba leyendo en ese momento y una buena taza de chocolate y me senté en la moqueta de mi habitación con la espalda apollada en la cama mientras tenía la ventana entreabierta dejando correr aire. Aquella noche antes de acostarme tan solo me dejé envolver por mi lectura y por el leve aroma de la vela de vainilla que encendí.

8:41

Era increíble la puntería que podía llegar a tener sobre como serían mis noches dejándome llevar simplemente por mis sensaciones.

Pero así funcionaba yo desde hacía y tiempo y hasta ahora no había fallado.

Me levanté con el cuerpo dolorido al haber dormido tan poco.

Era temprano, pero quería aprovechar la mañana por lo que eso fue lo que hice.

18:13

Ya empezaba a anochecer, y cuando digo que empezaba a anochecer significa que apenas eran las 6 y algo. Estocolmo y su otoño invernal.

Fui a tomarme una ducha de agua caliente con, por supuesto, el aleatorio de mi móvil sonando de fondo.

Cuando me duché y me envolví la cabeza con mi turbante azul me senté sobre la cama y encendí el portátil. Karen me había hablado.

[Karen: ¡Buenas! ¿Cómo estás? MecomentóGabyqueestabasmala.]

[Yo: Hola, símeencontrabamalperoyaestoyalgomejor, muchasgracias.]

[Karen: ¡No hayquedarlas! Dios, querollodetarde, llevotodoeldíadándolevueltasamihabitación. Jamesestádepartidosestefindesemanayyonotengoganasdeir. ¿Tú quétal?]

[Yo: Vayayesoquesesuponequelosfinesdesemanassonparadisfrutar eh. Puesyomehepasadoeldíahaciendounpardetrabajosqueteníapendientesyestudiandoun poco.]

Karen tardó 5 minutos en responder y yo aproveché para sacar un par de discos de mi estantería para cambiarlos de sitio pero finalmente los volví a colocar en su posición inicial.

[Karen: ¡Alexa! QuemehahabladoGabyymehadichodeiradarunavueltalostres, ¿te apetece?

La misma historia que ayer, misma respuesta muy a mi pesar.

[Yo: Meencantaría, peroaúnmeencuentromal, losiento, delasemanaquevienenopasa, ¿de acuerdo?]

[Karen: Oh, claro, nopasanadaessoloquetengoganastambiéndequedaralgúndía, perobueno,quetemejores.]

Bajé la pantalla del portátil, no me sentía nada bien teniendo que decir cosas que no quería decir pero eso era lo que tocaba.

7:05

El sonido del timbre se escuchó por encima del videoclip que estaba viendo en la televisión. ¿Quién podía llamar a la puerta a esa hora? Me quité la toalla de la cabeza y avancé por el recibidor intentando no hacer ruido. Antes de que mirara por la mirilla escuché una voz:

—Alex soy yo, abre.

Era Gaby.

—Te he dicho que no me llames Alex —dije poniendo los ojos en blanco.

Abrí la puerta y él avanzó sin decir nada hasta sentarse en el sofá.

¿Para qué se suponía que venía cuando sabía que yo "estaba" mala?

Cerré la puerta y me puse a su lado de pie, mirándolo, mientras él me sostenía la mirada. Me transmitía inquietud y una frialdad que no sé como explicarla, tan solo con el escalofrío que me recorrió el cuerpo tras esos segundos de silencio absoluto.

—Me estás empezando a poner nerviosa, ¿ocurre algo?

—¿Qué pasa? ¿Tiene que ocurrir algo para que venga?

—Primero; es solo una pregunta y segundo; sí, si al menos cuando sabes que ayer estaba mala y no hemos hablado en todo el día.

—Ajá, pues para estar mala se te ve bastante bien.

—He dicho estaba - dije recalcando la palabra.

—Pues a Karen no le has dicho eso.

—Le he dicho que estoy mejor pero que no me encuentro del todo bien, lo cual es cierto.

—Cierto pero se te ve de maravilla.

—¡Gaby para ya! —comencé a alterarme, lo cual era impropio de mí —, es decir, te presentas sin avisar y lo único que haces es recriminar que no he podido quedar.

—No te estoy recriminando nada.

-Gaby... ¿en serio? ¿en serio has venido desde tu casa simplemente para ver si estoy mala o es una excusa? ¿en serio has venido cuando cada vez que quedamos tengo que ser yo la que vaya a tu casa a recogerte?

—Si no quieres recogerme dímelo para la próxima.

—¿Pero de qué hablas?

—O si no quieres quedar también.

—Gaby, basta, fuera de mi casa. Creo que me conoces de sobra para saber que yo no soy así y también sabes lo que he aguantado con Amy para que ahora tú me hagas jugadas de las suyas.

Por primera vez no me respondió, se quedó quieto, de pie delante mía sin mover ni una pestaña mientras mi corazón luchaba por salir del pecho.

Entre mis sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora