Esa misma noche después de que Karen se fuera escuché un extraño ruido en las ramas de los árboles.
Me asomé en silencio por la ventana y, como no, ahí estaba él atravesando una de las ramas más grandes.
-¡Joder! -esclamó en voz baja- ¡necesito unas escaleras!
Me tapé la boca para que no me escuchara reír y cerré la ventana, a los pocos segundos Scott dio unos cuantos porrazos desde el exterior con el puño cerrado.
-¡Vamos, ábreme!
Le hice esperar durante unos instantes y finalmente abrí la ventana dejándolo pasar mientras se sacudía los pantalones.
-Deberías de pensar que como mis vecinos te vean una sola vez entrando por mi ventana podrían llamar a la policía y yo no tengo nada que decir salvo que un chico el cual apenas conozco se ha cogido las confianzas necesarias para entrar por tercera vez ya por mi ventana -le dije bromeando.
Él cruzó los brazos.
-En realidad vine una cuarta, pero creo que te estabas duchando.
-Genial, esto se podría considerar allanamiento de morada, vaya, que lo es. ¿Te imaginas que me pillas cambiándome de ropa?
-Pues me iría.
-Gracias.
-Encima que lo digo de buenas.
-Pero si no es sarcasmo.
-Deberíamos de empezar a llevarnos bien -dijo con su modo Scott serio.
-Me parece bien
Empezó a abrir los ojos, como exagerando unas sorpresa que mínimamente sabía que le producía mi respuesta. Sí, le había dado la razón en algo pero tampoco era para tanto.
Estoy segura que un milímetro más y sus bonitos ojos verdes habrían acabado fuera de la órbita tirados sobre el suelo.
-¿Te quedas? -le dije-. Tengo pizza.
-Tentador, pero tengo que trabajar y tú que estudiar.
Empecé a reírme lo suficientemente alto como para que se quedase inmóvil mirándome.
-¿Qué? -le pregunté al ver su reacción.
-No sabía que podías reirte de esa manera.
-Ni yo -le respondí, mientras se me teñían levemente las mejillas.
-Te sienta bien, espero verte por más tiempo así.
Terminé ruborizándome, me senté en el tablero del escritorio a unos metros de él, necesitaba aire.
-Y tus ojos son realmente preciosos, nunca he visto un tono azul más bonito en mi vida.
Me quedé mirándole con la cabeza torcida y la cara completamente roja.
Él se empezó a reír.
-Como me gusta tomarte el pelo.
Mierda.
-Venga, ¿no te tenías que ir? -le dije, esta vez más seria.
-Si, pero antes de nada te quería preguntar como va todo, por eso me he pasado.
-Pues... bien, ayer fue una buena noche, por llamarla de algún modo.
Él asintió, como esperando que le dijera algo más.
-Le conté a Karen todo, no sé si debo y aún no sé si estoy arrepentida... ¿he metido la pata?
Negó con la cabeza.
-Al fin y al cabo es decisión tuya, siempre que confíes en ella y no se vaya de la lengua no pasa nada. Tú sabes que es verdad y yo también, pero recuerda que lo más normal es que nadie te crea por eso te digo que es mejor no decírselo a nadie más.
Asenti.
Realmente por alguna razón me tranquilizaba que me diese su "vistazo bueno".
-Bueno, pues ahora sí que me voy a trabajar. Y, anda, no te machaques tanto que mañana no hay clases. Nos vemos.
Abrió la ventana y salió por ella, bajando por el árbol cual mono en busca de comida aunque por lo que se veía no tenía la misma facilidad para subir.
Y aún así lo hacía.
Menudo cabezota, tal vez me hacía falta que se me pegase algo de él.
Me giré sobre la silla para mirar de nuevo al escritorio y seguir estudiando cuando el móvil vibró. Lo cogí.
[Scott: Lo de los ojos iba totalmente en serio, al igual que lo de tu risa, te sienta bien.]
Madre mía... menos mal que no lo tenía delante porque habría parecido kétchup en estado puro.
Menudo bipolar.
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Entre mis sombras
Teen Fiction[Sigue leyendo, tal vez encuentres algo que consiga atraparte entre las páginas.]