Tuve que ir hasta la estación en autobús para recoger a mi madre ya que mi coche junto a los 1.000 dólares permanecían inmóviles.
El coche se lo había llevado el hermano mayor de Gaby al depósito donde trabajaba pues si la policía lo veía en medio de la calle estando en las condiciones que estaba podrían dar por hecho que estaba abandonado y no era plan.
Aún no tenía ni la menor idea de qué iba a hacer con el dinero pero lo que tenía claro era que usarlo no, por lo que el sobre continuaba bajo las sudaderas de mi armario, tenía que encontrar al dueño del dinero y devolvérselo pero no sabía por donde empezar a buscarlo.
Mientras tanto, mi madre no tenía que sospechar, así que le dije que mi chatarra estaba en el taller para ver qué decía y cuando me miró con los ojos a nada de salírseles de la órbita le aclaréque era para cambiarle el aceite.
Sonó convincente y, lo que es mejor, no volvió a preguntarme por el coche.
-Y bueno -comenzó a decirme a diez minutos de llegar a casa-. ¿Nos bajamos?
-Pero si quedan varias paradas.
-Ya, pero quiero aprovechar que estoy con mi hija para cenar y pasar un rato juntas.
-Aún queda rato para la cena -respondí finalmente.
Sombras.
Esa era la verdadera respuesta y ojalá pudiera haberla gritado a los cuatro vientos, pero ya sabéis que eso no fue así.
Ayer volvieron, ayer volvieron cuando ni siquiera había presentido antes que iban a volver.
Y no sé si eran más o que yo cada vez estaba más débil.
Pero de cualquier modo prefería estar en casa ya, prefería refugiarme bajo la sábanas.
Prefería estar allí temprano e intentar aislarme en mi mundo que volver tarde y tener que entrar en mi habitación rápido, tanteando a ciegas todo lo que me rodeaba con el constante estado de alerta de que de repente algo malo sucediera.
Pero dio igual.
Mi madre pulsó el botón para parar el autobús y unos instantes después las puertas se abrieron dejando pasar a mi madre con la maleta y a mí detrás tanteando entre la gente con cuidado de no tropezar.
-Y bien, ¿dónde te apetece ir?
Al menos aún era temprano.
-Hamburguesería, comida rápida y a casa.
Al menos no tardarían más de 5 minutos en ponernos la comida.
-¿Quieres cenar ya?
-¡Claro! -respondí, con un ímpetu totalmente impropio de mí.
-¿No decías que era temprano para la cena?
-Oh no, ¡para nada!
Se encogió de hombros.
-¿Y por qué no mejor a un italiano?
-Mamá, estoy a punto de desmayarme y no estoy segura si en la ambulancia dejan llevar maletas -le dije mientras cogía su maleta y la arrastraba hasta quedar varios metros delante.
Y sí; me salí con la mía.
Domingo; 17:43
A poco estuve de dormirme de vuelta a mi casa en bus pero, finalmente, conseguí no hacerlo y llegar hasta ella.
Acababa de acompañar a mi madre a la estación y me pensaba tanto el cuerpo que a nada estuve de tirarme en el suelo y fingir que me estaban dando dolores de apendicitis o similar.
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Entre mis sombras
Ficção Adolescente[Sigue leyendo, tal vez encuentres algo que consiga atraparte entre las páginas.]