Lunes de nuevo.
Poca historia.
Autobús, literatura, cálculo, filosofía y unas cuantas asignaturas más que transcurrieron igual de pesadas que el resto.
Se me hacía muy difícil tener que estar en una clase en la que mis amigos no estaban, es decir, ya sé que las clases son el mismo rollo pero con Gaby al lado, James o Karen seguro que lograría que las horas fluyeran más deprisa.
Por lo que me centré en que al lado tenía a Úrsula con la que, si hablé, no serían más de dos minutos e intenté que también fluyera deprisa.La misma historia de siempre en el comedor.
Gaby intentaba quitarme comida, Amy estaba ahí en la lejanía mientras yo la observaba y ella de vez en cuando también a mí, risas con Karen y James, quejas de las clases con Karen y James y así durante toda la hora. Pero sin duda prefería eso a tener que dar clases.
-Hoy te espero también en las pistas -dijo, de repente, James.
-¿Qué? -respondí, pues su voz sonaba como si lo tuviese que saber de antes.
-Te lo dije el otro día.
-No me dijiste nada -me justifiqué.
-¿Ah no? Bueno de todas formas vente, hoy al menos estarás con Karen.
Asentí, más le valía a Karen ir.Cuando al fin pasaron todas las clases y llegué a la última fila de las gradas Karen ya estaba allí.
-Perdón por tardar -me disculpé-, estaba cogiendo libros de la taquilla.
-No pasa nada -respondió con una sonrisa -. De hecho yo el otro día no vine y ni te avisé porque tuve que ir a recoger a mi hermano pequeño de karate y James no me avisó de que ibas a venir.
Asentí.
-Es igual, ¿qué tal el día?
-Largo, ¿y el tuyo?
-Súper largo.
Empezamos a reír, aunque no sé muy bien el porqué.
-¿Sabes? -dijo. Como sabrás, Amy está en mi clase y hoy le escuché hablando con una chica del chico ese de la bolera.
-¿Scott?
-Sí, pero vaya, continúa sin saber su nombre por lo que seguro que ni a vuelto a hablar con él. Menudas luces tiene, hablando del chico ese cuando el novio, o lo que sea que es, estaba a pocos metros.
-Pues totalmente.
-Yo, personalmente, dudo que ese chico se interese por Amy.
-¿Por?
-Porque no creo que sea el típico chico que se fija en chicas como Amy.
-¡Si ni siquiera lo has visto! -exclamé riendo.
-Ya, pero si tiene un lar de luces no debería, además, que no le ha dicho su nombre, mucho no le interesará.
Me acordé de que a mi me lo dijo simplemente para cambiarme de tema y distraerme.
-Ya, bueno.
Miré de nuevo al fondo de las gradas y, junto a los banquillos, volví a verlo, estaba tumbado sobre ellos con el brazo detrás de la nuca y mirando al cielo mientras los demás chicos se dedicaban a dar vueltas corriendo por la pista. ¿Qué hacía allí y así?
-Sabes, conmigo puedes confiar para lo que quieras -dijo Karen, interrumpiendo mis pensamientos -. Sé que Gaby a menudo se pone un poco insoportable y que con todo lo que ha pasado el hecho de pensar que te puedes juntar con otra gente le da miedo, tal vez suena un poco egoísta.
-No lo veo egoísta, a mi también me daría miedo.
Ella se encogió de hombros.
Al fin y al cabo Gaby y yo nos parecíamos muchos, ambos lo habíamos pasado mal y ello nos hizo ser muy inseguros.
-Pues lo dicho.
Y me abrazó.
Así, sin más.
Yo no solía ser de dar muchos abrazos pero por lo que se veía últimamente, Karen sí, por lo que me dejé llevar (aunque estaba terriblemente incómoda).
-¿Por qué no vas a decirle algo?
-¿A Scott? Ni loca.
-Venga, ve, está aburrido y tal vez el poco rato que estuvisteis hablando el otro día le supo a poco, como a ti.
-¡Pero qué dices! -exclamé, mientras reía y se me teñían las mejillas.
-Baja.
-Que no.
-Luego nos vemos.Karen me empujó con el brazo hasta lograr que me levantara y yo, inflando los mofletes, comencé a bajar las escaleras mientras me tiraba de la sudadera hasta que me quedase lo más larga posible, manías mías.
Intenté no caerme y comerme un escalón, lo cual no sería tan difícil y menos en un momento en el que me sentía observada aunque Scott no me estaba mirando pero sabía que se estaba dando cuenta de que me acercaba hacía él.
-¿Practicando? -le dije irónicamente, mientras me sentaba en uno de los banquillos, a un par de metros de él.
-No sabes lo que me apasionan las formas de las nubes -respondió, aún sin mirarme.
-¿Qué?
-Las nubes.
Alzó el dedo índice hacia el cielo y luego volvió a mirarme.
A este chico se le iba un poco la pinza.
-¿No te gustan? -continuó.
Que malas son las drogas.
-Hm, nunca me he parado a pensarlo.
-Pues si te pararas para fijarte en ellas sabrías de lo que hablo, ¿quieres tumbarte?
-Esto...
-No -sacudió la cabeza-, me refiero en ese banco.
-Ya, ya. No tenía apuntado en mi agenda tumbarme en medio del polideportivo para mirar las nubes, la verdad.
-¿Y sí para acercarte a hablarme?
-No -fruncí el ceño-, te vi y me acerqué.
-¿Y qué tenías pensado hacer?
-Deberes, estudiar y poco más
-Alexa -dijo, mientras el corazón me daba un vuelco y él se incorporaba sentándose sobre el banquillo-, ¿siempre haces eso?
-¿Planearlo todo?
-No, me refería a lo de fruncir el ceño -respondió con una sonrisa que me produjo escalofríos-. Pero me alegro que tú misma aceptes lo que acabas de decir.
-Ahora te pensarás que soy una maniática, que tengo que tener mis tardes calculadas y poner el despertador siempre acabado en un número par.
-No, tan solo pienso que no disfrutas de la vida como podrías hacerlo.
Miré hacia el suelo.
Ni siquiera sabía qué tenía que responder.
Y si tenía ganas o no.
Pero de lo que si me estaban entrando ganas eran de marcharme sin ni siquiera mirarle a la cara.
No quería continuar hablando cuando él no tenía ni idea de mi vida, ni aún menos de mi pasado.
-Venga va, no te vayas.
Alcé la cabeza y lo miré, tenía un sonrisa dulce que no había visto antes en él.
-No me iba a ir.
-Seguro que tienes ganas.
¿Cómo conseguía leerme la mente?
-¿No entrenas? -le pregunté cambiando de tema.
-Aún no, según el entrador dice estoy demasiado flojo y tengo que trabajar el cuerpo antes de trabajar el deporte en si.
-Oh.
-Pero en serio, tú no lo has visto sin camiseta -miró hacia ambos lados-, ¡que me diga eso unas persona con barriga cervecera, pues!
Reí.
-Sí, he tenido el placer de verlo sin ella.
Se quedó callado, moviendo la cabeza y mirándome con sus profundos ojos verdes.
-¿Volverás el viernes a la bolera?
-No sé si mis amigos podrán.
-He dicho que si volverás tú.
-¿Sola? No. Además este fin de semana no voy a poder salir.
Lo cual era cierto.
-¿Y eso?
-¿Te interesa?
-Sí -respondió tajantemente.
-Porque... tengo que estar con mi madre.
Asintió.
-¿Y hoy?
-¿Qué pasa hoy?
-Que si te gustaría ir a dar una vuelta.
Uff...
-Hoy imposible.
-¿Demasiadas cosas en tu agenda?
-Supongo -respondí.
¿Para qué se suponía que quería quedar?
¿A caso no se notaba lo incómoda que yo estaba cada vez que soltaba algunas de sus cosas que no venían a cuento?
En cualquier caso era cierto que el viernes iba a pasar la tarde con mi madre y aunque no fuese así no iba a quedar con él a solas, aún menos en Patrick Willer, donde te podían secuestrar mientras gritabas y nadie se iba a enterar.
Que tampoco digo que el chico fuese un secuestrador, pero, más vale prevenir que curar.
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Entre mis sombras
Roman pour Adolescents[Sigue leyendo, tal vez encuentres algo que consiga atraparte entre las páginas.]