𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬, spencer reid

God's Plan

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Créditos: reidslibrarybook

"Yo. Soy yo".

Las palabras caen de tus labios mientras ves a Cyrus bajar el arma de la cabeza de Spencer y reírse ligeramente, dirigiéndose hacia ti. Era tan fácil decir algo que bien podría acabar con tu vida, pero había una parte de ti que no podía dejar que Spencer asumiera la culpa por mucho que os odiarais.

Podías ver la mandíbula de Spencer floja en el suelo, sus ojos rebotando entre tú y el hombre con un arma peligrosa en sus manos. Spencer nunca fue bueno para ocultar sus sentimientos o sus emociones, era muy claro que estaba angustiado -su patrón de respiración aumentaba rápidamente con cada paso que Cyrus daba hacia ti.

Gruñiste, y sus manos se dirigieron al mechón de pelo que el líder de la secta había agarrado. Spencer se levantó de su asiento, y sus ojos se movieron para intentar ayudarte con cualquier cosa que pudiera hacer. Viste que uno de los secuaces de Cyrus lo retuvo, lanzándole una mirada lastimera mientras te arrastraban fuera de la habitación, inseguro de tu futuro... o de si siquiera tenías uno.

Spencer se quedó allí, asombrado por el hecho de que lo salvaste de una muerte segura. No pudo evitar la lágrima que rodó por su rostro ante la pérdida de un colega. Ninguno de los dos se esforzó por formar una buena relación con el otro, evitándolo después de un percance en el trabajo que involucró su libro favorito empapado en café.

Nunca le perdonó, sólo porque era tan testarudo como un padrastro que se niega a salir de la punta de un dedo. No había duda de que sentía algo por usted, pero no había forma de que se recuperara de la primera impresión que le causó.

El otro hombre le acompañó a una habitación, charlando con otro de los matones de la secta sobre lo puta que eras a nivel federal. No podía soportar los chismes sin sentido, pero no había nada que pudiera hacer para que no lo mataran, excepto quedarse callado.

No podía dejar que tu sacrificio se desperdiciara, sintiendo que su corazón se rompía ante la posibilidad de que murieras en sus manos. No había manera de que se perdonara a sí mismo por dejarte ir y permanecer en silencio mientras Cyrus te arrastraba, no había manera de que pudiera dejar de lado tus bonitas risas o tu sonrisa luminiscente.

No había manera de que pudiera olvidarse de la huella en forma de tú en su mente y su corazón.

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Estabas tirada en el suelo, toda ensangrentada y magullada por la avalancha de golpes y patadas que recibiste del horrible hombre que se cernía sobre tu cuerpo. Una sonrisa diabólica descansaba en su rostro.

Le diste una arcada interna, tu cuerpo físico era demasiado débil para moverse o emitir un sonido. Todo lo que podías pensar era en Spencer, el único hombre que podías desear tanto como tú.

Un bobo era lo que era, un bobo que no tenía ningún interés en ti a pesar de que tu corazón lo anhelaba. Eras una romántica empedernida de corazón, soñando con lo que podría ser con el apuesto genio cuya sangre era sustituida por café.

Una mujer entró para ayudarte a entrar en una habitación, tu cerebro liberó sustancias químicas que recorrieron tu cuerpo con alivio y sorpresa. Te colocó en la cama mientras girabas la cabeza y te dabas cuenta de que era Kathy, la madre de Jessica Evanson, una de las esposas menores de edad de Cyrus.

Intentaste levantarte, sujetada por Kathy y gimiendo por el dolor en las tripas. "Ugh, por favor. Necesito..."

"No necesitas hacer nada más que descansar y curarte", dijo en voz baja, tomando un paño húmedo y limpiando los cortes en tu cara, "Déjame ayudarte".