𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬, spencer reid

Paper Wishes

....(---♡---)....

Créditos: reidslibrarybook

Dobló la esquina apresuradamente mientras el café que tenía en la mano amenazaba con derramarse sobre el borde de la taza. Llegaba tarde, olvidando lo más importante de su día mientras hablaba con García sobre la más reciente película de ciencia ficción que acababa de estrenarse la noche anterior. Spencer se acordó de la época en la que un pequeño ding apareció en el ordenador de Penélope, casi se dejó llevar por las pequeñas imprecisiones de la trama.

Las personas que esquivó rápidamente en los pasillos volvieron a mirar al hombre ligeramente angustiado que pasaba corriendo junto a ellos. Su corazón latía con fuerza contra su pecho mientras atravesaba la planta para llegar al toril, a punto de perder una de las únicas cosas que mantenían encendidas las pequeñas brasas de su interior.

En medio de su pequeña maratón, Spencer se las arregló para chocar con la pared que lo separaba de poner un pie en la sala abierta, siempre bulliciosa porque los agentes se apresuraban a hacer su trabajo. Siseó en silencio, el café caliente que se derramó por el impacto manchó su camisa y se filtró a través de todas sus capas hasta llegar a su piel.

Casi se distrajo de la razón principal por la que tenía tanta prisa... casi.

Sus oídos se agudizaron cuando el sonido de tu animada voz rebotó por la habitación. Miró en tu dirección y observó cómo el sol iluminaba tu resplandor, la amplia sonrisa en tu rostro casi lo suficiente como para cegarlo a través de los gruesos cristales de sus gafas. Todos los días entrabas exactamente a la misma hora, aportando una luz vivaz a la lúgubre sensación de la oficina que provocaba la intensa naturaleza de tu línea de trabajo.

Podía reconocer la mierda en el día de todos, tus risas contagiosas eran la mejor parte del día de todos, no sólo de él.

"Spencer", su cara se leía de preocupación y preocupación mientras se acercaba a él con un pañuelo de papel en la mano, "¿estás bien?".

El calor que reposaba en su mejilla era inminente, el tinte rojo en su tierna piel era una constante cuando se trataba de ti. "Oh", se rió nerviosamente, "Yo... estoy bien. Sólo... sólo un derrame".

"¿Estás seguro? Ese café parecía caliente". Le diste el pañuelo, guardando uno para ayudar a limpiar la mayor parte del desorden que se concentraba en su pecho.

Aspiró una bocanada de aire, nervioso de que sintieras lo fuerte que latía su corazón. Era casi como si cada parte de su cuerpo tuviera una mente propia en torno a ti, su corazón exigiendo que lo dejaras salir de su jaula, liberado sólo para ser conquistado una vez más por ti.

"Yo... estoy bien", mantuvo su respuesta corta para evitar tropezar frente a ti como ya lo había hecho, "tengo una muda extra en mi bolso".

Asentiste con la cabeza, tirando el papel sucio en la papelera detrás de él. "Espero que no se manche", dijiste, la sonrisa a la que era tan adicto adornando tus labios.

"No es un gran problema, yo... tengo muchos más de estos en casa".

"Sí, pero este en particular es mi favorito", admitiste, la luz rebotando en todos los sentidos, "Siempre me encantan tus chalecos y cardigans, siempre te ves tan guapo usándolos".

"Gracias. Yo... yo...", se detuvo para ordenar los pensamientos fracturados por su incapacidad de pensar cerca de ti, "Yo... yo... creo que son... geniales también".

"Muy guay", soltaste una risita, "tengo que ponerme a trabajar en esos montones de papeles de mi mesa o Hotch me va a matar".

Asintió con la cabeza, viéndote alejarte mientras intentaba recordar cómo respirar. Pensaste que era guapo, un cumplido que sólo había recibido de su madre. Fue el sonido de tu voz y tu disposición a comprometerte con el único idiota de la unidad lo que mantuvo lleno el suministro de felicidad que se agotaba en su interior. Tu ronda de coqueteos y comentarios burlones no eran más que un sustento para su corazón anhelante.