Chapter 2: The Begginning

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¡PERO SI SON MIS TRES BEBÉS GRANDES! -EXCLAMÓ JUSTIN AL VERNOS ENTRAR POR LA PUERTA.

— Justin. -le advertí, mirándole de mala manera.

— ¡Y aquí está mi favorita! -exclamó, corriendo hacia mí y abrazándome.

Escuché la risa de Finney y Robin llenar todo el comedor, mientras que por mi parte gruñí.

— ¡Justin! -le regañé, escuchando su queja mientras me bajaba.

Tras aquello no tardó en abrazar a mis amigos, quienes seguían sonrientes y divertidos por la situación.

A veces odiaba que nos conociéramos desde tanto tiempo y que Justin fuera como nuestro hermano mayor. Aunque bueno, teóricamente era el mío de serie.

Alargué mi vista hacia la mesa, donde había una bolsa llena de drogas.

— ¿Cuánto te ha llegado? -pregunté hacia mi hermano, señalando hacia la mesa con la cabeza.

— Diez quilos.

Abrí la boca ante aquello.

Esperaba que fuera una gran cantidad, pero nunca pensaba que tanto.

La mano de Justin cerró mi boca, mientras se reía de mi y se acercaba a la mesa para terminar de cerrar la bolsa y apartarla de su sitio actual.

Al oír aquel sonido me acordé de algo.

Rápidamente lleve mis manos hacia mi mochila, abriéndola y sacando con cuidado en gran fajo de billetes.

— Dios, si solo le diste tres gramos. -susurró, observando el dinero de mi mano.

Asentí ante aquello, dejando el dinero encima de la mesa.

— ¿Como se llama? -preguntó interesado.

Siempre quería saber los nombres de la gente a quien yo vendía en el colegio.

Me encogí de hombros, arrastrando la silla hacia mi mientras me sentaba.

— No me importa.

Justin arrugó la nariz.

— Oh vamos, Maddison.

— ¿Qué? Solo quería salir conmigo y era demasiado pesado.

Pude sentir como Robin y Finney se sentaban a ambos lados de mí.

— ¿Por eso estabas en el lavabo de hombres?

Al escuchar la voz del primero asentí con la cabeza.

— Oh, vamos Robin. Ese es el lavabo de las princesas como vosotros. -se burló mi hermano a propósito.

— Eres muy gracioso, Jus. -canturreó Finney.

— Lo sé. -se enorgulleció el nombrado.- Oye, ¿os quedáis a cenar?

Rodé los ojos por su tonta pregunta, puesto a que ya empezaba a anochecer.— Para eso han venido, idiota.

— Vale, vale Maddison. No tienes que ser tan mala con tu hermano. -musitó, haciéndose el dolido.- Por cierto, deberéis haceros la cena sin mí. ¿Puedo confiar en vosotros?

— Por supuesto que sí, ¿acaso te crees que quemaremos la casa? -preguntó Robin con un deje de ironía.

— ¿Donde te irás? -quise saber, con gran curiosidad.

— Oh, ya sabes, un comprador. -respondió, sin querer darle mucha importancia.

— ¿Y por qué has de ir tú? Puede venir él. Además, ¿por qué a estas horas? Es peligroso y sospechoso, Justin. -le repliqué.

DISCONNECTED | The Black PhoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora