I

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La noche se alzaba en todo su esplendor, con las estrellas en lo alto brillando y el viento frio del invierno soplando en el pueblo helando a su paso. Varegos se encontraba en esa temporada donde la nieve caía cada noche, congelando todo a pesar de ser maravillosa a la vista. Y sus pueblerinos se hallaban a estas horas en sus camas, abrigados bajo varias pieles durmiendo plácidamente disfrutando del calor que estas le proporcionaban.

Pero no todos preferían dormir

Dentro del bosque, en donde los árboles en cantidad y siendo frondosos era fácil ocultarse con ellos, dos figuras se encuentran a solas, favorecidas que nadie este deambulando en estos momentos.

— ¿Ya sabes lo que harás? — cuestiona la voz femenina con tono firme pero suave a la vez, mientras clava su mirada en aquella otra nerviosa.

— Si, lo sé — asegura intentando que no le tiemble la voz — el príncipe vendrá a mi mañana por noche, y luego yo haré mi parte.

— Perfecto — una sonrisa maliciosa se asoma por el rostro de la mujer sin poder evitarlo, todo estaba marchando como lo deseaba. Saca su mano debajo de su abrigo pesado extendiendo una pequeña bolsa con monedas en su interior.

Antes de que la otra mano pudiera recibir su pago, la mano extendida se aparta.

— Asegúrate de que vaya a esa guerra, no querrás saber lo que te sucederá en caso contrario — amenaza con sus particulares ojos serios, con una advertencia clara en ellos.

El miedo atraviesa el otro cuerpo femenino. Pasa saliva con fuerza, asintiendo con la cabeza recibiendo la pequeña bolsa y marchándose tan rápido como puede del lugar.

No iba a negar que le causaba miedo, esa mujer no era cualquiera. Ella vino a este mundo siendo bendecida por los dioses con un propósito y arrasaría con cualquiera que se le atraviese para impedirlo.

Sus visiones le mostraron lo peligrosa que podía ser, por eso prefería ayudarla y estar de su lado. El reinado de este pueblo caería junto a los pueblerinos fieles a él y no quisiera estar entre ellos para cuando sea el momento.


Observando como la figura desaparecida de su vista de forma apresurada, levantó la mirada hacia el cielo.

— Falta poco padre, pronto cumpliré con mi promesa. Te haré sentir orgulloso, a ti y a mi madre. No descansaré hasta vengarlos y recuperar lo que nos pertenecía.

Una leve brisa acaricia su rostro, cierra sus ojos disfrutando de ello con una sonrisa amplia en sus labios.

"Muy pronto los traidores caerán con mi espada atravesando su corazón"

◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇

Dentro del gran salón de Varegos, el rey Egmir se encontraba inquieto, sin poder calmar sus nervios caminando de un lado hacia el otro. El día había llegado y lo que presentía no era nada agradable.

El sueño que tuvo anoche lo persigue todavía manteniéndolo intranquilo. En su mente aun lo revive como si se le hubiese grabado a fuego vivo.

¨ Varegos, su pueblo, cubierto en sangre y con las llamas arrasando, quemando todo a su paso. La gente huyendo desesperada, con el miedo latiendo en sus cuerpos, mientras él se encontraba dentro del gran salón, sujetando el cadáver de su hijo entre sus brazos, pero sin poder apartar la mirada de aquel par de ojos rojos sangre, que se alzaba en lo alto junto a su cabello suelto del mismo tono combianado con el fuego ardiente, disfrutando de aquella masacre con una sonrisa siniestra llena de maldad en su rostro ¨

Y lo que le causaba mayor temor, es que creía reconocer esa mirada.

Tan absorto en sus pensamientos estaba que no se percató de la entrada de su hijo, Arne Egmirsson, al gran salón.

Venea - Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora