IX

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Apostados sobre la colina más alta, con vista hacia el mar, escondidos entre los arbustos, dos hombres observan la llegada de los drakkars y descendiendo de los mismos, los temidos vikingos.

— ¿Crees que éstos sean los vikingos del que hablo el rey? — cuestiona uno de ellos, el más joven

— ¿Y qué otros más van a ser? Mira la cantidad de armas que están bajando — señala hacia los hombres que cargan en baúles grandes, las espadas y escudos — eso definitivamente no es para comercializar — comenta con obviedad el adulto mayor

— ¿Pero no se supone que el que lidere sea uno de sus hijos?

— Observa bien — señala con fastidio el hombre

A la distancia uno de los vikingos, quien pensó el joven que estaba sentado sobre el suelo, se empieza a arrastrar hacia una de las tiendas ya montadas siendo seguido por otro hombre.

— Ese es el hijo de Ragnar, y esa es nuestra señal para ir a avisar al rey

— ¿Por qué sonríes? ¿No deberíamos preocuparnos de que haya venido a cobrar su venganza? Y uno solo de sus hijos ¿no te parece raro?

— Si que eres bruto — rueda sus ojos — míralos bien y fíjate la cantidad que son ellos — el joven lleva su mirada hacia abajo observando una gran cantidad de guerreros, pero cayendo en cuenta que no son lo suficientes para una guerra de venganza como se imaginaba — los otros deben estar por ahí.

— ¿Y si es una trampa? ¿Y si quizás...

— ¡Niño aún te falta crecer! — exclamó perdiendo la paciencia — ¿Ves más barcos acaso? — el joven negó — ellos son salvajes que solo se guían por sus estúpidos dioses imaginarios, es obvio que habrán creído que siendo tan pocos podrían derrotarnos. Ahora levántate, seguro mandarán a algunos hombres a inspeccionar a sus alrededores, así que será mejor marcharnos ya.

De ésta forma los dos hombres, el joven siguiendo con su caballo al adulto, se dirigen hacia el pueblo, a informarle al rey las buenas noticias, esa guerra sería ganada por ellos.

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Acepta la mano que le tienden para descender del drakkar, camina por el muelle asombrada por la rapidez con la que empezaron a armar las tiendas. Sujeta el brazo de Arne, al llegar a su lado, siguiéndolo hacia la tienda que sería suya por unos días.

Ingresa dentro escuchando como Arne se queda dando órdenes a sus hombres para que se desplacen alrededor y mantengan vigilancia. Agradece por dentro que su lugar se encuentre bastante apartadas de las demás. Teniendo algo de privacidad.

Haakon, mano derecha de Arne ingresa junto a él. Manteniéndose firme en la entrada. Da el paso a los esclavos que dejan las bebidas y algunas frutas en la mesa, saliendo tan rápido como vinieron.

— En unos instantes se llevará a cabo una reunión con Harald e Ivar — anuncia acercándose por algo de beber — Vendrás conmigo, no pienso dejarte sola aquí

Se lo imaginaba, solo muestra una sonrisa de boca cerrada asintiendo

— Si ese es tu deseo, lo hare. Iré a prepararme entonces, no quisiera presentarme con estas prendas.

— Mujeres, por eso no puedes esperar que estén preparadas para una guerra — se mofa junto a su guardia.

Le escucha decir, aprieta sus puños, ignorándolo y siguiendo su camino. Hasta hoy llegaba de aguantar cada burla despectiva que era lanzada hacia ella o su género. Le demostraría con quien estuvo tratando todo este tiempo.

Venea - Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora