XX

401 32 7
                                    

Mi respiración se encuentra agitada, mis brazos pesan por el esfuerzo que mantengo en ellos, pero aun así, no dejo de mover mis piernas con velocidad, tirando de la carreta en donde se encuentra mi madre cubierta por algunas pieles, aislándola del frio de la noche. Luego de asesinar a aquellos hombres, sabía que no podríamos seguir en aquella cabaña, vendrían por nosotras.

Alice sigue el paso, llevando un bolso con las provisiones que alcanzamos a agarrar. No era demasiado, pero si lo suficiente para mantenernos por unos días hasta que pensemos hacia donde ir para estar seguras.

— Creo que nos hemos alejado lo suficiente — habla Alice deteniéndose para tomar varias respiraciones, toma asiento sobre una roca para descansar un poco.

No dejo de mirar a nuestro alrededor, la adrenalina aun corriendo por mi cuerpo. Alerta a cualquier cosa inesperada que llegase a ocurrir. Por alguna razón, no me siento tranquila parando aquí. Estamos lejos de la cabaña, nos hemos adentrado más al bosque, sin nada más que arboles a nuestro alrededor.

— No lo creo, será mejor seguir Alice — me acerco a mi madre, preocupada cada vez más por su apariencia. La enfermedad no pareciera que se vaya.

Abre apenas sus ojos, intentado enfocarme con ellos y sonriendo débilmente cuando me ve. Me reconforto en el calor de su mano en mi mejilla cuando la acaricia con ternura. Sostengo su mano.

— Venea, mi hermosa niña — su voz siendo casi audible.

— Aquí estoy madre.

Toma algunas respiraciones antes de seguir.

— Debes seguir tu destino — arrugo el ceño sin entender — los dioses te guiaran hacia tu él...

— Madre, estas delirando. No entiendo lo que dices — me desespera no saber si habla ella realmente o es la enfermedad que la hace decir incoherencias.

— Ya lo harás...pronto lo sabrás...

Susurra antes de cerrar los parpados, volviendo a caer en un sueño. No tengo cabeza en estos momentos para descifrar sus palabras, lo único que pienso es hacia donde ir para poder resguardarnos de esta noche. No creo que el frio le haga ningún bien.

Volteo unos segundos hacia Alice, creyendo que ella produjo el sonido que llegue a oír. El verla en el mismo lugar, sin moverse, hace que saque mi espada dando la espalda a mi madre, intentando averiguar de dónde provino aquel ruido.

Tal vez fue un animal, pero no me quedare a averiguarlo.

— Alice, es momento de irnos.

— Solo necesito un momento, ya no soy tan joven niña — se ríe ignorando mi cara de preocupación.

— ¡Alice, levántate!

— ¿Que sucede niña? Estamos lejos y muy profundo en el bosque. Nadie nos alcanzara aquí. Deberías calmarte un poco...

El carasterísco silbido de una flecha siendo disparada con fuerza, la velocidad con la que rompe el silencio de la noche me pone en alerta, cubriendo con mi cuerpo a mi madre.

De reojo vislumbro el cuerpo de Alice cayendo, sin pensarlo corro en su dirección. Me arrodillo a su lado, maldigo entre dientes viendo la flecha que perforo su pecho. El giro con cuidado, ignorando sus quejidos adoloridos.

— Maldita sea — siseo al ver la punta de la flecha, atravesó su espalda. Sera difícil quitarla sin hacerla perder sangre.

Mientras mi mente esta distraída pensando en que hacer, los brazos de Alice me apartan con fuerza, tirándome sobre mi costado. No comprendo lo que sucede hasta que veo a un hombre, con su espada atravesando el cuerpo de Alice.

Venea - Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora