XXXII

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Nunca en su vida se había planteado, que lo que creía que era su mayor fortaleza, en momentos como ahora, se ponga en cuestión. Años ocultando su verdadero ser, recibiendo agresiones y maltratos mientras en silencio creaba un plan excelente y esperando la satisfacción de conseguir lo que anhelaba. Paciencia, manteniéndose en espera de lo suyo.

Paciencia es lo que la caracterizaba.

Paciencia es lo que necesita justo ahora para no explotar.

Elja demostraba ser una niña muy enérgica, lo vio con sus propios ojos en el primer encuentro, lo que no imaginaba era el nivel de cuanto lo es. Nunca antes había tratado con niños, en su mayoría le temían por el color de sus ojos o era tímidos por estar frente a un adulto, creía que en uno de los dos casos entraban todos los niños. Se equivocaba.

Elja era la excepción.

Su gran salón necesitaba una decoración diferente, algo que la distinga como suyo. Lo que no esperaba es que prácticamente gritara por todos lados Venea. Pensaba que sería buena idea pedir ayuda a la pequeña, en parte para demostrar a su pueblo que se lleva con niños y porque también le daba cierta curiosidad conocer un poco más a la pequeña. Ahora se replantea lo último.

Elja se desplaza de un lugar hacia el otro, con sus bracitos llenos de rosas rojas y buscando cualquier mínimo espacio en que pueda ponerlas. Los floreros no alcanzaron, las jarras de vino corrieron el mismo destino que un florero al igual que la olla para cocinar comida. Lugar que mirara, lugar donde unas cuantas rosas estaban. Intento detenerla en un momento cuando comenzaba a ubicarlas en las paredes, pero claramente no tuvo éxito. Nunca creyó que una niña la enfrentaría e incluso olvidando quien era ella en realidad.

Se esperanzaba con la idea que en algún momento esas rosas se tenían que acabar. Se hizo pedazos al instante en que cinco caretillas llenas de ellas llegaban a la puerta. Lo único que le quedaba era esperar a que se marchara y mandara a alguna esclava a quitar varias de ellas. Aunque viendo como la pequeña rubia las analiza como tratando de recordar donde están, le seria difícil.

Olson ingresa en el momento justo que la pequeña Elja cubría la puerta de entrada con flores, molesta por todo su trabajo perdido debido al ingreso del hombre, lo fulmina con la mirada y vuelve a tomar las rosas caídas para volver a colocarlas en su lugar y esta vez asegurándose de amarrarlas bien entre los espacios de la madera.

Olson solo la queda observando algo confundido hasta que levanta la vista y su mandíbula se cae ante la visión que tiene de su alrededor. Busca a Venea con una clara pregunta en sus ojos y sin dejar de observar a las rosas. Venea solo atina a encogerse de hombros en su dirección.

— Creía que ibas a decorar un poco para cambiar el lugar, no que pondrías un jardín aquí dentro — menciona divertido llegando a su lado.

— ¡No es un jardín! — exclama molesta la voz de Elja, sin siquiera girarse de su objetivo —. Es el salón de la reina y tiene que ser único.

— Si claro, único ya lo es — comenta sarcástico, volviéndose a ganar una mirada fulminante de la pequeña rubia —. Esa niña da un poco de miedo, no es normal la mirada asesina a su edad — murmura por lo bajo en dirección a Venea.

Esta niega queriendo ocultar una sonrisa y le hace un gesto para tomar asiento.

— Realmente no creía que descubriría una nueva forma de mantener paciencia — le admite a su tío, quien no deja de observar cada rincón del lugar.

— ¿A qué te refieres?

— Le dije que podía colocar un poco de rosas aquí para ambientar un poco el lugar, darle algo de color. Pero mira esto — señala su salón — parece que exploto un jardín entero dentro.

Venea - Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora