Ivar Ragnarsson, desde niño siempre fue excluido por su discapacidad, los niños se burlaban y sus hermanos lo olvidaban. Su único sostén era su madre, aquella buena mujer que tenía amor suficiente para llenar el vacío de su corazón. Pero cuando la p...
La actividad en Kattegat parecía haber aumentado desde el momento que se empezaron a construir las defensas alrededor del pueblo. Cada mañana, cuando comienzan a vislumbrarse los primeros rayos del sol, los pueblerinos se reparten las tareas para avanzar más rápido en la construcción. Algunos se ponen a cortar madera, otros comienzan a fabricar los clavos que se utilizarán para clavar las pilas de madera una con otras y el resto transportan los materiales en un carro hacia el lugar de trabajo. A pesar de ser una labor que requiere de gran tiempo de sus días, saben que sería beneficioso ya que tendrían una gran ventaja y mejor protección ante un ataque enemigo.
Aunque al parecer ignoran que el verdadero enemigo no se encuentra fuera del pueblo, sino en el interior del mismo.
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El gran bullicio que viene desde afuera solo lo hace ponerse de malhumor, queriendo ir y clavar su hacha en algunas cabezas. Es la famosa fabricación de las defensas que la "Reina" usurpadora Lagertha mandó a construir.
Endurece la mandíbula, cierra sus ojos tratando de tranquilizarse al pensar en esa maldita. Hervia su sangre de solo pensar en ella, le enojaba como nada saber que mientras ella esta caminando libre y con tranquilidad por las calles de Kattegat, su madre, la mujer que siempre lo apoyo y nunca lo dejo solo, ahora se encuentra muerta por culpa de esa maldita.
Pero esto no se quedará así, lo sabe. Y Lagertha también lo sabe, algún día pagará con sangre por su crimen.
Abre los ojos e ignorando lo de afuera, sigue cubriendo su mano derecha con una tela gruesa, así de esta forma evitaría lastimarse mucho al arrastrarse por el suelo.
Su mente vuelve a divagar en lo que lleva carcomiéndole desde hace días, exactamente desde el momento en que se anunció la formación del gran ejército.
Observa de reojo como Ubbe se encuentra acostado sobre su catre con los ojos cerrados y tarareando alguna melodía tonta que escucho en algún lugar.
— Quiero preguntarte algo — cuestiona de una vez mientras termina de cubrir su mano y comenzar con la otra — ¿Quién liderará nuestro gran ejército?
Ubbe deja de tararear, quedando unos segundos en silencio asimilando la pregunta. No es una simple pregunta y mas si se trata de su hermanito menor.
— Puede que no haya un solo líder, sino muchos — termina diciendo volteando a verlo.
— Padre me escogió a mi para ir a Inglaterra.
Se sienta sobre el catre mirándolo con cierta duda reflejada en su mirada. Queriendo averiguar que quiere realmente.
— ¿A dónde quieres llegar, hermanito?
Sonriendo de costado, no le responde. Extiende el cuenco con sopa recién hecha del caldero. Ubbe se levanta, aceptando y quedando expectante esperando que hable. Ivar siempre se trama algo y sabía que no se quedaría quieto con este tema.
— Me dijo que quería que aprendiera de primera mano acerca de las costumbres sajonas. Sus paísajes, sus construcciones y sus defensas —mantiene su mirada en la sopa, aunque está atento a sus palabras — Él me dijo que nos sería útil para cuando volviéramos para vengarle.
Suelta indirectamente la petición. Ubbe lo mira, sabiendo al instante lo que pedía.
— ¿Estás diciendo que nuestro padre quería que tu fueras nuestro líder?
Sonrió y levanto el cuerno que estaba bebiendo en su dirección, respondiendo de esa forma su pregunta.
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