XXXV

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Se sentía como una liebre siendo acechada por su depredador que no apartaba la mirada de ella mientras avanzaba con pasos decididos a afrontar la situación de una vez por todas y viendo la dureza en sus ojos le dejaban claro que no se marcharía sin solucionarlo a su favor. Tampoco era opción escaparse de allí, estaba claro que la atraparía ante el más mínimo intento.

Harta de cómo su cuerpo la traiciona ante su presencia queriendo correr a sus brazos y sentirse envuelta por ellos. Mantiene su postura sobre su trono con la espalda recta y la cabeza en alto, su rostro inexpresivo por mas que quiera enarcar las cejas de asombro al verlo caminar sin ayuda de sus muletas. Durante la batalla apenas pudo prestar atención a lo que usaba ahora para apoyar su peso.

Si alguien lo viera ahora de esta manera, jamás sospecharía que hace unos meses apenas podía sentir las piernas. Presa de los miles de sentimientos que no hacían más que confundirla, decide romper el silencio.

— Debo empezar agradeciendo tu alianza en esta guerra, has sido de gran ayuda y eso no será pasado por alto claro está — dice sin apartar los ojos y manteniéndose firme sin dejar delatarse con sus sentimientos cuando se detiene a unos pocos pasos de ella —. Así que serás recompensado. Supongo que tienes planes de marcharse de vuelta hacia Inglaterra, mucho tiempo desprotegidas tus tierras y volverán a ser de los ingleses.

Ivar suelta una risa negando con la cabeza con incredulidad y algo de diversión por su insinuación muy poco, casi nada, discreta de no quererlo allí.

— No están desprotegidas, si es esa tu preocupación. Por el momento no tengo planes de marcharme como has dicho, en realidad tengo planes diferentes a ello.

Venea aprieta los labios.

— Terminemos con esto de una vez. Di lo que tengas que decir.

— No quiero recompensas por esta alianza, no lo necesito.

— Claro — Venea se encoge de hombros —. Bien, si no quieres ninguna recompensa, para mí no hay problema..

— Venea — la interrumpe con un tono diferente al que está acostumbrada, mas de pesar y poco usual en él. Lo mira alzando su ceja en señal de que continúe, por su rostro pasan miles de emociones que le cuesta identificarlas bien. Ivar solo toma una profunda respiración liberándola poco después —. Perdoname.

Venea no se esperaba aquello.

— ¿Por qué? — cruza los brazos sobre su pecho, intentando crear un escudo protegiendo la profundidad de aquella mirada azulada. No quería dejarlo fácil. La había herido con sus acciones y queria ver que tan dispuesto estaba a recuperarla.

Sus ojos descienden unos instantes antes de volver a ella con la verdad en sus ojos, deseando que pueda ver la veracidad en ellos.

— Por no ser del todo sincero y dejar que pensaras lo que tu cabeza creyó que sucedió.

Venea sonríe sin gracia rememorando aquella imagen de Ivar con la esclava desnuda sobre su regazo, aquel momento que la deja con una punzada ardiendo en su pecho y un sabor amargo en su estómago.

— Si, bien, tengo muy buena visión para ensamblar piezas.

— Lo que viste..

Alza su mano deteniéndose, no puede hacer esto.

— Ivar, estoy cansada. Ni siquiera he dormido bien en días para llegar aquí. Así que te agradecería si pudiéramos dejar esto para otro momento.

— No — brama dando un paso adelante — Estás huyendo. No creía que tenía delante mío a un cobarde.

— No soy cobarde. Solo estoy...

— Y buscas excusas para ello, increíble de ti. Y así quieres gobernar un reino entero.

Venea - Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora