❪06❫

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𝙎𝙚𝙞𝙨

Una ligera lluvia acompañaba mis pasos, se sentía una tenue brisa dentro de la casa en el momento en que cerré sus puertas, el aire era húmedo, tal como el primer soplido de una mañana en el mar. Tal como los marineros describían, de forma gloriosa sentía el honor de nacer en el océano, llenándolos de alegría y un pequeño anhelo de hundirse en la gran charca azul para así unirlos para siempre.

No eran las sirenas los que llevaban a los marinos hacia su perdición, era esa dama de azul que con su encanto natural los hacía abandonar sus naves para saltar hacia sus brazos y soñar, soñar con los peces.

¿Quién era?

—Solo el mensajero, ha traído cartas.

Las mostró justo en la palma de su mano. Diane acomodó su postura, observando fijamente el puñal de papel que sostenía.

¿Son del banco?

No lo creo, nunca he visto que las marquen de esta forma. —las inspeccionó una vez sentado. —Debe ser algo importante.

Déjame ver esa. —se refirió a la de sello rojo.

Thomas observó a Diane. Su semblante era serio, aterraba cuando su cónyuge mostraba esa expresión tan impenetraste. Sentía que si la miraba fijamente, lo convertiría en piedra, como aquel viejo mito griego de una Gorgona que fue decapitada por este mismo poder. Este se la entregó sin protestar y analizó la otra. Con suma delicadeza, la Sra. Jacobs abrió la carta, viendo su contenido. Habían boletos de tren; exactamente tres, y una carta. Parecía mecanografiado, era bastante lo que decía, asique decidió mostrárselo a su marido mientras investigaba el contenido de los pasajes y hacia dónde conducían. Thomas tomó la hoja, leyéndola en voz alta.

Querido Sr. Jacobs, la carta a continuación se trata de una oferta que es más que tentadora, que es imposible que su persona pueda rechazar, se lo aseguro. Hablo desde el Museo Nacional de ciencias naturales de Nueva Orleans, Louisiana.  Se trata de una oferta de trabajo en este establecimiento, consiste en que renueve todos los animales que se exhiben en este museo, ya que si estuviera aquí presente, estaría más que ofendido en apreciar estas bestias de la naturaleza frente a usted. Sé que actualmente vive en California, por lo cual me tomé la molestia de comprarle unos billetes de tren a su familia. Esto significa que le proporcionaré vivienda, completamente libre de pagos, todo y a gusto de su familia. La verdad es que no dudaría en consultar a usted, el mejor taxidermista del estado de California a restaurar nuestro querido y adorado museo.

Hizo una pausa, tomando bocadas de aire. Inspecciono el rostro de su esposa, parecía concentrada, determinando la oferta aun no concluida por el rubio. Soltó un suspiro y continúo de su lectura cuando la pelinegra asintió a la nada, dándole señales para que procediera.

En conclusión con todo esto, me urge en gran escala una nueva reinauguración del museo. Quiero que vuelva a sus años dorados, por lo que le suplico a usted, que considere esta oferta, y con esto digo, en que se mude aquí a Lousiana, Nueva Orleans. Se que le gustará nuestras pintorescas calles y centros. Atentamente, el alcalde.

Silencio. El único que se hizo escuchar, una Diane se planteaba seriamente en la propuesta de trabajo, mientras que un dudoso Thomas se maravillaba sobre cómo una persona tan arrogante podía proponerle semejante oferta y asegurar que aceptaría sí o sí.

Se sintió abrumado, lo hacía enfurecer. La mano de su mujer le hizo mirarla fijamente.

¡Es una gran oportunidad!

𝑬𝒅𝒆́𝒏 ━━━━ AʟᴀsᴛᴏʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora