𝘿𝙞𝙚𝙘𝙞𝙨𝙚́𝙞𝙨
La insetidumbre que causaba en mi ser era ambigua y indescifrable, como un pintura en un museo común y corriente. Siempre había un mensaje en sus ojos, pero para mí, siempre fue una odisea leer sus ojos. Así los consideraba, impenetrables, ya era costumbre que me quedara viendo fijamente sus redondos ojos, intentando traducir sus pupilas, estudiar su iris, y comprender sus lagunas. Sus dos luceros son dos bolas mágicas que intentar dar un mensaje de auxilio, pero no conozco sus motivos, como si quisieran salir de sus cuencas y no volver a su receptor original.
Muchas veces me dijeron que los ojos eran la ventana del alma, pero eso era lo que no notaba, un alma. Siento un remolino de desprecio y odio hacia esos ojos. No me dicen nada, como un lienzo en blanco, listo para que sea pintado con alas de mariposas para darle vida a un jardín, a un océano, o tal vez a una ciudad. Ese no era su caso, estaban vacíos, me provocaba escalofríos, miedo y confución. ¿Cómo era posible tal atrocidad? ¡Era imposible! Pero siempre estaba esa prueba viviente de que mis pensamientos solo eran una vil mentira creada por los gnomos de la duda. Me molestaba y a la vez me fascinaba, me hacía sentir naúseas pero a la vez conmoción, quería deshacerme de ellos pero a la vez conservarlos.
Él me miró con incertidumbre, como si dudara de que realmente lo observaba con gran esmero.
-¿Ocurre algo?
-Cállate.
Escuché su garganta tragar fuertemente y apartó la vista. No quería que mirara a otro lado, quería seguir apreciando esos ojos avelllana.
-Mírame.
Mi voz sonó como un tambor, profunda y gruesa, demandante y amenazante. Volvió a tragar en seco y observé como rascaba su cuello con nerviosismo, aún sin mirarme. Podía presentir su nerviosismo, como el característico olor a menta, reconocible.
-Mírame.- volví a reclamar.
Él seguía sin poder apartar el rostro de un punto fijo en la nada. Dudando si realmente hacerlo o no, sentía como si fuese una trampa o tal vez un reto. Mi desesperación de no obtener lo que quería me venció, no quería seguir -casi- suplicando por que me diera más de su atención, de que sus luceros solo podría verlos únicamente yo.
Esperé a que reclamara o se quejara al respecto, pero solo hubo un dócil silencio. Sus labios mostraban una mueca de incomodidad, mientras que mi mano se encontraba en su barbilla, direccionando directamente a que me mirara, quería a toda costa saber lo que significaban sus ojos, buscarles un propósito para que brillaran.
Sus labios se abrieron en un susurro, como si fuera una lenta brisa, casi imperceptible. No escuché lo que dijo, pero la verdad no me interesaba, solo quería que me dejara observarlo un poco más.
-Tu mano.
-¿Qué?
-Tu mano... -volvió a repetir en un pasivo comentario, balbuceando.
Lo noté tarde, pues, solo al soltarlo me dí cuenta de lo que había hecho. Mis uñas se habían clavado en su mandíbula con tanta presión que había logrado sacar de ellas esmeraldas carmesí que se deslizaron con normalidad. Salí de su espacio personal y busqué algo con que curar la herida la cual yo había sido autora. Me sentía tan metida en la burbuja que había creado inconscientemente, que no había medido mi fuerza. Tal vez era considerada una bestia para unos, pero siempre enmendaba mis errores.
Le acerqué un botiquin y este lo abrió.
Me detuve unos segundos a observar su rostro, mis ojos se abrieron como platos. No lo había notado en aquellos momentos, ¿cómo lo iba a hacer? No dije nada y seguí pegando curitas a su rostro, él aún lagrimeaba en silencio, no tenía nada qué decir.
ESTÁS LEYENDO
𝑬𝒅𝒆́𝒏 ━━━━ Aʟᴀsᴛᴏʀ
Fanfic🌌⊰.┊ ❝...𝐍𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐞 𝐪𝐮𝐞𝐦𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨. 𝐋𝐨𝐬 𝐥𝐨𝐜𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐬𝐟𝐫𝐮𝐭𝐚𝐧 𝐛𝐚𝐢𝐥𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐝𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨...❞ ✎ᝰ┆Inicio: 14.04.22 ✎ᝰ┆Finalización: ¿00.00.00? ━❪Hazbin Hotel Fanfiction❫ ━❪todos los...