❪21❫

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𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙙𝙤́𝙨

❝ 𝐔𝐧 𝐭𝐨𝐧𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 ❞

El vorágino de voces riendo en la habitación era bochornoso, el sentido lógico tendría envidia de que su religión hubiera sido olvidada por completo de aquella mansión, culpando con vitalidad inrefutable a la demencia efímara que se aspiraba. El ambiente llamado euforia, llena de bufones vestidos de ricos, atesorando sus joyas como las estellas a la noche. Payasos que bailaban en su porpio vals, presumiendo sus mejores monerías a los otros hazmerreír, mientras que el grupo juvenil disfrutaba del deleite de sus mentes cediendo con pequeños granos del ocio hacia el desequilibrio mental.

El grupo miraba a los payasos hacer sus papeles, riendo y bailando como unos.

Oye Harold, finalmente, ¿cuándo quedaste con esa chica? codeó Frank al nombrado, con una sonrisa juguetona en sus labios.

El obeso y la ojiverde abrieron los ojos.

¿Acaso nuestro amigo tiene novia? se unió a las burlas, Billie.

La chica en el grupo se cruzó de brazos con una sonrisa de asombro, sabía que el flequillo abundante no era de muchas palabras, pero nunca pensó que estableciera una conversación tan larga con más de tres palabras, y menos con una chica. Tal vez la suerte era de febril procedencia, beneficiando a los que menos pedían, tal vez el silencioso chico era de pensamientos acompañado de ecos, gritos y ruidos que nadie escuchó, o que simplemente adormecían los oídos que lo escucharan.

Harold sonrió burlón.

— ¡Lo sabía! Acertó el pelirrizo de apellido Quoirrier.

Los tres se hecharon a reír, felices de la "noticia". Aunque al parecer solo habìa sido delatado por el chico de procedencia francesa, Frank.

Los ojos esmeralda miraron a su alrededor cuando sintió el silencio en la conversación volver. Notó que, no muy lejos de donde ellos estaban, se econtraban murmurando y carcajeando, como los arlequines aristócratas que eran. Quizás eran amos de sus propios mundos, de hilaridades, quizás eran indefensas marionetas del poder, quizás unos don nadie, amontonados como las abejas a la flor.

— ¿Lo has notado también?

Ella giró los ojos al pecoso Hawkins, curiosa. Tal vez había adivinado lo que estaba mirando tan fijamente.

No han parado de mirarte. —Volvió a decir el regordete.

¿Cierto? —apoyó el pelirrizo.

El Reveens asintió en silencio deacuerdo.

El grupo detuvo sus ocho ojos sobre los señores. No hubo una pizca de disimulo en sus intenciones, se miraron entre ellos, preguntándose en silencio en qué pensamientos navegaban los otros invitados de la celebración, tal vez domando las mareas de la intriga con éxito.

En cambio, algo cálido y suave tocó su hombro. Miró encima de el, notando como aquel joven conocido de lentes y piel canela le sonreía, sin maldad o misterios en sus ojos, con simpleza y secillez. Ella abrió los ojos ligeramente, sorprendida de su presencia, ni siquiera la había notado, siquiera haber escuchado u percatado de su esencia. Le pareció raro encontrarlo allí, merodeando curiosamente entre altos élites como la cotidianidad de las nubes en el cielo, o la abundante hierba creciente.

Ella lo saludó sonriente, aunque no contenta.

Buenas noches, Alastor. Agradezco que hayas venido.

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⏰ Última actualización: Jul 23 ⏰

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