𝑬𝒅𝒆́𝒏 ━━━━ Aʟᴀsᴛᴏʀ

❪08❫

𝙊𝙘𝙝𝙤

Diversión. Esa simple palabra había sido su propia condena, se había maldecido a sí misma pensando en que todo podría haber sido demasiado fácil. Estaba remotamente equivocada, sentía el remordimiento de su propio pensamiento, de su propia sonrisa formada al enfrentarse a toda esa manada de fieras, regocijándose de tener una inteligencia sobre todos esos parásitos infantiles.
Arrepentimiento,, esa era la palabra que más la habia descrito a lo largo de los dias. Cada uno de ellos se habia convertido en una tortura a su pesar, cada dia, esperaba con ansias acumuladas a que llegara la nocbe y pudiera cerrar los ojos para tener sus pequeños segundos de paz; pues siempre llegaba una de esas bestias a perturbar el poco juicio que le quedaba.

Sus ojeras revelaban los días en pena que pasaba, no porque sufriera de insomnio, sino por el constante lloriqueo de su alma. Nunca había sentido ser una mala persona para merecer tanto por todo aquello, ¿acaso en su otra vida había hecho cosas tan malas para merecer todo ese martirio?. Sus brazos eran adornados por bellas cicatrices producidas por sus propias pesadillas encarnadas en la realidad, frías y crueles palabras que aparecían en su mente, gritando y rasgando su propia piel para callar aquellas voces. Sus rodillas presumían un lindo color rojo y violeta, por las violentas y duras piedras que retumbaban sus propios huesos, crujiéndolos un par de veces por día. Su pelinegro cabello se podía comparar con un nido de aves, las cuales visitaban su hogar a menudo, sumando a que este justamente era residido con pequeñas ramas y hojas de árboles. Olía a una mezcla de de sangre y fango, coincidiendo al final su aspecto con el de un cadáver.

Dos semanas.

Habían pasado dos semanas, desde su ingreso hacia el mejor internado de toda Nueva Orleans. Dos semanas de puros delirios, torturas y sufrimiento. Presenciaba que cada segundo que pasaba en el día, presentía que experimentaría una nueva forma de castigo por parte de sus juveniles verdugos. Era más que obvio que ese sitio no era para una niña y más cuando era un lugar exclusivo sólo para personas de sexo masculino.

Cada segundo era una nueva pesadilla, una nueva marca que menospreciar. Una nueva calamidad se acercaba, y ella podía oler el inconsciente odio de ellos hacia su persona.

Su cabeza fue invadida por un pensamiento que hizo eco desde su llegada, algo que había ignorado hasta estos días.

¿Cómo era posible que los superiores amaestraban a esos hombrecitos?

Con una mano, recargó su palma en su rodilla descansando del tiriteo de sus piernas. Estaba débil, esos niños habían hecho de las suyas una vez más, como cada hora, todos los días.

Esta vez se les había ocurrido en empapar a la estudante con un balde de agua colocado en una de las puertas de la entrada de su habitación, luego envolviéndola en sábanas blancas y llevándola al patio donde dias antes habia llovido, la cual residían gran cantidades de charcos de barro, tirando finalmente a la niña en uno de ellos.

Su rostro tenía todo rastro de haber lagrimeado por horas, sus rodillas sentían que en cualquler momento, perdería la estabilidad y caería al suelo cual pieza de ajedrez. Su uniforme estaba sucio, el lindo color chocolate era toda una poesía en su ropa, dejando un aroma no tan afable en ella, ni qué hablar de su cabello, ahora era una controversia el llevar la cabellera amarrada a una coleta mientras que algunas ramas eran visibles a los lados.

Era un desastre, pero no había sido su culpa. Nunca se había enfrentado a esta situación, nunca había tenido la necesidad de defenderse de algo o alguien, ya que sus padres no les había inculcado en caso de que alguien le hiciera algo indebido o le faltaran al respeto. Ni siquiera con Jason había llegado a hacer aquello, quizás solo se había endurecido un poco por el constante desinterés que mostraba hacia ella, pero era demasiado para el acoso que recibía.