𝑬𝒅𝒆́𝒏 ━━━━ Aʟᴀsᴛᴏʀ

❪20❫

𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙚

[Contenido explícito y hostil que incluyen insultos, referencias sexuales y religiosos. Se recomienda discreción.]

Una alocada melodía resonaba en el salón. Muchas parejas bailaban empalagosamente entre ellas. Disfrutando más de la velada que la propia anfitriona. Danzaban con alegría y fulgor, como si no existiera nada más que ellos, en sus propias utopías. El regocijo era el monarca en el salón, dejando que siervos gozaran de su reinado, con máximo deleite en la rasposa y fuerte voz que sonaba en la estancia. Con sus cuerpos, unos pegados a los otros, con sus joyas y anilllos chirriando y brillando, como si anunciaran sus riquezas al mundo. Allí también se encontraba la muchacha, portaba de una seriedad inquebrantable, pero eso no le quitaba su juventud risueña y desenfrenada. Se encontraba con uno de sus amigos, Billie Hawkins.

Ellos reían unánimemente, bailando como dos locos, como el resto de la habitación, era una celebración al fin y al cabo. Zapateaban con elegancia y deleite, sacudiendo los hombros y brazos, riendo y sudando. El completo paraíso para los seres que danzaban a sus alrededores, soltando sus cabellos y cintas en sus vestidos. Descontrolados y afrodisíacos en sus oídos y pies. Como si querubines victorearan otro día en el edén, anunciando con sus trompetas el sin fin de sus vanquetes de ritmos y aleteos, ajenos a todo el dolor del mundo e infierno.

Tal vez, la joven incosnciente de el conocimiento, que unos ojos avellanas como la profundidad de la miel, la miraban desde lejos, fijamente, y sin nigún flaqueo, detrás de sus dos cristales redondos y limpios. Como dos cuchillos que cortarían hasta el grosor del más fino papel, una mirada de inperturbable óptica, enfocaba en la festiva sonrisa de la muchacha de ojos verdes, como un depredador a su presa, como el lobo y la oveja, depredador que tenía el conocimiento que su presa no era una oveja ordinaria, oveja que sabía muy bien quien era, de solo su aspecto, mas, de alma de carnicera, genocida, cerril, réproba, bizarra y maquiavélica. Borrego que conocía el arte de la intimidación, con el exquisito y más refinado sentido de la perturbación, sabedora de la ciencia del coherente de su propia locura. Oveja que devoraba a los lobos que sus ojos inocentes miraban con voluntad de devorarla a ella.

La belleza a menudo nos seduce en el camino de la verdad.

La oveja continuó sus alegres balbuceos. Entre sus tres amigos existía una férrea armonía inquebrantable, casi como el esqueleto de un difunto en su funeral, frescos e insólitos. La euritmia en el salón era casi palpable en una pintura, como si nada más importaran que sus cuerpos, felices y llenos de vida en una imagen tan muerta como lo era un lienzo.

Como era de esperarse, la música bajó, reduciéndose a un piano y el sonido de las gotas del cielo caer a través de las ventanas. El aire era calmo. Ella rió junto su amigo Billie, uniéndoseles sus otros dos amigos, Frank y Harold. Cualquiera se preguntaría qué hacía una muñeca de dieciséis años junto a tres jóvenes de la misma edad.

Los otros adultos miraron la interación de la anfitriona junto a esos tres varones. Un hombre de rostro borroso, comentó hacia su mujer: "Deben ser sus amantes", la mujer comentó devuelta: "Claro que sí, que jovencita tan afortunada", y ambos se carcajearon. Otros capitalistas escucharon la conversación, sacando sus propias conclusiones. Unos opinaron que tal vez ellos cuatro eran un claro ejemplo del fue adoptado en el Neolítico, entre 6.000 a 3.000 a.c, la monogamia. Unos juzgaban y otros inventaban, idealizaban. Algunos sobrepasaban la línea de la imagen que percibían, asegurando que esos cuatro jóven eran amantes; algunos asegurando que era párticipes activos del festín carnal entre ellos cuatro, donde abrazaron el arte del antigua grecia, en los que se veneraban a algunos dioses, por medio de actos libidinoso en grupo.