𝘿𝙞𝙚𝙘𝙞𝙨𝙞𝙚𝙩𝙚
-Siento que esa cosa me mira.
-Deja de decir tonterías, está muerto.
Ambos jóvenes se encontraban en la biblioteca, retomando lecturas infantiles. Libros para niños, cosas que les recordaran a ser unos infantes. De libros que recordaban las siestas de una hora, o los trucos de magia que hacían algunos adultos para deleitar a los más pequeños de casa. Lo dulces que solían ser las galletas de mamá o la forma en que papá te levantaba simulando volar junto a las nubes. Lo que principalmente haría a cualquier niño feliz, el soplar un diente de león u observar sus pies al caminar.
-¿De verdad te gusta ese libro?
El joven de piel canela se había detenido en el libro que sujetaba la fémina con desgana observando la portada. Se trataba de un libro clásico para niños, aunque lo recordaba de forma tétrica, pues el final de la historia no era muy inocente y aporpiado para niños. Trataba de dos hermanos que se perdieron en el bosque tratando de contrar algo de comer, encontraron una casa hecha de caramelo y hecharon un vistazo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al recordar que el cuento traía los conceptos de in tento de canibalismo y de la cremación de una persoa viva. Cuando era niña no recordaba que fuera un cuento tan tétrico.
-No.-espetó la adolescente- lo odio.
Por último dejó el libro a un lado y dio unos cortos pasos para acercarse a otra estantería de libros. Estaba más que claro que en su mayoría no podía alcanzarlos, uno; porque llegaban hasta el techo, y dos; porque tampoco su altura le permitía tomar muchos, pero siempre estaba el varón Quoirrier para alcanzarle el que deseara.
Sus ojos se detuvieron en las estanterías de adelante, no veía el final de ellas ya que el techo de por sí no era algo que pudiera contemplar a simple vista, además de que eran cuatro pisos de puras secciones de libros. Tal parecía una biblioteca nacional, pero no, allí estaban ellos dos solos divirtiéndose entre páginas y motas polvo acumuladas. Comentaban cada libro que sostenían o en este caso, descubrían. Ya que el joven pelirrizo no era muy fan a la lectura y no solía pasearse por aquella polvorienta y vieja biblioteca. La muchacha nunca había visto, en sus sueños más lúcidos, una biblioteca de tal tamaño y escala.
-Sigo pensando que esa cosa nos está mirando.-volvió a comentar Frank, como si la inquietud fuera más grande que su curiosidad, como la sombra que proporcionaba un enorme árbol.
Ella volvió la vista a la criatura que dirigía fijamente sus ojos hacia ellos. Sí, daba miedo, pero Elizabeth desde pequeña había sido acostumbrada a ser vista por más de una criatura, sin discriminar de qué especie fuera. Ella se acercó al animal, intentando imitar su posición, logrando sacarle estrepitosas carcajadas a su compañero.
Se trataba de un oso pardo en posición de ataque, levantado en dos patas, con el hocico abierto y los ojos blancos. Sabía que al pobre animal le hacía falta con urgencias una remodelación. Tal vez al ser un lugar poco habitado, no le habían dado mantenimiento a la pobre fiera. Su pelaje era espeso y chicloso, no desprendía un mal olor, pero por su pelaje, parecía que había sufrido de rabia cuando habitaba los boques aún con vida. En su hocico habitaban telarañas , igual que en sus patas. Tal vez había toda una generación de arácnidos allí viviendo.
-¿Te imaginas si se pudiera mover? -se atrevió a comentar el muchacho.
-Solía moverse.-dijo con gracia la chica, haciendo rodar los ojos al contrario.
Estaba claro que con ella no podía tomarse las cosas en serio.
-Daría miedo si se moviera aunque sea un músculo.
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𝑬𝒅𝒆́𝒏 ━━━━ Aʟᴀsᴛᴏʀ
Fanfiction🌌⊰.┊ ❝...𝐍𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐞 𝐪𝐮𝐞𝐦𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨. 𝐋𝐨𝐬 𝐥𝐨𝐜𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐬𝐟𝐫𝐮𝐭𝐚𝐧 𝐛𝐚𝐢𝐥𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐝𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨...❞ ✎ᝰ┆Inicio: 14.04.22 ✎ᝰ┆Finalización: ¿00.00.00? ━❪Hazbin Hotel Fanfiction❫ ━❪todos los...