Regresaré Siempre

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La vida de un soldado no es fácil, pero la de aquellos que los aman, tampoco lo es. Solía decir que nunca me enamoraría de un hombre que perteneciese a cualquiera rama del mundo de la milicia. Veía como las esposas y los familiares de los soldados sufrían a diario por no saber si los volverían a ver. Decía que esa nunca sería yo, eso decía yo. Así fue hasta que conocí a cierto chico en un bar karaoke y no me lo pude sacar de mi mente. Su voz no era como la de los demás, él parecía haber nacido para ser idol y la verdad es que lo tenía todo porque daba gusto admirar su belleza. Pensé que había tenido de esos enamoramientos pasajeros, de los que ves a alguien por la carretera, dices que es guapo y ya luego no lo ves, pero me equivoqué. Después de ese día me lo encontré en la universidad, tomaba un curso conmigo ese semestre. Luego descubrí que habíamos compartido más clases juntos y no saben lo avergonzada que estaba de que yo no me acordase de él. Extraño, ¿no? Tres años en la misma universidad y en mi mente nunca recuerdo haberlo visto, pero después de aquel día en el karaoke ya no pasaba desapercibido. Es como si mi mente hubiese desbloqueado un elemento invisible y ahora lo veía por todos lados. No sé si fue el destino o la casualidad, pero en los días que le siguieron a esos, comenzamos a interactuar más. Intercambiamos números de teléfono y nos pasábamos hasta bien tarde en la noche hablando. A veces cuando no podía dormir, le marcaba y él me cantaba hasta quedarme dormida. Así, poco a poco me fui enamorando de él y muy pronto tuvimos nuestra primera cita oficial. Fuimos a comer y allí nos encontramos con sus compañeros del pelotón. Si, así como lo oyen, su pelotón. El chico que se había robado mi corazón, Hobi, era lo que siempre había dicho que no querría como pareja, un soldado.

Luego de esa cita me fui a mi casa dispuesta a olvidarlo. Yo no me someteria al dolor de no saber si estaba vivo o no, yo sufriría en silencio, pero lo olvidaría. Los días pasaron y yo no me volví a encontrar con Hobi. Tampoco le respondí los mensajes ni las llamadas, pero un día, fue difícil evitarlo. Una noche cuando regresaba de la biblioteca, lo encontré esperándome al frente de la residencia.

-Min Ah.- me dijo, pero yo intenté esquivarlo sin decir nada.

-¿Al menos podemos hablar?- me dijo y todos a mi alrededor comenzaron a mirarme. Por eso, lo tomé de la mano y busqué un lugar tranquilo para poder despedirme.

-Hobi...- Fue lo único que llegué a decir porque él me interrumpió.

-¿Acaso hice algo mal? ¿Algo no te gustó de nuestra cita?- me preguntó y sabía que debía mentir, pero no pude.

-No.- respondí.

-Entonces, ¿qué pasó? Estábamos bien todos esos meses que hablamos, no parecía que hubiese algún problema. No entiendo porque desapareciste y no contestas mis llamadas.- me dijo y juzgando por su mirada, sabía que lo había herido.

-Hobi, no puedo hacer esto.-

-¿Por qué?-

-No presiones.- le dije con un hilo de voz. Él se acercó a mí y puso sus dos manos a cada lado de mi rostro y su frente con la mía.

-No puedo. No sabía que eras soldado.-

-¿Y eso que tiene que ver?-

-Me prometí a mi misma que jamás me enamoraría de un soldado.- Le dije. Hubo un silencio en el cual nos quedamos en la misma posición.

-¿Te enamoraste de mi?- preguntó Hobi con una voz esperanzada.

-Eso no importa.- le dije e intenté voltear mi rostro, pero él no me dejó.

-Si, si importa.- me dijo en un susurro. -Importa porque yo también me he enamorado de ti y si sientes la mitad de lo que yo siento, sé que no podrás escapar de esto porque yo no puedo y no quiero. Amo verte todos los días. Amo escuchar tu voz hasta altas horas de la noche y amo que me llames cuando no puedes dormir. Amo tu hermosa sonrisa y cómo arrugas tu nariz cuando ríes. Estos últimos meses hablando contigo han sido un proceso de enamorarme de ti una y otra vez.- No podía estar más que sorprendida por lo que Hobi había dicho y aún más porque yo también sentía lo mismo. Estaba enamorada de su voz desde aquel día en el karaoke y Dios sabe la de veces que me volví a enamorar viéndolo cada día. Incluso, sonreía cada vez que mi celular sonaba porque sabía que era un mensaje suyo. Él era lo primero que quería ver en las mañana y lo último antes de dormir. No pude evitar derramar una lágrima pensando en lo injusta que era la vida y en cómo se había reido de mi. Juré nunca enamorarme de un soldado, pero mirenme aquí, con el corazón atrapado por él. Hobi pasó sus pulgares por mis mejillas para limpiar las lágrimas que se habían escapado de mis ojos.

-Min Ah, sé que da miedo amar a alguien como yo, pero te aseguro que nada de lo que estás pensando, pasará. Prometo que no importa a donde me asignen siempre regresaré a ti.- me dijo Hobi antes de darme un suave beso, nuestro primer beso.

Y así fue como conocí a mi esposo. No les voy a mentir y decirles que todo ha sido fácil porque no lo ha salido. La primera vez que lo llamaron al servicio fue un año después de la boda. Yo era toda un manojo de nervios. La noche antes, él tuvo que cantarme al oído para que yo pudiese quedarme dormida. Al día siguiente era la esposa que más lloraba y todas las demás tuvieron que darme ánimos. Esa primera vez, cada tocada en la puerta o llamada desconocida me sobresaltaba porque pensaba que al otro lado estaría alguien para darme una mala noticia, pero nunca ocurrió. Él regresó unos meses después sano y salvo.

Ahora, me encontraba rememorando todos esos momentos mientras que esperaba a que llegase su vuelo. De pronto, comenzaron a salir soldados por el área de desembarque y entonces lo vi. Comencé a correr en su dirección mientras veía como él soltaba sus mochilas y abría sus brazos para recibirme. Cuando estuve cerca, brinque encima suyo enredando mis piernas en su cintura y él pasó ambos brazos por la mía. Enterré mi rostro en su cuello y olí ese aroma tan peculiar a él, vainilla. Entonces, despegué mi rostro de su cuello para poder mirarlo. Estaba guapo como siempre. No pude aguantarme y le di un beso rápido que hizo que se riese y luego atrapase mis labios en un beso más profundo, apasionado y que llevaba todos los besos que no pudimos darnos este año por la distancia. Entonces, nos separamos para recuperar la respiración y nos quedamos con nuestra frente recargada en la del otro.

-Te extrañé mucho.- le dije con un susurro en sus labios.

-Te amo.- me respondió él.

Y así ha sido mi vida, esperándolo cada vez que se va a una misión y él cumpliendo su promesa de siempre regresar a mi.

One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora