7. Dream
King of the dreams.
Mirando mi reflejo en el agua, que era más hacía al vació que nada. Tantas preguntas pasaban por mi mente y quería las respuestas. Sin saber por dónde comenzar a buscarlas.
—Señor—reconocí la voz de Lucienne hablarme de espaldas, pero no me moví de mi lugar—. Lleva horas sentado ahí. ¿Debería de preocuparme por algo?, ¿o se trata de ese ser en el que está interesado?
—Solo recordaba como siglos atrás, conocí a una joven reina llamada Titania, reina de las hadas. Caí profundamente ante ella aún así se haya casado con Oberon. Estaba tan molesto pero acepte continuar. Me convertí en su amante. Me obsequiaba hadas quien ahora son sueños. En tiempos de crisis familiares como fue perder al hijo pródigo, deje de visitarla tan seguido, que se comenzó a comportar extraño después. El poder que había tomado a partir de su matrimonio la cegó de arrogancia, el poder le había nublado el juicio. Y en un momento, deje de verla para siempre.
—Considero que fue una buena decisión, mi señor—Se colocó Lucienne a mi lado, dispuesta a seguir escuchándome—. Pero su mirada no significa nostalgia, está perdida en algo más.
—Estoy confundido Lucienne. Me confunde mucho.
—¿Quién?
—Leah.
—¿Leah, que hace que cause en usted pensar?
—Toda ella—su reflejo se hace presente en el agua ya que la estoy pensando. Algo que por suerte puedo verlo solo yo—. Su belleza hace inevitable no poder dejarla de mirar. Olvido de mi propósito. Y cuando me pierdo en sus ojos. En ellos noto una gran diferencia. Entre los ojos de Titania veía, anhelo, ambición. Pero en los de Leah, solo miro...paz, calma. No es humana, también lo he notado cada que estoy con ella al percibir su energía, su vibración, su aura. Pero aún no soy capaz de percibir su ser. Y me preocupa que debajo de su amabilidad, se llegue a presentar como Titania. Pero más me preocupa que mi corazón este respondiendo de otra manera.
—¿Hace latir su corazón?—abrió los ojos tanto que sospechaba que estaba en completa sorpresa. Como hace siglos que no la veía así. Bajo esos grandes anteojos que portaba percibí un brillo en su mirada y no lograba entenderlo. No se a que punto de sinceridad y confianza llegue para que le contara sobre mis mas profundos pensamientos. Pero la veía emocionada.
—Con tan solo pensarla.
—Mi señor eso es... eso es... muy bueno.—lo dijo casi en un chillido que no logré entender pero me arrepentí al instante de haber abierto la boca—Quiero decir. No es malo que nos atraiga y nos de curiosidad otro ser. Ni tampoco puede juzgar sin siquiera conocer sus verdaderas intenciones. Y más que nada, su verdadero ser. Quizás...— se sentó a un lado de mí, mirándome, y también la miraba esperando sus palabras— debería de... acercarse e interactuar. No solo observar. Si no también sentir. Y darle respuesta a todas aquellas dudas en su mente.
¿Estaría en lo correcto?
—Gracias... Lucienne.
Inclinó la cabeza y sin más se alejo de mi lado. Dejándome solo de nuevo.
Me mantengo en silencio durante más tiempo. Dándole vuelta a las palabras. Gestionando las emociones. Hasta que decido desvanecerme para hacerme aparecer por los jardines de mi reino. Caminando sin rumbo, escuchando el silencio.
No había experimentado esto en siglos. ¿Por qué ahora? ¿Por qué no puedo evitar que esos molestos latidos se detengan cuando por un segundo pienso en ella?
Las nubes en el cielo pronto se marchitaron, y lloraron rayos. Feroces e incontrolables como lo que sentía por dentro.
No importa. No debería de importarme. Haré que todo aquello se esfume, no es necesario algo que me estorba.
Por las orillas de un lago de aguas claras, me percate de un verdor ameno perteneciente a Fiddler's green. Siempre se encarga muy bien de su trabajo. Por lo que me hizo tomar conciencia de que estaba cerca de su hábitat. Y nunca le había agradado mi furia. Con respiración pausada y tranquila fui regresando a mi estado habitual. Tenía que mantenerme al margen, si no sospecharan de mi inestabilidad.
—¡Ey, no!—se burló alguien cerca de donde me estaba encontrando. Lo que llamó mi atención. Así que camine sigilosamente guiándome por las carcajadas, hasta que mire su cabello castaño en movimiento.
Se giró y confirme mi sospecha, era ella. Portaba un vestido corto en color blanco, estaba descalza.
En uno de sus sueños.
Estaba peleando contra Matthew quien se burlaba de ella por ser más veloz en comerse unas moras.
No se porque razón sus sueños me parecen patéticos y tan entretenidos de presenciar.
Me recargue en el tronco de un árbol, observando la escena. Parecían ni siquiera notar mi presencia.
Cierto, aun no he interferido siquiera para que me noten.
—No solo observar.—Sonó la voz de Lucienne en mi mente recordando sus palabras.
Me puse recto, no sabía que estaba por hacer o que debía de hacer. Por lo que camine adentrándome. Las carcajadas de Leah dejaron de sonar. Porque su mirada estaba puesta en mí.
—Hola— me saludo sonriente—. ¿Tú...
Su semblante alegre cambió su rostro a uno muy confundido, y asustado.
—¡Tú!
Exclamó con asombro y molesta a la vez, como si se aterrara de mi presencia retrocedió. Y como si le molestara a la vez comenzó dando zancadas en mi dirección.
Viene hacia mí.
Y por instinto saque la bolsa de arena de mi bolsillo. Se paró en seco, ya cuando estaba a unos cuantos pasos, sin dejar de mirarme en confusión.
—Espera...¿Morfeo?
Sople de esta, cerca de su cara. Y se desvaneció dejando el reino de la ensoñación.
Gracias Lucienne. ¡Ahora tengo otro problema más que resolver!
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N.A.¡Hola! Capitulo super cortito. Hoy tuve mi primer día de clases ya en 5 semestre. Omg estaba tan asustada. Pero todo salió bien. Y escribi durante fragmentos en el dia, perdonen si sienten que no tuve inspiración para escribir.
Y no puede ser!, muchísimas gracias por tantas lecturas y sus comentarios. Me alegran el día. Los quiero un montón. Hasta mas tarde, cuídense.
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¿Quién es el hombre de mis sueños? [The Sandman I ]
FantasyLeah visita el mundo de la ensoñación mientras duerme como todas las noches, pero una noche llega a encontrarse con un hombre, tan imponente y misterioso. Lo mira tan claro, y recuerda que lo ha visto anteriormente por el jardín que camina. ¿Quién e...