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24. The other side

No le quise explicar sobre lo que había visto mientras dormía.

Pero después de todo, él es el rey de los sueños. Él sabía de perfectamente todo. Y si no, se encargaria de averiguarlo.

—No volverás a tener pesadillas jamás.

Mencionó tratando de que regresara a mi estado habitual. De que dejara de pensar en ello. Pero me era difícil cuando las imágenes daban vueltas en mi mente. Y mucho menos cuando no podía dejar temblar levemente. Pero él ya se había dado cuenta de eso. Y lo supe en cuanto con suavidad sus dedos recorrieron mis mejillas de forma lenta para tomar un cadejo de mi cabello hasta posicionarlo detrás de mi oreja.

Despegué mi mirada de sus ojos hipnotizantes para ver ahí en la ventana de mi habitación. La cortina blanca se movía con suavidad por el viento que comenzaba a entrar a mi habitación tornandola más fresca. Había olvidado cerrar mi ventana por la noche.

Y entre ella se colaban ligeramente los rayos del sol. Iluminando mi alrededor.

—Ven conmigo Leah.

Regrese a tomarle atención. Y extendió su mano y no dude en tomarla.

Pronto, nuestro alrededor se fue desmoronando. Las paredes se comenzaron a desvanecer. Y quiero pensar que se trataba de un efecto de la translación. Hasta que de pronto nos encontrábamos en ese mismo bosque de árboles tan verdes como ningún otro, tan brillante y tan vivo. Donde habitaban ahora nuevas y bellas aves que cantaban alegres. El mismo lugar donde nos habíamos besado por primera vez.

Seguimos con la misma postura. Él, con las piernas flexionadas y con sus manos en mi cintura. Mientras que yo, estaba sentada sobre él, con una de mis manos tomarse de su cuello.

Mi bata de seda blanca contrastaba contra su ropa oscura. Como si señalará lo opuestos que éramos entre sí.

—¿Qué te tenía tan asustada?—me preguntó con curiosidad por mi comportamiento.

—Cuando era pequeña, recuerdo que padecía mucho de pesadillas. Siempre se sintieron como si fueran parte de algo verdadero. Como si en verdad las hubiese experimentado en vida. Era algo demasiado aterrador. Y cuando despertaba, la mayor parte de las veces en la madrugada, siempre se me cruzaba a la mente que seguía atrapada ahí. Y que en verdad aún no había despertado. Y dormía en una habitación donde solo estaba mi mera compañía. Pero me aterraba la idea no fuera así.

—¿Te asustaba la oscuridad?

—Sí.

—Te sorprendería saber que recién he luchado contra ella.

—¿Contra la oscuridad?

—Sí. Durante mi ausencia muchas partes de mi reino se esfumaron, o en el peor de los casos se volvían independientes creando sus propios mandatos.

—¿Y entonces, qué hiciste?

—Me enfrente a ella.

Mi mirada bajó a ver sus brazos cubiertos por las mangas de su gabardina. Pero algo no me convencia. Y curiosa, comencé a subir de manera lenta la manga de su brazo derecho encontrándome con heridas tan profundas que resaltan su pálida piel.

¿Quién es el hombre de mis sueños?  [The Sandman I ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora