Capítulo 14: Más valiosa que el oro

313 23 10
                                    


Judith estaba en mis pensamientos la mayor parte del día, además, estábamos viviendo bajo el mismo techo, por lo tanto, la veía casi todo el tiempo; excepto cuando me iba a trabajar y colaborar con el pueblo en la reconstrucción.

Era algo nuevo para mí, porque por primera vez estaba trabajando honestamente, además, también llevaba bastante tiempo en el pueblo. Pocas veces había permanecido en un lugar más de una semana.

Los caballos y algunos objetos de los muchachos habían quedado bajo mi cuidado; Mary-Anne, la esposa de Leonard odiaba que la puerta de su casa estuviera plagada de animales cagándose en su entrada. Pero, era yo quién limpiaba todo eso, también los alimentaba y cepillaba. De hecho, cuando estaba con los muchachos, yo mismo me tomaba el tiempo de cuidarlos. Porque Paul y Wallace mucha paciencia no les tenían.

Estaba cuidándolos, cuando acaricié a mi querida Nevada y en ese instante Judith apareció sumándose a darles mimos a los demás caballos. Su sonrisa era cálida y el cariño que les tenía a los animales era conmovedor. Ella siempre les hablaba y les explicaba por qué estaban ahí, quizás los equinos le entendían por qué se quedaban tranquilos y esperaban recibir sus caricias.

Su favorito era 'Diablo', el purasangre que Paul robó conmigo cuando cabalgábamos por el Estado de Nevada. Necesitábamos nuevas monturas y la oportunidad se presentó cuando encontramos un establo lleno de purasangres caros.

Wild y Estella pertenecieron a Wallace y Guacho, desde que ellos dejaron este mundo los animales quedaron abandonados, no tuve más opción que buscarlos y hacerme cargo de ellos.

—¿Qué harás con ellos? —preguntó Judith, ofreciéndole un terrón de azúcar a Diablo—. Son muy lindos.

—Lo son. —Dejé a mi niña en paz y me acerqué a Judith—. No tengo un establo, quizás deba venderlos.

Judith lució decepcionada, pero no dijo nada al respecto, sólo siguió viendo a los caballos que tanto le gustaban. A mí también me decepcionaba pensar en venderlos, pero no tenían espacio, no podía tenerlos en la casa de Leonard todo el tiempo.

—¿Vas a irte del pueblo? —Cambió de tema. Su voz sonaba débil y preocupada.

Ni siquiera yo sabía qué iba a hacer.

—Todavía tengo asuntos que atender aquí. —Fui sincero, estaba comprometido con el trabajo de restauración.

Judith se mordió los labios, luego miró sus zapatos oscuros llenos de polvo y finalmente enfrentó mi mirada con la suya.

—Porque... quiero saber ¿qué pasará con nosotros? —preguntó viéndome a la cara, sus ojos parecían los de un cachorro perdido—. Tengo sentimientos por ti, Angus.

Su confesión fue un cálido golpe que me hizo estremecerme por dentro. Se veía tan hermosa colocando sus manos sobre su pecho para expresarme lo que sentía. De pronto me sentí acalorado y mi corazón se aceleró, me sentía un idiota parado ahí frente a ella sin saber bien cómo responder ante su confesión. ¡Oh, mierda! También tenía sentimientos por ella, era obvio.

Pero también una parte de mí sentía que no lo merecía...

—Judith. —Hice una pausa para pensar, en parte quería correr y esconderme porque estaba más nervioso y asustado que la primera vez que asalté un banco—. ¿Estás segura? Porque, quizás el hecho de que te haya salvado pudo haberte confundido. Las personas que destruyeron tu hogar y asesinaron a tus vecinos eran... Mi familia o lo más cercano que tenía a eso, yo de cierto modo soy como ellos.

Mis manos estaban sudando, apenas pude terminar de decirle todo, no quería hacerla sentirse mal, pero debía hacerle entender quién era yo realmente. La señorita Dubois frunció levemente su ceño e inspiró hondo, mi respuesta no le había agradado.

—¡Sé quién eres Angus Phillips! —respondió poniendo las manos sobre su cadera—. Desde que llegaste has sido una buena persona, me salvaste y has sido amable con todos. ¡De hecho querías evitar que Paul hiciera el desastre que hizo! Hasta podrías robar el banco ahora mismo, no hay ni seguridad, tienes un joven purasangre y armas, sin embargo, aquí estás recogiendo el estiércol de los caballos de tus amigos muertos.

Me quedé paralizado mirando el gris de sus ojos. Tenía razón, tenía muchas oportunidades para continuar y terminar lo que Paul había empezado. El banco que todo el tiempo había querido asaltar estaba servido en bandeja para mí, pero yo no deseaba robarlo.

—Realmente no sé quién soy.

—Ese patán era tu mentor y todo el tiempo hiciste lo que él quiso que hicieras. Ahora puedes hacer lo que tú quieres, eres libre y la persona que estás siendo ahora, eres tú realmente.

Respiré por la boca mientras procesaba lo que ella acababa de decir, dándome cuenta de que tenía razón; ¡era libre! Podía irme o quedarme, asaltar el banco o recoger estiércol, todo dependía de mí y Paul no estaría en mi oído burlándose o amenazándome.

—Eres tan sabia, Judith —dije agachándome para mirar mis botas.

Ella estaba frente a mí y de a poco fue acercándose hasta tomar mis manos donde finalmente terminó apoyando su cabeza en mi pecho. Respiré tranquilo, su cercanía me hacía sentir bien, no podía negar de que algo también sentía por ella, pero era todo tan nuevo para mí que no sabía cómo reaccionar. Aunque no me sentía a la altura, Judith era tan inteligente, bella y buena; mientras que yo era todo lo contrario.

—No me confunde que me hayas salvado. —Alejó su rostro para poder mirarme—. Yo sé que me importas, me gustas y quisiera... Ya sabes, que intentemos algo juntos.

—¿Estás proponiéndome ser... pareja? —Abrí los ojos y la boca con sorpresa.

—¡Lo sé! ¡Soy una descarada! —rio avergonzada—. Pero, tú no eres muy decente que digamos, acabas de decírmelo —bromeó sonriendo para alivianar la tensión.

Tuve que reírme con ella. Y la verdad, no me molestaba que ella lo propusiera, quizás a otros sí les parecería un descaro, pero a mí no. Judith era decidida y eso me gustaba de ella.

—Entonces deberíamos tener otra cita —sugerí sonriéndole.

Despacio rodeé mis brazos en ella y dejé que descansara en mi pecho, con dulzura acaricié su espalda, mientras que ella abrazó mi cintura acomodándose placidamente.

No iba a marcharme de Gold Springs, no podía dejarla, ni tampoco quería hacerlo. Cuando llegué aquí imaginé que asaltaría otro banco, quizás la mina de oro, pensé que me marcharía con un buen botín. Pero no fue así, estaba dispuesto a quedarme en el poblado, a seguir recogiendo escombros sólo por Judith, porque ella era más valiosa que el oro.

 Pero no fue así, estaba dispuesto a quedarme en el poblado, a seguir recogiendo escombros sólo por Judith, porque ella era más valiosa que el oro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Así termina el primer arco de esta historia. ¡Quedate ahí que esto sigue! 

¿Qué te pareció? ¿Qué crees que les deparará a Judith y Angus?

¡No te olvides de dejar tu voto! <3

Más valiosa que el oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora