Capítulo 13: No quedó nada

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La casa de Leonard era amplía, contaba con varias habitaciones de huéspedes que terminaron siendo ocupadas por quienes se quedaron sin hogar. Ahí entrabamos Joss, Grace, Judith y yo, que nos habíamos quedado sin un techo donde vivir.

Bueno, yo nunca había tenido un techo, pero estaba hospedándome ahí como huésped del Golden Hotel que se quedó sin un lugar para dormir.

En la casa de Leonard tuve que compartir cuarto con el viejo Joss que todos los días se quejaba por sus lesiones y por la perdida de su hotel, yo lo escuchaba en silencio pensando en que había perdido a mi mejor amigo y a los idiotas hijos de puta que consideraba mi familia.

Después de tantos años otra vez estaba solo, sin rumbo y sin saber qué hacer con mi maldita vida.

Por eso salía a ayudar a los afectados de la masacre, porque muchos padecieron la furia de Paul ese día y de cierto modo, sentía que les debía algo por haber sido el cómplice de ese idiota. Leonard estaba lesionado y mucho no podía hacer, por eso tuve que darle una mano, ya que todos sus ayudantes habían muerto.

El primer día tuve que apilar cuerpos en el cementerio local, donde otros hombres cavaban las tumbas donde estos descansarían eternamente. La mayoría eran muchachos jóvenes y gente trabajadora que antes había visto disfrutar la fiesta de Gold Springs.

Trataba de mantenerme firme, pero tanta muerte y desolación me afectaba. ¿Y a quién no? Mi pecho dolía y mis ojos se humedecían, pero respiraba hondo tratando de no pensar mucho en lo que ocurría a mi alrededor. Pero era desgastante.

—Oye, Angus, ve a descansar, debes recuperarte también. —Leonard apareció por detrás, distrayéndome—. Has trabajado duro, luego tenemos que hablar.

—¿Qué quieres hablar? —pregunté mirándolo a la cara.

—Luego, ahora descansa, yo también debo hacerlo.

Algo me decía que lo que quería decirme tenía relación con mi asociación con Paul. Pero no era momento, él andaba trabajando a pesar de sus heridas y yo también, ambos necesitábamos un descanso.

Por eso volví a la casa, donde afuera encontré a Grace organizándose con otras personas porque querían hacer una comida para quienes más lo necesitasen. Apenas los saludé y entré en la casa, allí me encontré con Judith.

—Angus —saludó bajando las escaleras—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, sí —mentí, no estaba de ánimos y seguía recuperándome de los golpes que me dieron—. ¿Y tú? —La hinchazón de su pómulo había disminuido.

—Estoy bien. —Se acercó hasta mí a verme con sus bellos ojos grises—. Estuve hablando con Leonard —dijo y sentí un escalofrío al pensar que podía estar en problemas.

—¿Qué hablaste? —Desconfiado, empezaba a prepararme para huir.

Minutos antes, el comisario me había dicho que tenía que hablar conmigo sobre algo. Ella sabía que yo no era un viajero y Leonard no era un tonto, él sospechaba de mí todo el tiempo.

—Leonard está muy agradecido con tu ayuda, estos días han sido muy difíciles para Gold Springs y es bueno tenerte aquí.

—Judith. —La detuve, no quería halagos—. Tú sabes muy bien quién era yo y qué era lo que venía a hacer aquí.

Ella suspiró bajando la mirada.

—Lo sé, pero desde ese día que los detuviste sólo has estado ayudándonos. Tú me salvaste y no he podido darte las gracias. —Elevó su vista hasta mis ojos—. Gracias, Angus.

Más valiosa que el oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora