HueningKai me ayudó mucho a superar mi depresión y ansiedad.
Ese día, cuando Yeonjun me encontró en el suelo del baño, me prometió ayudarme en todo y así lo hizo. Lo quería mucho, porque a pesar de todo, siguió ahí.
HueningKai tampoco se queda atrás. Me fue a ver todos los días sin falta y se preocupaba mucho por mi.
Cuando cumplimos la mayoría de edad me mudé con HueningKai a un departamento espacioso, perfecto para los dos. Entendí que mi padre era el problema, y alejarme de él era la cura para mi depresión.
Kai abrió su propia repostería, llamada "SK". Kai era la medicina para mi corazón hecho trizas y vacío, eso me hacía muy feliz.
Cada día despertaba a un lado del amor de mi vida y eso lo amaba, como no tienen idea.
También con los años aprendí a tener responsabilidad afectiva y a amar. Kai me lo había enseñado y se lo debía todo a él.
Tuvimos que pasar por muchísimas cosas muy tristes y que en ese momento pensamos que lo nuestro no tenía futuro. Pero por alguna razón siempre nuestros destinos se juntaban. Te ame y te amo de la manera más hermosa y perfecta que había en este mundo.
Kai me ayudó mucho a superar mis miedos y a hacer mis sueños posibles.
Al final, nunca les caí cien por ciento bien a tus papás, pero tú siempre me defendías de todo el mal. Recuerdo cuando cumplimos tres años de noviazgo y te fui a ver a tu casa, tú padrastro casi me quería poner veneno en la comida. También me había enterado que le caía bien a tu papá, eso me ponía muy feliz porque al fin alguien si creía en mi amor por ti.
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Cocinabas algún pastel para el día de mañana. Mi cumpleaños.
Era de chocolate, tu rostro estaba repleto de harina y tus manos igual.
Sonreí al verte así, era tu habitad natural. Me acerqué a ti por detrás, agarrandote de la cintura y enterrando mi nariz en tu cuello olor a vainilla.
—Mmmmh. Me encantas.— Empecé a besar tu cuello con besos húmedos y tu reías.
—Binnie, estoy haciendo tu pastel. ¿Podrías dejarme hacer mi trabajo?.— Negué y te giré en un rápido movimiento. En donde tu espalda quedó presionada contra la isla de la cocina.
—Una vez te dije que quería hacerte algo. ¿Lo recuerdas?.— Empecé a desabrochar el mandil amarillo que traías puesto mientras pensabas.
—No lo recuerdo. ¿Qué era?.— Quite mi saco color negro y lo tiré al piso.
—Estábamos platicando.— Desabroche botón por botón de la camisa color rosa pastel que traías y te pusiste nervioso. —Y me preguntaste que quería que me cocinaras, algún postre...— Tú torso estaba desnudó y puse tus brazos en mis hombros. —Y yo te dije que te quería comer a ti...— Baje tus pantalones, dejándote solo en ropa interior. —Con chocolate.— Sonreí al ver tu expresión.
