We know what it's all about

210 33 20
                                    


—Te amo, te amo, te amo.— Decía mientras te daba besitos en la cara.

—Lo amo más. ¡Mucho más!.— Tomaste mi rostro entre tus manos y me diste un pequeño beso en los labios.

Pasaron meses desde que fui a tu casa a hablar con tus papás. Todavía no me dirigían la palabra en si, pero podía estar en tu casa sin que dijeran nada. Como ahora.

Me invitaste a tu casa después de lo sucedido. Invitaciones que yo aplazaba para no tener que ser rechazado por tus padres, pero me descubriste y me llevaste a rastras a tu casa. Ahora estaba recostado en el respaldo de tu cama contigo en mi regazo.

El cuarto de Kai era simple pero lindo. Lo compartía con su hermano y la parte que a él le tocaba era muy linda. Tenía cosas pegadas de su banda de k-pop favorita, junto a una foto de nosotros el día de mi cumpleaños.

Ese día habías hecho un pastel para mi, era de chocolate. Recuerdo que no lo quise compartir con nadie porque decía que era solamente de ti para mi. En la foto se podían apreciar nuestras personalidades.

Tú estabas vestido con una playera blanca que tenía un estampado con letras de color negro. Unos jeans azul claro y un paliacate doblado en tu frente como una diadema.

Mientras que yo vestía una playera de manga larga color negra. Unos jeans del mismo color y unos converse negros.

Mientras tú eras lindo, amoroso y amable.

Yo era sarcástico, coqueto y serio.

Éramos completamente diferentes y eso nos hacía especiales. Porque nos complementábamos perfectamente.

—Kai. ¿En serio no hay problema con que me quede? Siento que tu padrastro vendrá en la noche y me ahogará con mi propia almohada.— No quería morir en ese momento.

—Me dieron permiso para que se quedara Bin, hablo en serio. Además no estarán porque mi madre tiene negocios y bla, bla, bla.— Te acurrucaste mejor en mi y asentí.

—Solamente era para confirmar.— Empecé a hacer masajes en tu espalda y tu reíste.

—Me ha preguntado cinco veces, y las cinco veces que ha preguntado le he respondido lo mismo.— Rodé los ojos y te di una nalgada.

—Ya, lo siento. Es que estoy nervioso, además de que mi madre no me deja quedarme en casas ajenas. Fue todo un problema que aceptara.— Bufé molesto.

En realidad no sabía porque me caía mal mi madre. Supongo que por sus acciones o algo así, pero con simplemente escuchar su voz me daban ganas de romperle la tráquea.

—Estará bien, estará aquí conmigo, así que no le pasara nada.— Nos empezamos a besar lentamente. Salían suspiros de tus labios y en la habitación solo se escuchaban los pequeños chasquidos de los besos que nos dábamos.

Estábamos tan tranquilos que no escuchamos cuando tu mamá subió las escaleras, ni cuando se fue acercando al cuarto, ni tampoco cuando toco la puerta histérica porque la teníamos cerrada.

Te bajaste de mi y rápidamente fuiste a abrirle. Escuche por lo bajo como te regañaba por tener la puerta cerrada.

Llegaste con la mirada un poco decaída. Entonces me levante del colchón y fui hasta ti.

—¿Qué pasa amor? ¿Me tengo que ir?.— Asentiste con pesadez y suspiraste.

—Lo siento Bin, ella...Yo...¡Ahg!.— Fuiste hasta la cama y te tiraste en ella. Rápidamente te hiciste bolita en ella y no saliste.

—No te preocupes amor, lo siento...Yo fui el que causó esto.— Fui hasta ti y sobe tu espalda.

Te levantaste y te sentaste sobre mi cuando dije las últimas palabras.

—No tiene la culpa de nada usted. No se haga ideas tontas por favor.— Besaste mi mejilla derecha y decías palabras bonitas en mi oído.

Siempre tratabas de hacerme sentir bien. Y eso era lo que más me gustaba de ti.

—Amor, piénsalo. Si yo no te hubiera conocido no te habrías mudado, no habrías llorado por alguien como yo.— Daba una sonrisa mientras decía la verdad, porque eso era, la verdad. —Eres tan especial, quisiera ser también especial. Pero solo soy un cretino.—

Bese tus manos con amor mientras veía como me mirabas triste.

—Usted es lo más bonito que me ha pasado en mi cortita vida. Yo no se que haría sin usted...— Tú amor hacia mi era tan puro.

—Te amo Kai, pero no se como alejarme para que estés bien. Porque sin mi, te preocuparías más por ti y disfrutarías tu vida sin estar pensando en mi.— Negabas como loco y yo solo asentirá y sonreía.

—No digas eso por favor, ya no más. Yo lo amo tanto que me pone tan triste escuchar como se echa la culpa de todo. Yo estoy bien si tú estás bien.— Me sorprendí al escuchar como me tratabas de "tú".

Tu desesperación era tanta que olvidaste decirme "Usted". Tú querías que yo supiera que no era mi culpa, pero así lo sentía yo aunque me doliera tanto.

—Perdón, yo no quería hacerte sentir así amor. Lo siento tanto.—

Acaricie tu carita mojada por las lagrimas que acababas de derramar. Se me rompió el corazón al verte así. Te abrace y susurre un pequeño: "Tienes que alejarte de mi". Pero recibí un pequeño "No quiero".

Después de eso me fui a mi casa por unas horas. Ya que como sabía que tus padres no estarían decidí quedarme en la noche contigo e irme en la mañana.

Mientras caminaba solamente pensaba en cuánto te amaba y si en realidad te hacía feliz. Dime ¿Te hacía feliz? ¿Lo hago?. Porque en mi mente no lo hacía, solo te traía desgracias y lágrimas. Te amaba y mucho, pero te amaba tanto que dolía.

Entre a mi casa y fui directo a mi habitación para acostarme en ella y ponerme los audífonos para olvidarme un poco de lo mierda que era. Pero no fue bueno, ya que recordé vagamente a Sunno y como mis labios impactaban con los de el.

Ahora Sunno estaba roto y no tenía arreglo. Recordé lo que me había dicho después de haber terminado con su novio.

Nadie me verá más allá de ser un chico lindo. Todos me usan y se van, se cansan de mi. Solamente soy bonito. ¿No es así?—

Y no pude hacer otra cosa más que abrazarlo, porque después de todo yo pensaba lo mismo. Solamente quería a Sunno para olvidar lo inolvidable.

Suspire rendido y seguí escuchando música.

Me había dormido un rato, rato que se convirtió en dos horas. Así que me puse una sudadera negra con amarillo que tenía aventada por ahí y salí de mi casa a las doce de la noche. Obviamente mi madre no sabía nada de esto.

Llegue rápidamente a tu casa, ya que no estaba realmente lejos de la mía. Saque mi teléfono y te marque.

—Estoy afuera gomita. ¿Podrías venir a abrirme?.— Solté un bostezo y escuche una risita en la otra línea.

Claro, yo voy.— Colgaste y espere con brazos cruzados en la entrada de tu casa.

No había entrado y ya te tenía colgado a mi.

—Si vino, creí que no lo haría.— Bese tus labios. Se sentían cálidos, en cambio los míos se sentían fríos.

—No podía dejar plantado a mi Dulce princesa.— Hice una referencia a Hora de Aventura y reíste.

—Pase por favor.— Asentí y me fui adentrando a la casa. Se sentía un poco fría, pero cuando me fui adentrando a tu cuarto todo era cálido.

Después de eso nos pusimos a ver caricaturas casi toda la noche. Caíste dormido antes que yo y solamente pude apreciar tu hermosura mientras dormías a un lado de mi.

—Te amo.— Dije mientras cerraba los ojos y me quedaba perdido apretando tu cuerpo delgado contra el mío.














Soobin te sientes muy personal.

𝘙𝘢𝘪𝘯𝘺 𝘋𝘢𝘺𝘴 𝘈𝘯𝘥 𝘔𝘰𝘯𝘥𝘢𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora