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14 septiembre 2020-2pm

Era mi último día de castigo con ella. Menos mal, todos los días anteriores me los había pasado mirando a la nada y deseando que tocará el timbre. Nuestra relación ha ido a peor, ahora nos odiábamos mucho más que antes, cosa que sinceramente no me importaba. Pero hay una cosa que no podía evitar, y esa es sentirme algo atraída hacia ella.

Estaba caminando por el pasillo hasta que llego a la puerta de su oficina. Como todos estos días anteriores llamo, me dice "pase" y me siento en la misma silla.

Esta vez no decidí quedarme mirando al vacío y miré desde mi silla las estanterías, observando todo lo que tiene. Tenía algunos diplomas enmarcados y figuras extrañas de decoración.

—Hoy es mi último día de castigo, ¿no?—. Dije mirándola de repente y joder, la había pillado mirándome.

—Si, afortunadamente para las dos—. Respondió volviendo a mirarme.

—¿Por qué me incluye? ¿No podría ser una desgracia para mí? Digo que a lo mejor soy la única que disfruta estos castigos—. Dije bromeando.

Pero próximamente no sería ninguna broma.

—Pare de decir tonterías—. Sonrió, era la primera vez que la veía sonreír. Y otra vez pude ver esa cosa en su mirada, ese destello que no podía descifrar.

Mierda, joder, la madre que me parió.
¿Esta mujer no puede ser más preciosa?

Sonó el timbre dando por finalizada la hora.

-Bueno, hasta mañana profesora Lenox-. Dije antes de irme medio sonriendo.

****

Estaba caminando hacia mi casa y no paraba de pensar en Lenox y lo guapa que estaba cuando sonrió.

A lo mejor no tenía que ser tan mala con ella. Pero hay cosas en las que no estaba de acuerdo con ella y no dudaría en responderle.

Llegué a mi casa e hice mi rutina de todos los días: almorzar, estudiar y cenar.

I Hate You, I Love YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora