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Llegamos a casa y subí rápido a mi habitación. Necesitaba ponerme cómoda.

Así que me puse unos leggins negros, una sudadera gris y me hice una coleta baja.

-¿Quieres ver una película?-. Dijo mi padre cuando volví abajo.

Yo asentí, ya que no se me ocurría otra idea para sacarme a esos idiotas de la cabeza.

Nos sentamos los tres en el gran sofá del salón y pusimos una película de comedia. Nos sacó varias risas por lo que me olvidé de todo por otro rato.

Pero como pasa siempre, la realidad me dió otro golpe.

El teléfono de mi padre empezó a sonar. Cogió la llamada y salió al jardín para hablar.

Después de unos minutos volvió con cara de preocupación.

-¡Judith, tenemos que irnos! Acaban de intentar atracar mi oficina-. Le dijo a mi madre para después coger las maletas, que todavía seguían en la puerta y seguidamente la abrió.

-Sarah, lo siento. Tenemos que irnos pero te prometemos que vendremos a pasar unos días-. Me dijo mi madre antes de salir.

Y ahí estaba sola otra vez, en menos de cinco minutos ya se habían ido.

Me deslice por la pared hasta acabar tirada en el suelo del salón. ¿A caso he hecho algo malo para tener una vida así?

Apenas tengo familia, si a esto se le puede llamar así. No tengo amigos y en el amor mejor no hablar. Solo tengo dinero, mucho dinero.

Daría todo mi dinero a cambio de una buena vida. Con buenos amigos que no me traicionen, padres que ver todos los días y alguien que me quiera.

En fin, me levanté del suelo y me senté en el sofá. Intenté seguir viendo la película pero ya no me hacía gracia.

Así que apague la tele desganada y subí a mi habitación.

Me tiré en la cama intentando dormir algo, pero había algo que me lo impedía. Lenox.

Ella volvió a mi mente como una estrella fugaz.

¿Tubo ella algo que ver con lo de anoche? Esta duda empezó a comerme la cabeza.

DOS DÍAS DESPUÉS

2 noviembre- 7:57am

Me encontraba entrando al instituto después de los días festivos de halloween. Lo único que me animó a levantarme ese día era que tenía clase con la profesora Lenox y la iba a ver durante una hora seguida.

Las dos primeras horas se me pasaron eternas, me tocaba mates e historia. Las dos asignaturas que se me daban peor. Al menos tenía la ventana al lado, por lo que me pasé esas dos horas mirando a través de ella. Hasta que llegó la tercera.

Sonó el timbre dando lugar a la hora de tutoría y yo me estaba empezando a poner nerviosa.

Dos minutos después, ella apareció por la puerta. Iba como siempre, un traje elegante, tacones y un recogido.

Mientras caminaba a su escritorio le echó un vistazo a toda la clase, menos a mí. ¿Por qué había hecho eso?

No me dió tiempo a pensar más porque ella empezó a dar la clase y yo me hipnotice con ella, con su voz. Tan firme  como siempre, pero con un toque coqueta.

-Para el próximo día quiero que unan las mesas en grupos de dos, por lo que les daré la oportunidad de cambiarse de sitio-. Comentó.

Todos pusieron cara de alegría, pero a mi sinceramente no me importaba. Ya que sabía que nadie se hiba a sentar junto a mí.

La hora finalizó y Lenox no me miró en ningún momento, es como si fuera invisible. Así que con el ánimo más bajo del mundo me levanté de mi mesa y me dirigí a la puerta, pero una voz me detuvo.

-Señorita Moore, ¿le importaría quedarse un momento?-. Dijo ella y a mí casi se me para el corazón.

-Si, claro-. Respondí sin mirarle, tampoco quería parecer tan obvia.

Después de que todo el mundo saliera, ella caminó hacía la puerta y cerró esta. Seguidamente me miró a mí y yo a ella.

-¿Me puede explicar cómo acabó tan ebria la noche de Halloween?-. Preguntó con una ceja alzada mientras se acercaba un poco más a mi y yo trague saliva.

-Se lo podría explicar, el problema es que no me acuerdo de la mayoría de cosas que pasaron esa noche-. Respondí un poco avergonzada.

-Entonces le refrescaré la memoria. Apareció por la salida del instituto medio cantando, y después se puso a decirme cosas sin sentido y-. Cortó derrepente.

-¿Pasó algo más?-. Pregunté con curiosidad.

-Casi nos besamos-. Respondió mirando al suelo.

De un segundo a otro mi cara tenía el mismo color que mi pelo. Mentira, mucho más fuerte. Y el corazón se me hiba a salir del pecho.

-Lo.. Lo siento. Bebí mucho antes de salir-. Dije como pude.

-Ya, usted misma me lo dijo. Después la llevé a su casa-. Añadio ella también un poco avergonzada.

-Muchas gracias de verdad. Y siento mucho lo del beso, realmente hiba borracha-. Dije con el último aliento que me quedaba y salí de la clase para luego correr a los baños.

Mi intuición había acertado, pero lo que menos me esperaba era que hubiera estado a punto de besarla.

Entré al baño y como era de esperar, mi cara estaba como un tomate. Así que me la lave con agua fría durante un rato.

I Hate You, I Love YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora