Llegué a casa y subí a mí cuarto. Me puse ropa cómoda y me tiré en la cama a pensar qué debía hacer mañana, seguro se se volverían a reír de mí. ¿Por qué mi mejor amiga me traicionó de esa forma? y... ¿por qué no podía sacarme a Lenox de la cabeza?
Después de algunos debates mentales me fui a comer un poco.
El sentimiento de soledad cada vez era más grande. Mis padres nunca están en casa y los "amigos" que creía tener hace unas horas se reían de mí.
La tarde continuó normal, si se podía llamar así, ya que una personita estaba empezando a alojarse en mis pensamientos.
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28 octubre 2020-7:00am
Lamentablemente sonó la alarma de mí reloj indicando que me tenía que levantar y prepararme para volver a pasar por el mismo infierno que ayer. Escuchando murmullos y risas a mis espaldas.
¿Tan malo es que me gusten las chicas?
Me duché como todas las mañanas y fui a vestirme. Pero esta vez no quería llamar tanto la atención.
Me puse una sudadera negra y ancha por encima del uniforme. Esta vez no me maquillé tanto, solo con un poco de rímel y en vez de dejar mí pelo suelto lo recogí en un moño bajo.
Así pasaría desapercibida.
Salí de casa y como todos los días caminé al Instituto.
Mí corazón empezó a latir fuerte cuando estaba a punto de entrar. Para mí sorpresa poca gente me miraba, Marta y su grupo no habían notado mí presencia y eso hacía sentirme un poco aliviada.
Entré a mí clase y me senté en el sitio de al lado de la ventana, que ahora era mío.
Pasé las demás horas observando ese parque. Las personas que entraban y salían, algunos haciendo ejercicio, otros paseando a sus mascotas y otros simplemente iban a pasar el rato.
De vez en cuando miraba por pasillo a través de la puerta. Esperando a que Lenox pasara y me hiciera salir de la realidad por algún instante, como lo hizo el día anterior.
Aunque una pequeña parte de mí la seguía odiando, parecía que la empezaba a necesitar.
Al salir de clases tomé un camino distinto, tenía que ir a una farmacia a comprar productos para la herida de mi cara ya que no la he tocado desde que la profesora Lenox me la curó y ya me estaba empezando a escocer.
Llegué a la farmacia y compré lo que me recomendaron. Al terminar salí y caminé a mi casa. Pero un parque a mi izquierda me llamó mucho la atención.
Parecía estar bastante cuidado, pero no había nadie en el.
Entré y me senté en un banco aleatorio a descansar.
Observé el entorno por encima, había árboles, flores y una estatua en el centro. También observé los demás bancos, todos vacíos. Gracias a eso se podía respirar paz y tranquilidad.
Observé los bancos del fondo y extrañamente había una persona, una mujer.
Estuve valorando la idea de acercarme a ella y decidí hacerlo.
Me levanté y lentamente caminé en su dirección. Poco a poco podía ver su rostro mejor y este cada vez más se parecía al de una persona, el de la profesora Lenox.
Mi corazón empezó a latir fuerte al verla allí. Así que tontamente me escondí trás un árbol a observarla.
Estaba muy concentrada leyendo un libro. Y de la nada reaccionó, subió las manos a su cabeza y en un pequeño movimiento se quitó su recogido.
Dejó caer su pelo por su espalda mientras ponía cara de alivio.
Y yo no podía deja de mirarla, era como si estuviese bajo un hechizo.
Después de unos minutos, cuando Lenox parecía estar más normal salí de los árboles y torpemente casi me caigo, haciendo un fuerte sonido que llamó la atención de mi profesora.
Salí y caminé un poco vergonzosa hacía ella, que me miraba con el ceño fruncido.
-Hola profesora Lenox-. Dije con una media sonrisa cuando estaba delante de ella.
-¿Hola?-. Respondió extrañada al verme.
-Hola, ¿puedo sentarme?-. Pregunté señalando un espacio a su lado.
-Esta bien-. Dijo secamente.
Me senté y me puse un poco nerviosa al ver que me había pegado mucho a ella y solo había unos pocos centímetros de distancia entre nosotras.
-¿Me estaba espiando?-. Preguntó derrepente cerrando su libro y mirando hacía delante.
-Eh yo no.. solo pasaba por aquí y la vi sentada aquí-. Respondí nerviosa.
-Me refiero a cuando estaba entre esos árboles-. Señaló donde yo había estado mirándola antes y giró la cabeza esta vez en mi dirección, quedando frente a mi cara.
-No profesora, ¿cómo puede pensar eso?-. Dije con el poco aliento que me quedaba.
Estando cara a cara volví a observar su rostro, sus labios, nariz, ojos, cejas. En su mirada pude ver ese extraño brillo que nunca podía descifrar. Pero ella solo me miraba a los ojos. Las mismas mariposas que sentí la noche de la discoteca me volvían a revolotear por el estómago.
Me empezaron a entrar ganas de besarla, comerme esa boca que estaba a centímetros de la mía pero me contuve.
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I Hate You, I Love You
RomansaSarah es una chica problemática, que al empezar el curso conoce a la nueva subdirectora de su instituto. Al principio de llevan mal pero poco a poco Sarah empieza ha sentir algo por ella, ¿será correspondido? * * * Quiero aclarar que en esta histo...