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Simplemente en la misma postura en la que me había quedado me eché hacia atrás, quedando tumbada en la cama.

Había muchas preguntas que estaban empezando a ser resueltas y otros muchos más sentimientos apareciendo en mi interior.

Levanté mi mano hasta que mis dedos tocaron mi boca y pude recordar la suavidad de los labios de Clara y el sabor de sus besos.

Me sentía exitosa y a la vez mal. Había conseguido besar a la mujer que me traía loca, pero por otra parte eso no estaba bien, ella era mi profesora. Mi pulso seguía acelerando y sabía que iba a estar así el resto de los siguientes días.

Después de a saber cuánto tiempo tirada ahí me levanté y a pesar de que me temblaban las piernas, caminé hacía el baño y me terminé de vestir.

Finalmente salí de esa habitación y con la voz algo temblorosa llamé a un taxi.

Durante el camino no pude sacarme de la cabeza lo que había sucedido hace una hora, simplemente se repetía en bucle.

Después de aproximadamente mil reproducciones de la misma situación en mi cabeza, llegué al centro.

Por fuera era como un museo pero más pequeño, muy elegante.

Crucé la puerta giratoria de cristal y caminé por el amplio pasillo hasta llegar a la sala número 09. Antes de entrar comprobé la hora. Eran las 10:50, por lo que faltaban diez minutos para poder entrar.

Poco a poco empezaron a llegar algunas personas. Adolescentes acompañados por una persona adulta, sus profesores. Pero Clara no aparecía.

Cuando quedaba un minuto para entrar, a lo lejos pude ver ese cuerpo que tanto amaba cruzar la puerta de cristal y caminar hacia mí con la mirada clavada en el suelo.

En el momento que por fin estaba cerca de mí ya era la hora de entrar. Las dos sin dirigirnos ni una palabra entramos a la sala.

Sus paredes blancas y amplias con grandes ventanales y el suelo de mármol de daba un toque acogedor a la habitación. Había una serie de bancos para dos personas situados formando un círculo.

De un momento a otro apareció un señor por una puerta que se camuflaba con la pared y comenzó a hablar.

—Buenos días, soy Andrew Jones y voy a dar la charla de hoy. Tomen asiento por favor—. Señaló los bancos.

Cada pareja de profesores y alumnos se fue sentando en los bancos y segundos después Clara y yo hicimos lo mismo.

Una tensión recorría nuestro alrededor y se podía percibir desde lejos. Tenerla tan cerca de nuevo me estaba volviendo loca, y solo hacía que yo deseara volverla a besar.

—Ahora que ya estamos todos sentados vamos a empezar a presentarnos, ustedes dos, ¿les gustaría empezar?—. Nos señaló a Clara y a mí.

Yo hice un pequeño movimiento para mirar a Clara y ella pocos segundos después hizo lo mismo. Cuando nuestras miradas se conectaron ella apartó la suya rápidamente.

—Si, nos gustaría—. Dijo seria.

—Yo soy Sarah Moore, y sinceramente no tengo ningún problema. Solamente por una injusticia le rompí la nariz a una chica y parece que ahora todos me tienen
miedo—. Dije después de pensarlo unos segundos.

—Pero entonces si tiene un problema—. Afirmó el señor Jones.

—No, no tengo un problema—. Negué.

—Si que lo tiene, por eso está aquí—. Volvió a afirmar y mi paciencia estaba empezando a escasear.

Estoy aquí para pasar tiempo con el amor de mi vida, no para solucionar mi supuesto problema, viejo de mierda.

—Lo vuelvo a repetir, no tengo ningún problema—. Le miré fijamente.

—Esta bien, acepto su no problema—. Dijo dándose por vencido.

El resto de la hora solo pude mirar a Clara de reojo y preguntarme si ella sentía por mí lo mismo que yo sentía por ella.

El viejo este por fin anunció que había terminado la charla y la gente poco a poco se empezaba a levantar. Así que Clara y yo hicimos lo mismo.

Las dos caminábamos juntas, mirando fijamente hacía delante. Como si nunca nos hubiéramos besado.

Al fin salimos del edificio y ella aún sin mirarme dió media vuelta y siguió su camino por una calle.

Por una parte entendía que estuviera incómoda, somos alumna y profesora. Pero también me sentía mal, ese beso era como la declaración de mis sentimientos hacía ella.

Caminé por la calle contraria, no me apetecía coger otro taxi. Solo quería caminar para despejar un poco mi mente.

Después de un rato llegué a la puerta de un local que parecía una discoteca y tenía un cartel pegado.

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HORARIO DE APERTURA

Lunes a viernes:
23:00pm-06:30am

Sábado y domingo: 22:30pm-07:00am
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Anda... ya tengo planes para esta
noche—. Dije al terminar de leerlo.

La verdad es que no tenía otro plan aparte de quedarme deprimida en ese hotel porque Clara me estaba ignorando.

Fui al centro comercial más cercano a comprarme algo para esa noche y después de buscar y buscar en las tiendas e intentar sacar por un segundo a Clara, de mi mente encontré el vestido perfecto.

Era blanco y pegado al cuerpo, con unas aperturas en la cintura y diamantes en el cuello.

I Hate You, I Love YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora