¿Qué pasaría si Morfeo se llevara del reino de Lucifer algo que le pertenecía al dador de luz? ¿Le perdonaría por haberle robado su ultima adquisición o por el contrario el Rey de los sueños la protegería con su vida?
Aquel encuentro con ese ángel...
-Miodniss, tienes una sencilla pero importante misión. Falla y te juro que torturare tu alma hasta que me supliques la muerte-. Las frías palabras del demonio llenaron de temor al joven pero seguro demonio que había allí.
-Confía en mi, su majestad. No le fallare-. Dijo haciendo una leve reverencia- Mi poder es tan fiable como yo, nadie, si siquiera el rey de los sueños podrá sospechar ni interceptar mi infiltración en su reino. Tengo espías y estos ya me han proporcionado la información que necesitaba, me transformare en alguien cercano a él, para luego abriros las puertas del reino-. Lucifer sonrió triunfante, el plan estaba marchando como ella quería, nada podía fallar.
El reino de Sueño caería en sus manos y luego bailaría sobre los cimientos de este.
El demonio observo como el aspecto de su esbirro empezaba a cambiar, primero paso a ser una masa homogénea, sin forma ninguna.
Poco a poco se fue moldeando, hasta coger el aspecto de una persona desnuda.
Lucifer sonrió, había escogido a la persona perfecta, su triunfo estaba asegurado.
La figura de ese alguien conocido rió con maldad y luego desapareció dejando un rastro de niebla negra.
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░░--Esa misma noche—░░
Lucienne se encontraba como siempre en el despacho de la biblioteca, ordenando tranquilamente todos los papeles y libros que su señor había usado y luego dejado por ahí tirados.
Todo estaba sumido en un tranquilo silencio, donde solo se escuchaba el suspira de esta y el paso de las hojas entre sus dedos cuando el sonido de algo cayendo le llamo la atención.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?-. Dijo mirando a la oscuridad por encima de sus gafas- ¿Mi señor, eres tú?-. Al ver que al pasar los segundos nadie contestaba decidió ir a investigar de donde había provenido ese ruido.
Se levanto de su silla y tras acomodarse las gafas y el traje se dirigió hacia delante, paso varias estanterías pero no vio a nadie ni nada que hubiera provocado aquello.
De repente de reojo pudo ver como una sombra se había movido entre los libros, su corazón latía fuerte, mentiría si dijera que no sentía un poco de miedo en esos momentos.
-¡Sal de ahí ahora mismo, si no, llamare a los guardias!-. Ordenó, sin embargo aquello no le hacía caso, sabía perfectamente que ahí había algo, lo presentía, pero no quería salir.
Entonces reuniendo el valor necesario decidió acercarse, poco a poco fue visualizando la vestimenta de eso, y cuando estuvo suficientemente cercar su corazón se paralizo.
Se estaba viendo a ella misma. Una copia perfecta de Lucienne estaba enfrente.
-Tu turno acaba aquí, ahora me toca a mí jugar un poco-. Sin embargo la voz no era la dulce de siempre, era grave y llena de maldad.
