Imágenes.

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Todo comienza así, con un pequeño temblor, con un movimiento de mi mano que recorre tu piel. Te veo, allí sentada, con los ojos desorbitados y el cuerpo sudoroso. A la espera de que mis dedos terminen de reconocer el terreno virgen. Ese bello rostro que nadie ha invadido. Un poco más de espera, las drogas están a punto de hacerte efecto, aunque mi mano ya está desesperada por iniciar. Bien, llegó el momento, mi mano izquierda se posa sobre tu delicado cuello ejerciendo un poco de presión. La suficiente para sentir como la sangre te recorre, como tu pulso se incrementa a la espera del primer contacto con el escalpelo; este, ya sujeto por los dedos de la mano derecha, la más competente para el trabajo, se desliza suavemente por la base del cuello, dibujando una línea circular que asemeja una sonrisa y que sangra poco. No se ha cortado más allá de la primera capa de piel. Con delicadeza voy levantando y cortando un poco por debajo para separarla del músculo. Siento como tragas saliva, y tal vez recuerdes que así lo hice durante un tiempo. El tiempo que me veías y no me soportabas, cuando tu piel era más importante que la mía. 

El paso siguiente es la mandíbula. Con tiernos golpecitos me percato que la droga haya inhibido tu sensibilidad totalmente, de esta forma procedo a despegar la piel de cada mejilla, hasta que ambas se juntan sobre la nariz. Con un toque tierno, ¿y por qué no?, hasta sensual, libero la barbilla y tus labios rojos bañados en sangre. Esos labios que alojan tu lengua viperina, que me llamaron diario por mi nombre, pero solo me insultaban, y yo por amor los dejaba libres. Hoy se callan ante la embestida de mi escalpelo, ante la situación borrosa que pasa por tu mente. 

Te recuerdo al pasar, ese olor característico, esa fragancia dulce y cítrica que buscaba conquistar el mundo. Aunque, he de decirte, que en mi caso no es un reto tu nariz, la verdadera prueba son tus ojos. En este corto tiempo no he dejado de mirarlos, tal vez la consecuencia sean algunos cortes imperfectos en la nariz, o pómulos. Pero ten la plena seguridad que mi esfuerzo mayor estará en tus ojos. El cuidado máximo al separar lento la piel sin que parpadees es un reto, aún para el más grande cirujano del mundo. Lo estoy logrando, y tu mirada me deja ver todo el miedo y el dolor que este tiempo me has hecho sentir, ¡maldita mujer que atormenta mi vida!. 

Hoy ese rostro tan deseado por los hombres, tan envidiado por las mujeres, está a punto de caer. Arrancaré el último trozo pegado a tu frente, dejando al descubierto la mentira de tu vida.

Veo que sin ese rostro no eres más que un montón de carne, sangre y hueso inútil. Agradece el favor, te voy a liberar de ti misma.

Al fin tengo el trozo de piel en mis manos, ahora voy a maquillarlo, voy a cambiarlo, y volveré a ponerlo en su lugar, renovado y listo para otra noche más de locura, en la soledad de mi casa, frente al espejo.

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Amigos, les dejo un cuento más, he tardado un poco en terminar el compendio, estoy sobre un nuevo título que pronto saldrá.

Aun así, agradezco las lecturas y comentarios, asi como las críticas. Cada vez nos adentramos mas en la psique humana.

Disfrútenlo sin caretas ni máscaras.

El Segundo Círculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora