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Kyungsoo cerró sus ojos en el momento en que la música tenue iba en ascenso. Tenía la respiración tranquila, oyendo el comienzo del pisar de sus zapatos negros.

Atrás.

Apertura.

Adelante.

Ni siquiera entendía por qué repetía los pasos básicos del tango en su cabeza, después de todo, eran algo tan natural como el respirar. Los hacía simplemente sin pensarlos la mayor parte del tiempo.

Pero el hecho de que estuviese en la final de la competencia de tango de su academia de baile, era un motivo por el que quizás creía que debía pensar dos veces las cosas. Porque Seulgi se tomaba muy en serio la competencia, y su mirada fría y calculadora a su frente le indicaba que por favor se concentrase, porque no se rompió el trasero los últimos días ensayando para solo bailar como si fuese un día más de práctica. Y mucho menos bajo el frío invierno que venía azotando a la ciudad en las últimas semanas.

Así que decidió abrir los ojos, conectando nuevamente con su compañera de baile, notando el brillo en sus pupilas porque realmente le gustaba la manera en que habían empezado.

Adelante.

Abrir el pecho hacia la izquierda, luego la derecha, mientras Seulgi se encargaba de producir un pivot sobre su pierna izquierda y después pasando el peso de su cuerpo a la derecha al avanzarla en diagonal, volviendo a realizar un pivot para pasar ahora la otra en diagonal.

Vuelve a pasar su pierna izquierda hacia adelante, cambiando el peso de su cuerpo y realiza un último pivot para enfrentar a Kyungsoo, concluyendo en la resolución.

El Ocho Adelante era un paso básico con el que habían planeado comenzar la coreografía que su buen profesor de baile les había indicado luego de la caminata básica.

Las luces del gimnasio de la escuela pública no eran tan brillantes, dejándose apreciar más la luz del sol que entraba desde las ventanas altas del lugar.
Tampoco es que había demasiada gente, no es como que el tango fuese algo completamente indispensable en la pequeña ciudad en la que vivían. Así que tanto Kyungsoo como Seulgi podían reconocer la cara de sus familias y compañeros o amigos que se habían tomado la molestia de venir a darles apoyo.

Competían con otra academia de baile, la cual se especializaba en otras danzas, pero por esta ocasión, decidieron darle una oportunidad al tango, un tipo de baile no tan apreciado como les gustaría.

El tango era un baile sensual desde la perspectiva de Kyungsoo, algo que le había llamado la atención desde sus catorce años.

Comenzó aprendiendo por clases en línea, ya que no podía permitirse el lujo de pagar la única academia de danza que enseñaba el ritmo en ese momento. Era una academia reconocida y de prestigio que enseñaba decenas de ritmos distintos, pero a un muy alto costo que, claramente, sus padres no pudieron pagar luego de que uno de ellos perdiese un empleo.

Así que el Internet fue el único medio por el que optó al comenzar. Un aprendizaje lento y probablemente solo por hobby que duró tan solo dos años, dado al hecho de que no tenía pareja y tampoco tenía sentido que siguiese bailando solo todo el tiempo. Le hacía sentir un inútil.

Pronto comprendió que definitivamente era un hobby que le gustaba practicar de vez en cuando al estar a solas en su cuarto. Sí, mientras los demás chicos de su edad follaban o se masturbaban al tener un poco de intimidad en su lugar seguro, Kyungsoo prefería bailar hasta que sus pies pedían un descanso.

Pero todo cambio de repente cuando al cumplir los veinte años, decidió dejar la casa de sus padres para mudarse a un pequeño apartamento luego de conseguir su primer empleo como asistente de cocina en un restaurante. Nada del otro mundo, pero que le daba el dinero necesario para comenzar de cero en un barrio un poco lejos de donde vivía anteriormente.

Espuma, Canela y Sal / KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora