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[Las oraciones o palabras en cursiva, están habladas o mencionadas en Español]

Desperté con un pequeño salto en mi asiento, buscando rápidamente con la mirada a Jongin, el cual seguía sereno a mi lado.
Como costumbre, limpié el hombro de Jongin con la manga de mi abrigo, asegurándome que no quedase nada de mi saliva en él.

Parecía que el avión estaba a punto de aterrizar, así que tomé su mano con la mía; no por miedo, sino porque la emoción que tenía encima era más grande que cualquier otra.

Habíamos llegado a Buenos Aires.

Consciente de lo largo que había sido el viaje luego de largas treinta y cuatro horas y algunas escalas, y que dormí la mayor parte de él, miré a Jongin a los ojos, intentando encontrar en ellos algún ápice de nerviosismo por la llegada.

—Estoy nervioso —le conté, dando un rápido vistazo a la ventana de su lado.

Al ser de noche aquí, no podía ver demasiado por fuera, salvo la pista de aterrizaje y algunas personas o carros en los costados.

—Me di cuenta.

—Sé que faltan tres días para el evento —recordé—, pero creo que la simple idea de estar aquí es la que me mantiene inquieto.

—Ve tomando tus cosas.

Asentí de inmediato y luego tomé mi bolso de mano, dejándole reposar sobre mi regazo, mientras que intentaba desenredar los cables de mi auricular para poder guardarlo allí.
Jongin soltó mi mano así pudiese hacerlo más cómodamente.

—¿Qué quieres hacer cuando lleguemos? —Preguntó.

—Dormir —simplemente respondí sin pensarlo demasiado.

—Estuviste durmiendo durante horas.

—Sí, pero ¿crees en eso del jetlag? A veces puede durar mucho tiempo. Además, estoy sentado hace bastante tiempo. Necesito una cama.

—¿Sabías que nos dieron un cuarto con dos camas?

—Usaré una de ellas para dejar mis cosas.

Cuando finalmente logré acabar con el auricular, escuché a la azafata del avión mencionar que ya era momento de bajar.

—Tu abuelo me dijo que le trajera de recuerdo algo que se llama alfajor —murmuré, trayendo a recuerdo la última conversación que habíamos mantenido hacía un par de días—. Creo que es un dulce o algo así.

—Sí. Ya me ocuparé de eso mañana.

—Oigan, ustedes dos.

Me giré sobre mi asiento un tanto sorprendido al ver hacia atrás.

Seulgi tocaba las puntas del cabello de Jongin sigilosamente para que este no se diera cuenta. Luego me miró con seriedad.

—Me quedaré en el hotel toda la noche —mencionó, atreviéndose ahora a tomar mechones de la cabellera de Jongin para trenzarlas entre sus dedos. Él a penas se dio media vuelta para comprobar quién era, pero le dediqué una sonrisa breve antes de que se molestara por ello—. No he dormido en todo el viaje. Descubrí que los aviones no son lo mío.

—Está bien.

—¿Crees que consiga bailar con un Argentino guapo? Pienso ir a una milonga.

—No veo por qué no.

—Le hablaré con el traductor de Internet.

—Van a besarte en la mejilla.

—Dios mío, mi madre enloquecería si supiera que saludé a personas así. Me encanta.

Espuma, Canela y Sal / KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora