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En la casa de Jongin, no le pedí permiso cuando me metí a su cama. Sí, si, había tensión entre nosotros, pero mi sueño era más grande que eso. Todavía no me servía dormir ocho horas diarias, seguía siendo poco. Lo aceptaba, era perezoso.

Mientras me estiraba sobre el largo de la cama, aprovechando que Jongin aún no llegaba, él se apareció y encendió la luz del cuarto.
Tuve curiosidad por la mirada fija de él sobre mí, aunque no precisamente me estaba mirando a los ojos. Había algo más.

Tardó un segundo en reaccionar hasta que apagó la luz y se acercó a encender el velador. Después me hizo a un lado con una seña.

—No ocupes toda la cama.

Un poco reacio me corrí más a la izquierda, dándole espacio para que se acostara también.

—Como tengas los pies helados, te tiraré al suelo —avisó casi en un susurro.

Sonreí de inmediato y le musité de cerca.

—Adivina qué... estamos casi en invierno.

—No me toques.

—¿A qué hora te vas a levantar?

—Nueve.

Vaya siesta pesada. Recién eran las ocho.

—¿A hacer? —Alcé mi ceja al preguntar.

—Desayunar para no morirme —ironizó al verme, comenzando a contar con sus dedos y volví a sonreír—, dejé una tarea de clases pendiente, iré a ver a mi abuelo un rato y luego iré a clases.

—¿Puedo dormir hasta que te vayas? —Bostecé un poco sin querer.

Él me miró pensativo.

—Creí que querrías venir conmigo a visitar a mi abuelo.

Oh, qué mala persona era. ¿Cómo no se me cruzó por la cabeza?

—¡Sí! Si quiero —asentí arrepentido—. Lo siento, pensé que querrías ir solo.

—No.

—Bueno, levántame treinta minutos antes de que te vayas.

Jongin movió su cabeza en un asentimiento y luego dejó el teléfono sobre la mesilla.

—¿Te hace frío? —Me preguntó de repente mientras acomodaba mejor la manta sobre mi hombro, tomándome por sorpresa.

Eso había sido raro, hasta yo lo había notado.

Miré de reojo su mano al acomodar la manta y luego lo vi a él.

—Puedo traer otra —mencionó, haciendo un ademán de querer levantarse, pero negué con mi cabeza, estaba bien.

—Descuida.

  Él me asintió en respuesta y luego se dio la vuelta para apagar la luz.

Todavía me quedé pensando en lo sucedido y dejé caer mi cabeza sobre la almohada, sintiendo cómo Jongin hacía lo mismo.

Le sentía muy cercano, algo que me ponía tarado como cada vez que le tenía en frente.

Tragué saliva antes de intentar respirar más calmado.

—Creo que es idiota que intente dormir ahora —murmuró Jongin despacio.

—No voy a mentirte...

—Lo intentaré.

Cada quien con lo suyo. Yo no podría, terminaría molesto por no haber podido.

Cerré mis ojos, sabiendo que estaba recostado en dirección a Jongin, y que ambos estábamos frente a frente.

Espuma, Canela y Sal / KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora