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Jongin abandonó rápidamente sus maletas y bolsos en el salón principal de su casa. Había sido un viaje largo, pero aún así, claramente no tenía intenciones de descansar un poco antes de querer encontrarse con su madre. Quise convencerle de dormir solo un par de horas, a lo que ignoró sin más preámbulo.

No iba a quedarme en casa tampoco, sentía la necesidad de acompañarle en todo este proceso, salvo que él debía cuidar de sí mismo también. Era consciente de que no había comido desde hacía horas y con suerte sí le había visto tomar un poco de agua.

—Oye, entiendo lo que te sucede —me atreví a hacerle frente mientras este buscaba las llaves de su auto con rapidez. Apenas me dirigió la mirada, pero volví a interponerme en su camino para que me mirase—, sin embargo no puedes maltratarte así.

—Muévete —su voz sonó aterciopelada, aunque había percibido el ligero dejo tajante.

—No. No te irás de aquí hasta que te hayas aseado, hayas comido y bebido. Dios, incluso tus pies deben doler como el infierno. He visto cuando cambiabas las vendas en el avión.

La mirada fría de sus ojos se clavó en mí durante algunos segundos, segundos en los cuales dudé su estaba molesto o no.

—No necesito que cuides de mí —pronunció despacio, pero lo oí. Me hizo a un lado y continuó con lo suyo.

—Jongin-

—No tienes que hacer el papel que mi madre no hizo, gracias —interrumpió.

—¿De qué estás hablando?

Mi rostro ahora abarcaba completa confusión.

—No quiero discutir contigo, Kyungsoo —dijo—. Créeme que es lo último que quiero.

—Yo tampoco quiero discutir, pero esto es absurdo.

—Entonces no sigamos hablando, porque es lo único que vamos a causar.

—No seas ridículo.

—Tengo que irme —dicho esto, se detuvo en la entrada de la puerta y se volteó a verme—. ¿Vienes o te quedas?

—¿Puedo cambiarme de ropa?

Como mínimo, ¿no?

—No —espetó.

Por supuesto que puse mis ojos en blanco. Finalmente me decidí a seguirle por detrás hasta subir en el auto. Allí tomé mi teléfono con cierto cansancio en mis movimientos, y pasé una de mis manos por mi rostro, en un vago intento de reanimarme.

Le avisé a Naeun y Sehun que ya habíamos llegado, y también me aseguré de que Seulgi llegó bien a casa, ya que sus padres habían pasado por ella en el aeropuerto.

Por alguna razón, solo quería distraerme del ambiente en el que estábamos, por lo que comencé a buscar en las redes sociales o portales de noticias información sobre el mundial de tango. La mayoría de las cosas estaban en español, así que tuve que traducirlas constantemente. Todos hablaban sobre Naeun y Sehun, y había fotos en alta calidad sobre las presentaciones.

El tiempo pasó rápido, ya que, cuando menos me di cuenta, ya habíamos llegado al hospital.

Esta vez, Jongin no abrió mi puerta para bajar, aunque tampoco le iba a dejar hacerlo. Traía un semblante serio, como si cualquier cosa por más pequeña que fuese le irritase por dentro.
Pero volvió a la normalidad cuando noté su mano empujar mi pecho hacia atrás mientras cruzábamos la calle.

Por supuesto que un coche casi me atropellaba por no mirar.

—Mira al frente —simplemente dijo. Luego, siguió su camino un poco menos tenso que antes.

Espuma, Canela y Sal / KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora