Love Shot / KaiSoo

2

  Al día siguiente de la primera vez que divisé a Jongin, Sehun recibió la llamada de este y fue notificado sobre la extensión del tiempo en el pago de la deuda. 

—Soo... —oí la voz baja de Sehun detrás de mí.

Me encontraba descansando en el sillón de la sala bebiendo la taza de té que hacía días quería merecerme. Los estudios en la universidad no me habían dado descanso y había dejado de descansar o tomarme recesos. Sin mencionar que tenía la presión de trabajar para un tipo que ni conocía y el cual me ponía nervioso hasta las raíces.

—¿Qué pasa?

—Recuerdas de... —lo noté tensarse en cuanto volteé a verlo— la deuda que tenia con mis amigos...

—Vaya amigos —bufé—. ¿Ya te están buscando?

—Sorprendentemente me dieron más tiempo para ello. Creo que les agrado.

Uf, si supieras...

—Sigues estando al borde del precipicio, Hun. Te despidieron de tu trabajo y con lo que yo gano, jamás pagarás eso, sin mencionar que no puedo seguir haciéndome cargo de tus cosas porque parece que no te importara.

  Volteó los ojos tras sentarse a mi lado-. Sí me importa.

—No, porque por algo habrás dicho que te rendias.

—No —negó—, no me rendí. Iría a otro lado hasta que pudiese pagarlo.

—Sehun —fruncí el ceño—, tú los conoces mejor que yo. Deja de soñar tanto, por poco y no nos quitan todo esto.

La verdad es que no es que tuviésemos mucho, pero compartíamos un pequeño departamento con lo justo.

-—Voy a conseguir un empleo pronto. Esta vez lo conseguiré —aseguró empujando levemente mi hombro.

Con otra de sus promesas tontas, rodé mis ojos y decidí que ya era hora de enfrentarme a aquel trabajo con el mismísimo diablo.

—Tengo que irme —solté sin más.
Procedí a ponerme sobre mis pies y me encaminé hasta la puerta de salida—. Por favor, no la jodas en mi ausencia.

—¿A dónde vas? Recién son las nueve.

—Quedé en verme con Jisung y unos amigos —mentí.

Jisung era uno de mis amigos en la universidad y cada vez que podíamos, salíamos a descansar de todo un rato.

—Ten cuidado —murmuró por última vez.

Una vez fuera, tomé un autobús tal y como había hecho la última vez y me dirigí hacia el mismo lugar, donde un auto de la gente de Jongin me llevó hacia las afueras de la ciudad, apartado de todo.

Aún no sabía cómo definir la fachada de esa mansión. Pero lo que más me preocupaba era la gente que andaba a su alrededor. Ahora comprendía por qué Jongin se había sorprendido de que no me profanaran. Algunas miradas de allí eran mejor ignorar.

Tras varios acompañamientos hacia el cuarto que Jongin frecuentaba, me relajé de no tener más gente vigilándome.

Una vez dentro, mi vista se posó inmediatamente en aquel moreno de traje rojo.

—Llegas temprano, dulzura.

La puerta se cerró detrás de mí y, por simple inercia, hice una rápida reverencia hacia él y me acerqué al escritorio a paso lento.

—Espero que este trato lo cumpla, sino de aquí no sales hasta que no pague el último centavo, ¿entendiste? —Murmuró mientras desprendía los botones del saco.