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Ya llevaba casi un mes desde la primera vez que conocí a Kim Jongin. Desde que era su mano derecha para acompañarlo en una cantidad de crímenes de los que nunca creí que sería parte.
Seguía sin manejar bien el arma con el que practiqué cada noche junto a Yixing, pero al menos ya no tenía tanto miedo de usarla y podía disparar sin nervios, pero me faltaba puntería.

Jongin había cambiado mis perspectivas para tantas cosas, todo él era un mundo nuevo y cada vez que estaba a su lado, era como estar al borde del precipicio con cientas de emociones recorriendote. Y no hablaba de un enamoramiento, simplemente me sentía completamente distinto, algo similar a la locura.
Él lo sabía, y cada vez que podía, me enloquecía más

  Su maldita sonrisa torcida te enloquecía, la manera en la que dejaba sus besos húmedos y jugaba con su lengua en mi mandíbula. Cómo ordenaba con una simple mirada y cómo te sentenciaba con la misma.
Jongin no era el jefe de su bando por nada.

El ambiente cada vez se me hacía más familiar y ya había aprendido a convivir con casi todos los miembros del club.

Finalmente Jongin me ofreció dejar mi empleo y comenzar a trabajar para él a tiempo completo, obviamente sin dejar mis estudios. Lo acepté porque sinceramente no tenía otra opción. Sólo iba con él por las noches y me pagaría lo mismo que cobraba en mi antiguo empleo.

Era un poco tonto por su parte, porque le debía dinero de por sí. Pero Jongin mencionó de que quien debía el dinero era mi hermano y además le había gustado mi actitud. De repente recordé las palabras de Sehun sobre el creer que le agradaba. ¿En verdad era así?

—D.O, controla que el armamento llegue completo y no te apartes del mismo —señaló Jongin mientras se dirigía hacia el interior de aquel galpón en donde se acababa de armar una discuta y ya habían soltado demasiados disparos para mí gusto—. Una vez lo tengan dentro del camión, localiza a Jongdae y que de aviso a Minseok de dónde hay que transportarlo. Regresa luego hacia mí, los chicos están jugando a las escondidas. —Sonrió de lado.

Asentí y me comencé a correr hacia el estacionamiento en donde aguardaba Yixing para controlar que todo estuviese bien con el pedido. Una vez lo vi, este se acercó curioso hacia mí. 

—¿Qué ha pasado? —Cuestionó enseñándome sus pestañas titilando por la espera.

—El señor Kim mató al dueño que vendía la mercancía robada, quiso timarlo dándole otro tipo de armas según entendí  —Reí con ganas—. Ha sido tan divertido, pero de repente aparecieron los tipos que la comercializaban y comenzaron a disparar a todos lados porque Jongdae junto al resto que aguardaba, robaron lo que nos pertenecía.

—Están dementes. —Rio el chino—. ¿Hay que buscarlos?

—Llévame con Jongdae —le pedí antes de que dejara subir a su motocicleta para poder alcanzar al grupo de armería.

Pensar que antes hubiera puesto el grito en el cielo por tener que subirme a una moto, pero ahora me gustaba la sensación.
Había aprendido a montarme en una de ellas, pero de igual manera seguía prefiriendo el automóvil de Jongin. Aquel Mustang celeste que ronroneaba cada vez que esperaba por Jongin al volante.
Haber aprendido a manejar, era una de las tantas cosas que le agradecía a mi padre.

—¿El auto sigue en el estacionamiento, verdad? —Pregunté a Yixing por las dudas. Jongin lo había dejado allí.

—Sí, LuHan lo cuidaba.

Suspiré tranquilo y seguí atento a cada sonido que oía del otro lado.
Segundos después, pudimos ver a Jongdae metiendo el cargamento en los camiones de nuestro bando.

—Pensé que aún no llegarías aquí —murmuré hacia Jongdae, quien volteó para verme descender de la motocicleta.

—Supuse que habría problemas, simplemente.

Love Shot / KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora