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Para esa noche, Jongin me había entregado un centenar de papeles en donde había información sobre la gente que iba a trabajar con nosotros y permanecían a otras mafias, por lo que debía aprender cómo tratarlos y cómo no. También me profundizó los casos que manejaban y me dio algunos consejos para comenzar a integrarme con los demás.
Para cuando habíamos terminado, ya eran pasadas las tres de la madrugada.

Por lo que a la tarde siguiente me había dado cuenta de una cosa. Trabajaba en la mañana en la farmacia, al mediodía asistía a la universidad hasta la tarde y en la noche me encontraba con Jongin. No iba a tener tiempo para estudiar ni descansar, así que le planteé a Jongin el poder utilizar otro horario. Aunque lo mejor sería dejar todo con él, pero eso también no era una buena idea.

—No soy tu padre para acomodar tus horarios —pronunció mientras me guíaba hacia una de las habitaciones de la casa—. Debieron pensarlo antes.

—P-pero Jongin...

—Señor Kim -corrigió calcinandome con la mirada.

—Señor Kim —me retracté—, no puedo dejar mis estudios de lado y mi trabajo tampoco porque es lo único que nos mantiene a Sehun y a mí.

Jongin volteó y detuvo su andar de repente, haciendo que chocara contra su pecho.

—No es mi asunto. Ya te dije qué pasaría si dejas esto.

Tragué saliva e ingresé al cuarto con él. Me iba a enseñar la vestimenta adecuada para usar de ahora en adelante.

Observé la ropa en la cama y mi respiración se detuvo en cuanto vi una falda y un top algo transparente, efectivamente para una mujer.

—Mierda —murmuró Jongin tomándola entre sus manos. Se dirigió a la puerta y al abrirla, me sorprendí por oír su grito—. ¡Zitao! ¡Esta mierda no!

Escuché los pasos de Tao acercarse y tras tomar el conjunto, murmuró que el otro estaba en el armario.
Jongin suspiró y azotó la puerta detrás suyo mientras se dirigía hacia un armario del otro lado de la habitación.

—Ten, es de tu talla —soltó y me entregó una bolsa.

Fruncí el ceño con cierta confusión-. ¿Cómo sabes mi talla?

Jongin sonrió.

—Tu trasero es perfecto.

Abrí ligeramente mi boca tras recordar que el manoseo de ayer había tenido un propósito. Este hombre no dejaba de sorprenderme.

Observé el interior de la bolsa y allí encontré unos jeans negros ajustados y una camisa blanca algo traslúcida, pero no tanto como la anterior. También había una caja en un costado donde reposaba unos zapatos finísimos de cuero negro que jamás creí ser capaz de usar.

—Todo este atuendo cuesta más de lo que yo gano en un año —comenté mientras dejaba las cosas en el centro de la cama.

—¿Quieres saber cuánto cuesta mi traje? —Sonrió ladinamente, enseñando su traje negro con detalles de pedrería en el hombro.

—No, gracias.

—Vístete, quiero ver si escogí bien. Tao dijo que resaltaría tu bonito culo.

—¿Va a quedarse allí mirando? —Pregunté algo incómodo por su presencia.

—Anoche te fuiste con un gran problema en los pantalones, ¿qué has hecho?

Lo miré con cierto descaro y preferí ignorarlo.

—Es molesto cuando no contestas.

Me volteé furioso por su actitud idiota y lo enfrenté.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué llegué a casa y me masturbé como un desesperado? Pues bueno, sí lo hice. Ahora, ¿podría hacerme el favor de dejarme vestir a solas?

Love Shot / KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora