JACOBO
Hoy a diferencia de los días anteriores me mantengo más alerta. La llegada de Lexa ha sido un verdadero milagro y me siento muy feliz porque este viva y porque la actitud de Evan cambio fugazmente. Bastó con unas horas para que procesara la realidad y se convenciera de ello para que su corazón deshiciera las barreras maltrechas que construyó a toda velocidad en un intento de aislarse por temor a más dolor.
Pero por otra parte me pone muy nervioso. Si Lexa y su acompañante han sido capaces de rastrearnos, también lo hará mi madre. Estamos siendo muy descuidados, y si eso es cierto ¿por qué no nos han encontrado? mi cerebro comienza a enumerar las posibles respuestas a esa pregunta.
a) Simplemente estoy equivocado y no lo han podido lograr, pero esa idea me parece poco creíble; en la Academia se nos enseña a rastrear, a cazar hombres, dudo mucho que entre tantos soldados experimentados ninguno lo haya logrado.
b) Ya nos han localizado, pero esperan que los guiemos a nuestro destino. Pensándolo bien, no es una mala idea, esa sería la manera de arrancar su problema desde raíz.
c) Sabían que Lexa seguía con vida y sabían a dónde se dirigía, así que solo esperaban a tener a los peces en una misma red, al fin y al cabo quieren a Evan también y ahora aquí están los dos.
No sé cuál sea la respuesta correcta, pero algo sí tengo claro, hay que movernos y deprisa.
Un movimiento a mi derecha me hace voltear con mi fusil en alto donde distingo a Lexa saliendo de debajo de una camioneta, de la misma dirección en que hace un momento Evan vino.
Bien, parece que han logrado recuperar el ritmo. Esa idea me hace reír. No he tenido el placer de decirle que me alegro que esté aquí; Richard y Alan nos pidieron que le diéramos espacio para no saturarla y para que descansara, así que planeo ir hacia ella cuando escucho que Sarah me llama a mi derecha.
—Jacobo, me parece que será mejor mandar a Liz a que descanse.
—¿Qué dices?
—Liz —me repite, pero sé muy bien a quién se refiere, lo que no sé es por qué —. Está llorando no sé por qué...
—¿Está herida?
—No —me asegura preocupada —. ¿Por qué?
—¿Dónde está? —pregunto ignorando su pregunta.
—Por la camioneta...
—Bien, ve con ella y no la dejes sola, enseguida voy para allá.
—¿A dónde vas?
—Por Evan —Sarah frunce el ceño ante mis respuestas. Yo camino con la mayor velocidad que me permite ser sigiloso, no quiero despertar a nadie y mucho menos asustarlos.
Encuentro a Evan cerca de la tienda donde Richard atiende a los heridos.
—Evan, algo le ha pasado a Liz.
—¿Qué? —pregunta a la vez que se voltea hacia mí alarmado.
—Sarah la ha encontrado arrinconada llorando.
La sangre de Evan reanuda su curso y más tranquilo aunque con un sentimiento que no estoy seguro de cómo interpretar, se hace presente en su rostro. No me responde.
—Evan —digo chasqueando los dedos frente a su rostro para llamar su atención —. ¿Cómo sabemos que Braulio no le hizo nada?
—No, no lo hizo.
—¿Qué? ¿Cómo estas tan seguro de que Braulio no... —entonces lo comprendo, Evan estuvo ahí hace un momento, él es el autor de la obra —. Fuiste tú —Evan no dice nada y su silencio confirma mi teoría —No puedo creer que te pelearas con ambas cuando una apenas ha resucitado.

ESTÁS LEYENDO
PROTOTIPO CR-6: LIBERACIÓN
Ciencia FicciónTras abandonar a Lexa y a Hana en la Ciudad, y con la muerte del Capitán Covarrubias y el General Johnson; Evan y Jacobo quedan devastados, siendo su única esperanza para recuperarlas, el confiar en lo desconocido; que junto con su dolor y sed de ve...