CAPÍTULO ONCE

21 7 1
                                    

JACOBO

Evan y yo llevamos el cuerpo de nuestra madre al estacionamiento. Además de ella, hay otros cuatro de la gente de Richard y seis heridos de bala, de los cuales dos se encuentran en estado crítico, recibieron más de un impacto en el torso y solo Richard y otros dos Jóvenes están capacitados para ayudarlos, lo que incita a Alan, Sarah, Emmanuel y Liz apoyar a suturar las heridas más superficiales. Sin embargo Sarah, Emmanuel y sobre todo Alán, luchan contra las lágrimas y la histeria que ha dejado la noticia de la muerte de Lexa.

Mientras el caos irrumpe en el alá médica, Evan y yo limpiamos el rostro de la que un día fue nuestra madre, así como la sangre de su cuerpo. Richard ha dicho que debemos ponernos en movimiento cuanto antes pero los heridos nos han obligado a esperar. Enredamos el cuerpo de Hana en sábanas blancas y Evan me permite despedirme de ella para finalmente apilar su cuerpo con el resto de nuestras bajas en un pequeño claro a unos cien metros a la izquierda de la Caverna, donde se estableció algunos troncos y hierba seca para prenderles fuego. La idea de quemar el cuerpo de nuestra madre no nos apetecía, pero era la mejor opción, de lo contrario los animales la encontrarían y no estamos listos para pensar tan si quiera en esa opción.

Un momento más tarde el olor impregna el aire, pero hago acopio de esfuerzo por no pensar que ese olor le pertenece a esa hermosa mujer de ojos como el chocolate que me sonreía cuando llegaba a su casa. La que me regañaba como uno más de sus hijos. La que me abrió no solo las puertas de su casa sino de su corazón. Evan observa con odio el cuerpo de su madre ardiendo y sé que no hay palabras que puedan tan siquiera aligerar el peso de su alma. Tanto su madre como Lexa eran las que lo mantenían al límite de la locura y el odio, ahora temo que llegue a su destrucción a causa del dolor que ha dejado su partida. Las lágrimas que cayeron de sus ojos al ver a su madre a sus pies, se fueron tan rápido como el alma abandonó el cuerpo de Hana y fueron remplazadas con frivolidad y odio. No ha dicho una sola palabra y yo no he intentado establecer plática con él.

Mientras atienden a los heridos, Evan y yo evaluamos los daños en las camionetas de las patrullas. Las tres camionetas sufrieron impactos de bala, pero al menos una podrá servirnos, tiene las llantas de enfrente ponchadas pero las sustituimos con otras de las otras camionetas. En armas logramos rescatar doce fusiles de asalto y diez armas compactas, además de catorce cascos, ocho chalecos en buenas condiciones, quince cuchillos y algunos relojes, brújulas, entre otras cosas. Ver tantos cuerpos no me sienta bien, ni siquiera sabiendo que querían matarnos. Ellos solo siguen órdenes, eso se nos inculca en la academia.

—Richard, ¿me escuchas? —resuena Mario en mi auricular. Nada, así que me llevo la mano al auricular para responder cuando la voz de Liz se escucha en mi oído.

—Richard se encuentra en una cirugía, me ha dejado al pendiente de su radios. ¿Qué pasa?

—Logramos intervenir la señal de una radio de la ciudad con dos patrullas, por lo que sabemos que aún se encuentran en el perímetro y la misma General Johnson coordina la operación desde la ciudad.

—¡Al grano! —le exige Liz con voz autoritaria.

—¡Van a destruir el edificio, al parecer hay otro infiltrado entre su gente. Tienen apostadas a las otras dos patrullas en algún edificio cercano, planean enterrarlos vivos!

—Si es así ¿por qué no lo hicieron en vez de mandar a tres patrullas? —Evan reacciona y abre su micrófono.

—Porque me querían ileso, por eso sigo con vida, pero con sus tres patrullan en los cimientos, supongo que mi integridad les es indiferente ahora.

—Desconozco su ubicación pero debe de ser un edifico alto para poder tener contacto visual con ustedes —continua Mario.

—Gracias por informarnos —agradece Liz.

PROTOTIPO CR-6: LIBERACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora