Capítulo 5

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Hacían 4 días desde que Kaito había “aparecido”, por mucho que la policía investigó el sitio donde supuestamente fue agredido, no hallaron pruebas incriminatorias. Dieron por sentado que, después de cometer la fechoría, los responsables habían borrado cualquier pista que apuntase hacia ellos. Esa mañana Shuichi se encontraba en compañía de su tío, ambos observando las noticias en la tele después de un animado desayuno con charlas de por medio. Al mayor no le hizo mucha gracia saber que su sobrino había dejado de ir a clases nuevamente, aunque no le recriminó nada dado que estaban ocurriendo cosas demasiado extrañas. No era cosa de todos los días que encontrasen a una compañera de salón muerta en las vías del tren y luego uno desaparecido que luego aparece tras ser agredido y cegado por unos matones. Cualquiera se pondría paranoico y pensaría que alguien tiene algo en contra suya o de sus compañeros. Tal como el de orbes ambarinos le había sugerido la última vez que estuvo en su centro laboral, el detective había revisado las cámaras de vídeo, pero no habían encontrado algo realmente sospechoso, solo personas que esperaban pacientemente en la estación a la espera de su transporte. Nuevamente, la investigación había caído en un punto muerto.

Shuichi fue obligado a ir al funeral de Kaede, como fue su compañera de salón, debía hacerle honores. Era irónico que este hubiese causado su muerte y se hubiese reído de ella como si fuese el mejor chiste de la vida. Mandarle al funeral era como pedirle al diablo que entrase en  una iglesia: Un sinsentido. Pero claro, esos pequeños detalles nadie tenía por qué saberlo. Era un bello día como para estar lamentando la muerte de un ser insignificante como lo fue Akamatsu, ¿Qué más les daba a los demás? Para lo mierda de persona que fue con la gran mayoría era para que estuviesen incluso haciendo fiesta. Por otro lado, a sus oídos llegó la noticia de que Kaito había sido sometido a una cirugía para recuperar la vista y sería dado de alta en una semana o dos. Vaya por los pelos que se salvó ese idiota, y pensar que Shuichi estuvo a punto de matarle con unas pinzas de barbacoa cuando tuvo la oportunidad. Pero había prometido no hacerle nada a cambio de la información, él podría ser muchas cosas, pero no era un mentiroso, para nada. A la semana siguiente se reanudaron las clases, las cuales Kagehara no sabía que habían sido pausadas, pero mejor así, no tendría que aguantar las reprimendas de su tío por perder apuntes. Con dos asientos vacíos por el momento, el salón se sentía un lugar más soportable. Sin la voz chillona y molesta de Kaede lanzando insultos ni Kaito jodiendo a los demás que pretendían al menos pasar de año. Para algunos era un alivio, como era el caso de Maki, Kokichi y hasta Miu, pero preferían morderse la lengua y no demostrarlo para no parecer unos insensibles. Shuichi por otro lado intentaba no echarse a reír cada vez que alguien decía un “pobre Kaede” o un “Kaito estará de vuelta pronto, anímate”. Por favor, era obvio que estaban siendo unos jodidos hipócritas. A Tojo, por otro lado, no le hacía mucha gracia, era demasiada casualidad que sus dos mejores amigos y cómplices en toda la  basura en la que estaba metida, estuviesen en semejantes situaciones: una muerta y el segundo en el hospital. Kirumi estaba algo paranoica con todo lo que estaba pasando. Mantenía las distancias con aquellas personas a las que creía que debía considerar enemigos. La gran mayoría eran personas a las que había estado molestando con Akamatsu y Momota, a decir verdad, se ablandó con creces. Muchos jurarían que alguien le había dado un baño de agua bendita, pues ya no parecía el maldito demonio acosador que era con cualquiera que se le cruzara. A la mañana siguiente incluso le regaló a Angie un móvil nuevo en compensación por el que había estropeado. ¡Estaba todo como para morirse de la risa!

El de hebras azul oscura pretendía joder a Tojo tanto como lo hizo con Kaede y Kaito, siendo ella la última que faltaba por dar su versión de la historia en todo aquello. A la hora del almuerzo Kirumi se encontraba en la azotea, sola, murmurando cosas incomprensibles. Había estado llamando de forma incesante a Kaito al hospital, pero nunca obtuvo respuesta. Era natural, pero su desesperación por saber qué estaba pasando le tenía los nervios en ruinas. Escuchó pasos a detrás suyo, inmediatamente encaró a esa persona. Observar aquellos orbes ambarinos mirándole fijamente hizo que retrocediera varios pasos, lo mismo con la sonrisa siniestra que adornaba su rostro. El chico cerró la puerta cn el talón de su pie izquierdo y se acercó a la de hebras grisáceas.

Silhouette [An "Usaihara's Comic" Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora