Capítulo 18

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Después del incidente los oficiales peinaron la zona en busca del culpable, o al menos de alguna pista de su ubicación. En el último lugar que estuvo hallaron el arma y las municiones empleadas para llevar a cabo el crimen. Las pruebas fueron retiradas para un análisis, pero no se halló nada que fuera de utilidad. Durante la tarde del día siguiente se realizaron los funerales de Tenko y Himiko, cuyos restos se hallaron en la azotea tras apagar las llamas y remover los escombros. Shuichi pasó todo el día encerrado en su habitación, analizando intensamente cada mínimo dato que pudiese ayudarle a parar todo aquello de una buena vez. Tenía delante el listado de las previas víctimas del tan mentado asesino y miraba una y otra vez cada fotografía, comparándoles con sus compañeros, tanto vivos como muertos. También paseaba su vista por los datos de los crímenes recientes, intentando hallar algún patrón o coincidencia que pudiese ayudarle a predecir dónde, cuándo y a quién iría dirigido el siguiente ataque, el cual, según su conocimiento, sería el último. Separó los casos de cada quien y asoció a ello los datos antiguos de acuerdo a la fecha, orden y parecido entre las víctimas. Descartando a los ya fallecidos y a los que se podrían considerar como no objetivos, solo habían dos personas que tenían algún parecido con la última víctima, de la cual, al parecer, no se había podido confirmar la causa de la muerte, aunque el informe no decía absolutamente acerca del por qué. Lo único que podía suponer es que había desaparecido y se le dio por muerto tras el tiempo convenido para dichas situaciones, o bien la policía buscó acallarlo por algún motivo ajeno a su conocimiento.

La próxima víctima podría ser Tsumugi según lo que su exhaustivo análisis le sugería. Y había razones de sobra para quererla muerta, en su opinión. Tsumugi había llamado en exceso la atención y había chivado a los medios información que ni siquiera la policía pretendía revelar para evitar el pánico. La de hebras azuladas sin duda se había colocado la soga al cuello. Le sorprendía que, de ser el caso, le hubiese dejado ser la última víctima al saberse que Tsumugi, quien vive metida en las redes 24/7, es el blanco más fácil de localizar. Esta vez, Shuichi no dijo una sola palabra a su tío sobre sus conclusiones. Lo consideraba más mala suerte que deficiencia laboral, pero cada vez que le contaba a su tío acerca de sus divagaciones de un modo u otro la policía encontraba la forma de fastidiarlo en grande. Esta vez lo haría a su manera y le pondría las manos encima a ese bastardo por su cuenta. Creía que sería más efectiva la cacería si los planes no fluían entre tanta gente, ya que cualquiera podría irse de lengua y a lo mejor el criminal aprovechaba este hecho. El movimiento de las autoridades en sí ya constituía una alarma para los criminales, sabían solo con eso que algo pasaba y se volvían incluso más precavidos. Por eso es que este sujeto lograba planificar las cosas siempre un paso por delante de las autoridades, solo le bastaba con notar un mínimo movimiento para cambiar la táctica a una más conveniente. En esta ocasión sería más eficiente al ser solo él quien supiera de las acciones que efectuaría llegado el momento.

En pos de dejarle lamentar las muertes de sus dos compañeras, las autoridades permitieron a Tsumugi el capricho de hacer un vídeo dedicado a sus compañeros perdidos y que, junto a sus fans y seguidores, enviasen a los familiares sus condolencias. Era lo menos que podría hacer dado que no se les permitía, ni a ella, ni al resto de los integrantes del salón, asistir al funeral después de lo ocurrido en el hospital. No estaban seguros en ninguna parte y de ninguna manera sus familiares ni las propias autoridades les expondrían a algún peligro mayor que el que ya pesaba sobre sus vidas. La peliazul fue escoltada hasta su casa, donde permaneció siendo vigilada para evitar el posible riesgo que conllevaba haberle devuelto a un lugar que posiblemente ya estuviese marcado por el asesino. Sabiendo la facilidad con que este podía meterse en las casas de sus víctimas, no sería de extrañar que también pudiese hacerlo nuevamente y debían estar alerta para ponerle las manos encima al desgraciado.

El sol lentamente se fue poniendo, dando paso a la noche una vez más. Las calles estaban más desiertas de lo común para saberse que aquella era una ciudad tan activa de día como de noche. La gente estaba tan aterrada con los hechos recientes que se negaban a exponerse a algún riesgo durante la noche y, al no recibir nada más que malas noticias, tampoco sentían demasiada confianza en que las autoridades pudiesen hacer algo al respecto en alguna situación peligrosa. Lentamente la policía estaba perdiendo la confianza de la gente al punto en que no se contaba con ellos para demasiadas cosas. Si tanto solo pudiesen atrapar al dichoso criminal, la cosa sería diferente. Aquella innegable verdad afectaba por completo la moral de los oficiales, y es que habían fallado estrepitosamente la noche previa. El criminal usó instrumentos de lo más comunes para efectuar un ataque masivo en aquel hospital. Una resortera y piedras envueltas en papel bañado en nitroglicerina. Algo que cualquiera podría conseguir y hacer y, sin embargo, conociendo tantos medios modernos para lograr iguales resultados, nunca pensaron en lo más obvio. Eso demostraba que la experiencia no lo era todo a la hora de enfrentar el crimen y a causa de ello, estaban perdiendo autoridad y confianza por parte de los ciudadanos a los que debían proteger.

Silhouette [An "Usaihara's Comic" Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora