Capítulo 13

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Mientras la conmoción se extendía por la zona este de la ciudad, cierto joven de orbes ambarinos caminaba serenamente por las.oscuras y solitarias calles. Escuchaba las sirenas de los coches patrulla a lo lejos, y con "lejos" dígase casi inaudibles. ¿En serio fueron tan ingenuos como para creer que daría su ubicación sin antes tener un plan para largarse antes de que llegasen las autoridades? Ilusos. Para cuando llegó esa llamada ya se encontraba lejos de aquel congelador en el que dejó a Himiko a su suerte. Pobre Shuichi, los años debían estar pasándole factura a su intelecto, se estaba haciendo muy vulnerable a los engaños. O tal vez estaba tan estresado por las constantes muertes de sus compañeros que ya no podía pensar con claridad. Rió por lo bajo ante sus propios pensamientos. Mientras ellos se enfrascaban en su misión policial, él iría a hacer de las suyas, de todos modos daba por hecho que no llegarían a tiempo para salvar a Himiko antes de que quedase tan tiesa como los maniquíes congelados que usó para que cayese en la trampa. Pobre tonta.

Sin esperar mucho, llamó a un taxi que iba de paso y le dio una ubicación a la cual debía llegar lo más pronto posible. El taxista arrancó el vehículo ni bien recibió su pago. Era hora de que otra persona innecesaria para el mundo desapareciera de la faz de la Tierra. Durante todo el recorrido no hizo más que mirar a través del cristal tintado que tenía así izquierda. Las luces de neón de la ciudad iluminaban por completo el panorama y era tal la intensidad que no se podía apreciar una sola estrella a pesar de ser una noche con escasas nubes. Se sumió en sus pensamientos mientras veía las luces fugaces pasar frente a sus ojos. No pasó mucho antes de que el taxista finalmente avisase que su destino estaba cerca. Ya allí, bajó del vehículo y se estiró todo cuanto pudo a la par que escuchaba como el auto se marchaba. Caminó entre las personas que iban y venían como si fuese uno más de la multitud. Nadie pensaría que está caminando junto a un asesino serial, aunque era el caso, y es que su identidad aún permanecía oculta junto con los archivos de máximo secreto de la policía. Sabiendo cómo era él y lo fácil que de mezclaba con la gente, lo que menos querían las autoridades era que cundiese el pánico entre los transeúntes. Después de atravesar una buena cantidad de calles, notó como la cantidad de personas que rondaban la zona disminuían enormemente. Se detuvo al fin frente a una gran casa y bastante acogedora, de paredes rosa palo y ventanas corredizas de cristal. Las cortinas impedían observar al interior, pero era notable el hecho de que las luces seguían encendidas. Una verja negra bordeaba el jardín frontal, en la placa de la puerta se podía leer el apellido de la familia que vivía en aquella vivienda: Iruma. Sí, su siguiente víctima era nada más y nada menos que Miu Iruma, presidenta del club de ciencias de su instituto.

Se pensó detenidamente qué tipo de escenario llevar a cabo teniendo en cuenta muchas cosas. Era un hecho que Shuichi le había alertado de su existencia, en todo caso, debía pensar en una forma creativa y efectiva de colarse en su casa. Miu era la mayor de las cobardes, no abriría la puerta sabiendo que un asesino la tiene marcada y mucho menos sus padres... ¿Sus padres? ¿Los padres de Iruma estaban en casa? Rodeó el jardín y observó cuidadosamente cada ventana, las luces eran tenues como para ser la iluminación normal de la casa, debían ser las lámparas de noche que había en las habitaciones. En todo caso, todos estarían durmiendo. No le convenía romper una ventana ni forzar el candado de las puertas externas del sótano que había en el patio. Sin embargo, siempre hay un lugar por el cual escabullirse dentro de una casa y nadie podría pensar que sería algo factible. Cuando eres un criminal aprendes a recurrir a métodos no convencionales que una persona común no pensaría jamás en emplear.

-Merry Christmas, darling... [Feliz navidad, querida...] _musitó, emitiendo risas silenciosas ante su ingenioso e infalible plan_

Mientras tanto, Shuichi y su tío habían llegado al centro comercial. Las autoridades se desplegaron por la zona y comenzaron a registrar cada edificación colindante mientras que una cuadrilla subís a toda prisa las escaleras hasta la zona del congelador donde se conservaban los artículos de consumo. Habían echado candado al congelador, pero no fue difícil romperlo al estar tan oxidado por su prolongada exposición al frío. Inmediatamente abrieron la puerta. Shuicji sintió aquellas brisas heladas calarle las piernas y producirle escalofríos. La fría neblina brotaba sin cesar y se escurría entre sus pies. Himiko no estaba por ningún lado. Buscaron minuciosamente, pero no hallaron rastro alguno de la pelirroja. Había allí dos maniquíes con ropas similares a dos de sus compañeros de salón, los cuales examinó con cuidado. Solo eran muñecos con prendas, nada relevante. Por otro lado, logró avistar algunos tornillos desperdigados por el suelo, cubiertos de escarcha. ¿Habría alguna pieza fuera de lugar o algo por el estilo? Mientras buscaba por el lugar de procedencia de las pequeñas piezas metálicas, no evitó sorprenderse al notar una rejilla destrozada tras unas cajas, una llave inglesa para tuberías descansaba bajo un leve montón de escarcha. La rejilla daba paso a un ducto, era demasiado pequeño como para poder pasar a través de él, pero estaba seguro de que para alguien como Himiko debía ser muy fácil. Le causaba cierta curiosidad, supuestamente el frío debía entumecer su cuerpo gradualmente, ¿cómo consiguió la fuerza suficiente para poder romper la rejilla? Aunque esta estuviese oxidada, necesitaría bastante fuerza para romperla usando aquella gran llave inglesa.

Silhouette [An "Usaihara's Comic" Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora