Capítulo 6: Una fogata, dos botellas y tres idiotas.

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Hola, espero que les este gustando este fanfic que creí que le quedaba muy bien a este ship, me gusta mucho escribir y me sirve como terapia, aunque no lo haga del todo bien porque estoy en aprendizaje. Me dije a mi misma que aunque no tuviera ni una visita y mi hermana fingiera que lo leía lo iba a terminar si o si, pero resulta que si hay gente que lo lee, gracias por eso. Ya este es el último capítulo antes del principal problema de la trama y también quiero hacer un capítulo contando la perspectiva de Kyle ya qué hay algunas cosas que no están del todo claras, y con esta perspectiva se aclararán. Sin más, espero que disfruten el capítulo.

16 años

—Vamos, osito, no hagas esto—me decía mi madre, intentando controlarse, pero podía percibir en su voz que estaba totalmente desesperada tanto por la escena que estaba montando como por la vergüenza que esto le causaba.

—¡No, no me moveré de aquí! —le grité.
Estaba abrazada a un árbol, Chef y Kyle habían intentado soltarme de allí, pero no lo lograron. Me aferré con más fuerza y no me moví ni un centímetro. Agarraron mis pies y tiraron de mí, pero tampoco aflojé el agarre.

—¡Sólo es una escuela de verano, idiota—me gritó Kyle.

No lo quise escuchar, si lo hacía me pondría nervioso y los brazos me traicionarían.

—¡Cállate, esto es tu culpa! —exclamé.

Algunas personas se nos quedaban mirando, nos encontrábamos a la entrada de la escuela de verano para niños matemáticos en medio del bosque. Había reprobado matemáticas y si lo volvía a hacer el próximo semestre, repetiría el año. Así que mi maestra conversó con mis padres y acordaron que asistiría todo mi verano aquí para reforzar. Para mis padres y la escuela fue la solución perfecta a mi falta de voluntad con los números, para mí significaba una tortura. Podría terminar agonizando si pasaba una semana allí. Estaba seguro.

—¡¿Mi culpa?! ¿Qué tengo que ver yo? —me preguntó Kyle, tirando de mis pies.

Su judía madre se había unido a ayudarlos y ahora se me hacía más difícil mantener mis brazos junto al árbol.

—¡Eres más listo, me haces parecer un estúpido—le dije. Lo decía de broma, me importaba en absoluto parecer un pendejo, sólo quería que me soltaran. Pero Kyle pareció pensarlo y me soltó.

—Coño, de nuevo con eso. No quiero que me culpes después.

Se fue al lado de mi madre con el rostro serio y observó mi berrinche desde ahí. Me había creído. Para ser muy listo era muy débil a la hora de detectar mentiras mías.

—Eric, vamos. No es tan malo como piensas, harás amigos nuevos y hasta puede que te diviertas —me dijo Sheila.

A la mierda los amigos. Yo no necesitaba más.

—¡No me soltaré, tendrán que amputarme los brazos si quieren que entre!

—¿Tienen problemas? —dijo alguien. Moví la cabeza un poco y vi que era un hombre rubio, con una mala higiene y usaba una gorra, a su lado, se encontraba un joven de mi edad, que tenía una mejor imagen corporal, vestía con una chaqueta naranja y traía puesto el gorro de esta que le cubría la mayoría del rostro.

—Es mi niño, no quiere entrar—le explicó mi madre. El hombre sonrió y me dedicó una mirada rápida. Intentaba imponerme miedo pero a mi me importaba una mierda.

—¿Reprobado, cierto?

Mi madre asintió y el hombre miró al chico.

—Mi hijo también está aquí contra su voluntad, pero los chicos de hoy en día necesitan disciplina—su hijo lo miró dijo algo inaudible y rodó los ojos, dicho eso el hombre le preguntó a mi madre si necesitaba ayuda para disciplinarme, ella asintió y supe lo que pasaría. Lo iba a patear en la bolas.

Cásate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora