Capítulo 8: La feria de los pobres.

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—Eric... despierta...

Abrí los ojos con lentitud, como si la poca la luz que hay en mi habitación me hiciera daño. Ike estaba a mi lado apartando algunos mechones de cabello de mi rostro, se veía preocupado. Recordé la emoción con la que me despertó ayer y de inmediato sentí una punzada en mi pecho.
Ahora estaba comprometido.
Aún no me colocaba el anillo de compromiso que estaba a un lado de mi almohada, pero podía sentir un peso de más en el dedo en el que estaría. Me senté y le dediqué una mirada cansada a Ike.

—¿Qué pasa, idiota? —le pregunté medio dormido.

—Son las dos de la tarde...—me dijo, mordiéndose el labio.

Carajo, no me quería levantar pero había que hacerlo. Tenía que hablar con mi mamá. Me levanté a tomar una ducha y a arreglarme, definitivamente le contaría a Butters, quizá ese idiota me ayudará a saber que hacer. Cuando acabé de abrocharme el último botón de mi camisa, miré con odio la cajita donde dormía el anillo. La abrí y sin pensarlo dos veces para no arrepentirme, me coloqué el anillo. Lo contemplé unos minutos, me miré al espejo para observarme completamente y la imagen que veía me gustaba, después de todo, el anillo no estaba nada mal.

Mis amigos. ¿Cómo reaccionarán ante la noticia? Comencé a sentir lástima de mi mismo, me había rendido ante el matrimonio incluso antes de luchar.
Una nueva oleada de ira me arrancó un gruñido de la garganta.
No. No le haré las cosas tan fáciles. Si quiere casarse conmigo no opondré resistencia, pero no por eso me convertiré en el esposo perfecto. Si de verdad me quiere, me lo demostrará.

Me dirigí al cuarto de mamá. Era sábado por lo que no iba a la empresa a menos de que fuera urgente, era su día de descanso junto con el domingo.

—¿Puedo pasar?—toqué la puerta suavemente.

—Adelante—la abrí y entré al cuarto.

Estaba acostada en la cama leyendo un libro. Se quitó los lentes para mirarme con el ceño fruncido.

—¿Se te pasó el enojo calabacín?

—Mamá sin rodeos—suspiré—tenemos cosas de que hablar, ni tú ni yo queremos perder nuestro preciado tiempo y vengo a proponerte algo.

—¿Qué es?

—Ambos sabemos que tú no me tienes la suficiente confianza para entregarme la empresa—abrió la boca para refutar, pero antes de que dijera algo la interrumpí—y no quiero que lo niegues, es verdad, lo mismo piensa la abuela—me senté en la cama para observarla directamente.

—Cariño yo no entiendo porque tienes la necesidad de demostrarnos algo, los lujos no te faltarán créeme, ya tienes tu tarjeta para gastar en lo que desees, no es necesario que trabajes.

—BASTA MAMÁ—grité exasperado—NO ME ROMPAS LAS BOLAS... no se trata del dinero carajo, se trata de mi dignidad... estoy harto de que siempre me menosprecies... yo también tengo ambiciones y metas por cumplir y estoy seguro que los voy a lograr y quiero que me des la oportunidad...

—¿Y de que manera me lo vas a demostrar?—suspiró irritada—calabacín, nunca te ha ido bien en la escuela y mucho menos en las matemáticas, tuvimos que meterte en un campamento y ni siquiera así lograste subir tus calificaciones... debes de dejar ese berrinche y...

—¡QUE NO ES UN BERRINCHE MALDICIÓN!

—Bien—se tocó la frente con la mano y rodeó los ojos—¿Cuál es tu propuesta?

—Bien—sonreí confiado—no se cual es la estúpida razón por la cual decidiste que era buena idea comprometerme con Kyle... seguramente piensas que tu hijo es un jodido bueno para nada y para asegurar mi futuro era buena idea casarme con alguien que si valía la pena y era de suma confianza para la familia... sin importarte mis deseos y si yo lo quer...

Cásate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora