Cuando los ángeles lloran 3: "Entre el cielo y el infierno"

Capitulo 4:

Capítulo 4:

*No éramos ni amigos ni novios,

Éramos un perfecto intermedio que me dolía en el corazón*

POV ELEANOR:

Cuando nuestros ojos se encuentran en medio de aquel mar de personas, olvido lo que estoy haciendo, olvido donde estoy y olvido el profundo odio que siento hacia el chico que está justo enfrente de mí y que me devuelve la mirada de una forma tan intensa que me es difícil continuar mirándolo. 

Escucho voces lejanas en mis oídos, pero no me molesto en descifrar lo que dicen, lo único de lo que soy consiente es de que mantengo la mirada fija en su persona. 

El muchacho que yo recordaba, tenía el cabello oscuro y algo largo, pero el que me regresa la mirada lo tiene castaño y corto, acomodado perfectamente en un peinado que lo hace ver muy elegante, muy sexy. 

Él es justo como siempre imagine que sería cuando fuese mayor, cuando ambos lo fuéramos...tal vez incluso mejor.

Por un segundo estoy segura de que ha comenzado a caminar en mi dirección y el terror me invade, pero un grupo de empleados se cruzan en el campo visual que hemos creado, haciendo que aquello se termine. 

Mi corazón late al mil por hora por el repentino nerviosismo. Así que disculpándome con los hombres con los que hasta hace uno minutos mantenía una conversación bastante interesante, me alejo del lugar.

 

Apenas soy capaz de llegar hasta la parte media del salón, cuando siento como una mano se enrosca en torno a mi brazo y me veo siendo jalada hacia la salida por alguien de elegante traje negro.

¡Joder! 

Cierro los ojos en un intento desesperado porque los recuerdos se queden enterrados en lo más profundo de mi memoria, pero siempre supe que cuando volviera a verlo esto sucedería. 

No, no, no... demasiado tarde.  

-Ele... necesito decirte algo- levanté la mirada encontrándome con aquellos ojos que siempre me parecieron perfectos, pero que esta vez estaban apañados por algo. ¿Dolor? ¿Tristeza? 

Sonrió con comprensión al saber lo que él va a decirme, llevo semanas sospechándolo. 

Sé que está arrepentido; cada que hacemos el amor, cada vez que me besa, cuando me mira y me abraza, en toda ocasión puedo ver en sus ojos tristeza, culpa y remordimiento. Pero no me importa, lo cierto es que aun si él me hubiese engañado mil veces, aun si yo lo hubiese encontrado en la cama con alguien más, aun si él no se mostrara tan arrepentido, aun sin decirme nada, yo le habría perdonado todo. 

 -Lo sé cariño he visto la tristeza en tus ojos.- añado al tiempo en que llevo una mano a su mejilla y la acaricio suavemente- Dímelo.