Mi vida estaba tan tranquila y en un perfecto orden, hasta que esos brillantes ojos se cruzaron en mi camino.
Intente mantener la calma cuando desperté en la habitación del castaño, algo había de cierto en la situación, los dos terminamos en algo de una noche, sin preocupaciones ni compromisos. No tenía porque sentirme culpable u ofendida si la reacción de él, no era lo que esperaba.
Me era inevitable no sentir una punzada en el corazón al observarlo, los rayos del sol caían sobre su angelical rostro, su cabello desalineado le hacía justicia por completo.Está no era la cantidad de sentimientos que quería experimentar al verlo, después de lo de la noche anterior.
— ¿Sucede algo?.—cuestionaba al tiempo en que abría sus hermosos ojos.
— No, sólo que me tengo que ir.—respondí sin mucho afán.
— Lo entiendo, lo de anoche fue lo más increíble que alguna vez me sucedió.
— Lando ¿cuántos años tienes?.—cuestione al notar esa evidente emoción en la frase.
— ¿De cuántos me veo?.—cuestionaba, con simpatía.
— De 17 tal vez, más vale que seas mayor.—advertí.
— Lo soy, tengo 22 años.
— No puede ser, ahora me veo como una señora que se lio con un niño.—argumenté cubriendo mi rostro, por la evidente vergüenza.
— ¿Cuantos años tienes?.
— Un poco más que tú, tengo 24.—suspire, recalculando la situación.
— Te veías menor.—bromeaba, para recibir una mala cara por mi parte.
— Muy gracioso Lando, muy gracioso.
Un balde de agua helada había caído, tras recordar nuestro acuerdo de la noche anterior, no podía no sentir una culpa invadir mi cuerpo.
Al principio parecía divertido, parecía que nadie sufriría ni tampoco habría consecuencias. Pero tal vez era muy temprano para asegurarlo.
— En fin, me tengo que ir.—repetí, observando como su semblante cambiaba.
— Claro.—resoplaba, para removerse incómodo en las blancas sábanas.
— Entonces, fue un gusto conocerte.—dije para recoger mi vestido del piso y algunas de mis pertenecías.
— ¿No puedes quedarte más?.—cuestionaba adormilado.
— No, me encantaría pero forzosamente tengo que resolver unos asuntos. Que implican a dos inmaduros y egocéntricos deportistas.
— De acuerdo, no insistire porque me puedo dar cuenta, que es algo importante. Suerte con los deportistas.—murmuraba sin más.
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𝟐𝟐 | 𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐍𝐎𝐑𝐑𝐈𝐒
Fanfiction22 fue la cantidad de días que bastaron para que ella logrará enamorarse. Los mismos días que tarde para darme cuenta que el sentimiento era mutuo. 22 veces dije que la amaba y fueron las mismas veces que ella aceptó que también lo hacía. Un número...