Café, café, café.
"Tomar café puede aumentar la serotonina una de tantas sustancias encargadas de estimular al cerebro"-leí nuevamente la nota de aquella revista.
Y bebí mi tercer taza de café del día, porque así lo marcaba mi rutina o porque realmente estaba con los nervios a niveles elevados.
— ¿Entonces piensas tatuarte para solucionar tus problemas?.—cuestionaba él chico de melena azabache y ojos azules.
— En efecto mi querido Evan.—respondió Isa.
— Es Iván.—corrigió con los ojos entrecerrados.— Provengo de una familia Italiana.
— Bueno Evan o Iván, da igual. Lo importante es que estamos aquí para que uses un poco de tinta en el cuerpo de mi amiga.—suspiraba cansada.
— Espera, Isa yo nunca acepte hacer esto.
— Sin el consentimiento de ella, no puedo hacerlo.—agregaba mientras acomodaba sus herramientas de trabajo, si así se le podían llamar.
— Vamos Carmen, hazlo de una vez.
Busque algún pretexto adecuado para responder ante su insistencia.
— ¿Te vas a tatuar o no?.—hablaba exasperado.— Tengo más citas pendientes.
— De acuerdo.
Recapacite lo que había dicho, pero era demasiado tarde para hacerlo.
Así que con el poco valor que me quedaba tomé asiento en la camilla.— Tranquila, si necesitas más tiempo lo entenderé.—suspiraba irónico.
— Bien, no necesito más tiempo.
— Eso pensé.
Para mí sorpresa el proceso parecía que sería menos doloroso, si lo comparamos con lo que sentía al recordar lo que alguna vez tuve con él británico.
Tenía algunas ideas de que hacerme, debía ser algo importante porque era la primera vez que me animaría. Cuando era adolescente añoraba con cumplir la mayoría de edad para tatuarme, tal vez por gusto o rebeldía, al ser oficialmente adulta, olvide ese sueño por muchas razones una de tantas mi ex relación.
— Me gusta tu idea, es sencillo aunque la parte en la que pretendes colocarlo puede ser un poco dolorosa.—aclaraba él chico.
— Está bien, podré soportarlo.
— De acuerdo, me comentas que son ¿tres?.—agregaba mostrando un poco de duda entre líneas.
— Sí, digo ya estoy acá y debo aprovechar.—respondí valiente o al menos eso quería aparentar.
— ¿Qué tal si iniciamos con uno?. Después te puedo programar otra cita cuando estés más preparada.—recomendaba mientras ajustaba los últimos detalles de su boceto.
— De acuerdo, eres él experto de los dos.—murmuré.
— Es eso o sólo es para tener un motivo más para ver a mi querida amiga.—intervenía burlona, Isa.
— ¡Isa!.
— Tranquila estoy acostumbrado a lidiar con personas como ella.
— Lo puedo notar.—respondí escondiendo una pequeña risa, al ver la cara de la mencionada.
— ¡Al diablo!, iré a buscar algo de comer.—decía exasperada, para salir del estudio.
Ambos sonreímos tras la acción, tal vez por la incomodidad que había dejado en el ambiente.
— Creo que tú y yo podemos llevarnos bien.—habló él pelinegro.
— Más vale que así sea, no quiero tener otra relación caótica...Me refiero a que sería poco profesional.—solté lo último tratando de solucionar mi desastre.
Ante su eminente silencio, preferí recorrer con la mirada parte del techo de la habitación, intentando no mirar demasiado al chico que estaba frente a mí.
Pero era difícil, más cuando tenía facciones tan delicadas y perfectas.
— Bien, es necesario que antes de iniciar te asegures de que los elementos que estoy ocupando están desinfectados.—murmuró al tiempo en que destapó la aguja que utilizaría.
Mientras él me explicaba más respecto al procedimiento y al formulario que había tenido que llenar, mi mente no hacía más que divagar en recuerdos y uno que otro pensamiento.
Él era lindo, pero no era Lando.
— De acuerdo.—respondí como un instinto, porque la realidad era que no estaba del todo presente.
Mi mente estaba lejos de mí. Tal vez cerca de él.
— Puedo poner la frase en italiano, sonaría más elegante.—suspiraba mientras se preparaba mentalmente a iniciar. — Además todo suena mejor en mi idioma natal.
Sonreí ante su propuesta, porque había algo de cierto en ello, el italiano era elegante.
Mantuvimos la mirada por unos segundos, pero la conexión no surgía.
— Es una buena idea, pero prefiero mantener la frase original.
— Claro, siempre es importante respetar las palabras de una persona tan especial como Swift.—agregó seguro.
— Lo es, pero me interesa escuchar como suena en Italiano.
— "Se siamo felici, liberi, confusi e soli allo stesso tempo "—recitó con suavidad.
Y de un momento a otro, estaba experimentado la sensación más complicada de explicar. La aguja entraba en mi piel, generando pequeños piquetes que le daban paso a la tinta.
¿Podría arrepentirme ahora?.
No, definitivamente no.
Era demasiado tarde.
— Lando tu plan no está funcionando en absoluto. Ella no va a regresar.—aseguraba la rubia a mi costado.
— Tampoco es algo que quiera. Mira Taysha, si estamos acá es porque ya no siento nada por ella.—sonreí de manera arrogante, pero con un dolor pulsando en mi corazón.
— Claro.—rodaba los ojos como de costumbre.
— Te puedes ir, hoy tengo una mañana algo ocupada.—respondí molesto.
— Y él arrogante regresó a tomar forma.—suspiraba al tiempo en que se levantaba de la cama.— Ya veo, porque ella no va a regresar contigo.
— Callate.—murmure lo último para adentrarme a la ducha.
Mientras me cuestionaba acerca de cada uno de los motivos que me habían obligado a aceptar el rechazo de la chica.
¿Orgullo? o tal vez anteponer su felicidad antes que la mía.
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𝟐𝟐 | 𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐍𝐎𝐑𝐑𝐈𝐒
Fanfiction22 fue la cantidad de días que bastaron para que ella logrará enamorarse. Los mismos días que tarde para darme cuenta que el sentimiento era mutuo. 22 veces dije que la amaba y fueron las mismas veces que ella aceptó que también lo hacía. Un número...