Capítulo 14

134 4 0
                                    

Los museos eran de los pocos lugares que apreciaba en verdad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los museos eran de los pocos lugares que apreciaba en verdad.

Te permitían tener silencios largos sin ser juzgado, sólo en ese lugar ahogabas las frases que preferias callar.

— La obra es linda, digo la forma en la que el artista expresa el amor de una manera genuina.—sonreía de lado, para continuar con el análisis.

— El amor debe ser genuino, para que funcione.— respondía aquella chica.

— ¿Nuestro amor lo es?.—cuestionaba él.

— Lo es.—decía, para robarle un beso de esos que te hipnotizaban.

Deje de verles, un poco por vergüenza y un poco porque esa escena me recordaba a alguien en especial.

Cómo siempre, terminé aquello, lo que tenía con él británico, tenía miedo de amar, de lo que él me hacía sentir.No había mucho que decir, pase un par de días con su familia y entendí el término del amor por primera vez.

Y no sólo me refería a uno "romántico". Lando era del tipo de chicos afortunados por tener una familia unida, por tanto no era de asombrarse que él fuese de dar amor a manos llenas, porque en toda su crianza así lo tuvo. A diferencia de mí, él aún podía disfrutar de la reuniones familiares y de las fotos vergonzosas en el álbum familiar.

— Carmen, deberías ir al hotel.—susurraba a mis espaldas Isa. Por fin había regresado de sus vacaciones.

Bueno en realidad la había obligado a hacerlo. Porque no podía estar cerca de Lando, sin sentir una pulsada en el corazón cada que me ignoraba o era distante conmigo.

— Claro, yo sólo quería venir y apreciar las obras. Digo no todos los días se visita un lugar tan lindo.—esboze una sonrisa, para que las lágrimas huyeran.

— Si es por Lando, no tienes de que preocuparte salió está mañana. Con alguien.

— Es la pelirroja, ¿verdad?.—cuestione sabiendo la respuesta.

— No hace falta decirte lo que es obvio.

— Tranquila, él tenía que continuar con su vida y yo con la mía.—suspire pensando en si aceptar la invitación de Matt, para trabajar con él, era lo adecuado.

— Sí te sirve de consuelo, lo mío con Dan, no funcionó. Así que ahora somos dos solteras codiciadas en la cuidad.—agregaba con amargura.

— Dirás una.

— No me digas que volverás con Matthew.—amenazaba, con el ceño fruncido y apuntandome con su dedo índice.

— No, pero me iré a trabajar con él, necesito empezar de cero.

— Lo entiendo.

— Te agradezco por ello, sólo no quiero seguir aquí, después de lo que sucedió.—murmuré, para darle un último vistazo a la obra frente a mí.

Isa, me regaló una sonrisa a medias antes de retomar su paso. Entendí que  era tiempo de salir, cuando revise el móvil y tenía unos cuantos mensajes de mí tío.

Estaba agotada, de todo y todos.

A veces sólo quería desaparecer y volver después de años, esperando que las personas a mí alrededor aún me recordarán.

Pero era complicado. Para mí, desgraciadamente no tenía ese poder.

 Para mí, desgraciadamente no tenía ese poder

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— No iré.—habló él australiano por quinta vez.—No, tengo ánimos.

— Vamos, debes despejar tu mente.—sugerí, en un consejo que yo debía recibir.

— No, te lo agradezco pero debo pasar mi proceso. ¿Cómo decirlo?.

— ¿Duelo?.—dije casí sacando una carcajada, que tenía guardada desde hace tiempo.

— Exactamente, a diferencia de ti, yo no creo superar tan rápido a Isa.—agregaba para centrar su vista en su móvil.

— Oye, yo también sufrí.

— Pues eso no parecía. Lando piensa las cosas, estar con alguien más no te va a hacer olvidar lo que sentías por Carmen.—dijo lo último para colocarse los audífonos e ignorar mi presencia.

No dije nada, no tenía nada que decir.

Era cierto, todo lo que Dan decía últimamente era cierto. No sabía si era porque de a poco adquiría más madurez o porque realmente sufría de amor.

Independiente de ello, mis recuerdos me seguían llevando a lo que sentía por aquella chica que parecía un huracán, destrozaba todo a su paso cuando sentía que el lugar seguía igual. Era un cambio radical.

— Ver sus fotos, no te va a hacer más fácil el duelo.—grité antes de salir de la habitación.

No quería salir, tal vez sólo lo hacía por compromiso o porque mí compañero me estaría diciendo mis verdades, lo cual no quería, no ahora, ni nunca.

— Camina, ¡te estamos esperando!.—gritaba un alegre Pierre.

— Ya va, deja al niño que está algo triste, porque se le va su representante.—agregaba Leclerc.

Detuve mi paso, al escuchar lo último.

— ¿Es verdad?.—dije desconcertado.

— Escuchamos rumores, pero no creo que sea así.—dijo Carlos, para aligerar el ambiente.

— De ser así, no me importa.—respondí arrogante, casí perdiendo mi esencia en esa frase.

— Vamos, seguro conoces a alguien más está noche.—animaba, Pierre.

Les seguí el paso, al notar que mi mundo de a poco se destruía, cada paso que tomaba parecía intervenir.

Sólo tenía que seguir aunque no fuese con ella, no podía aferrarme a alguien que no quería permanecer a mí lado.

Últimamente entendía aquella frase de: "Tenemos el amor que merecemos, no el que queremos".

Y vaya que en mí caso el destino se había encargado de arruinarme la situación.

𝟐𝟐 | 𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐍𝐎𝐑𝐑𝐈𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora